ya se q esta muy chikito el cap nnas pero tenganme pasiencia ya mañana es viernes y poder publicar hasta 3 x dia ;) comentes xfavor
Estaban tumbados en la cama de la habitación de Tom, abrazados y desnudos, al borde de quedarse dormidos.
—¿Estás segura de que no quieres darte una ducha? —le preguntó él.
Su cabello le rozó el hombro cuando negó con la cabeza.
—No. Estoy demasiado cansada. Y me gusta tener tu semen sobre mí.
Él sonrió, exhausto y somnoliento, pero más satisfecho de lo que podía llegar a comprender.
—No pensaba que te gustara algo así. Intenté controlarlo, pero no pude hacerlo.
Ella volvió a negar con la cabeza.
—Me encanta. Es como... llevarte puesto.
Igual que le había pasado con su eyaculación aquella noche, Tom no pudo controlar ahora el leve gruñido que se escapó de sus labios como respuesta. Justo cuando él pensaba que la había llevado a la cima de su disposición sexual, ella subía incluso más alto. Esperaba que ella aceptara el ambiente de la falsa orgía romana, pero nunca se le había pasado por la cabeza que fuera a sugerir hacer un trío con otro hombre. Le había sorprendido más que el encuentro que habían tenido con Jenelle. Porque una cosa era besar a otra chica, frotar su cuerpo con el de ella, pero tomar dos miembros a la vez... jo*der, todavía estaba sorprendido. Y casi al límite de tener otra erección solo acordándose de la escena, a pesar de cómo de desgastado estaba después de una semana entera de sexo salvaje y loco con la caliente y hermosa _________.
—Ni siquiera has llegado a follarme esta noche —meditó ella.
Tom pensó en aquello durante un momento, pensó acerca de lo satisfecho que se encontraba aun sin haberla tomado.
—Sí, pero tengo la sensación de que lo hice.
—Lo sé. ¿No es increíble?
Él bajó la cabeza para mirarla a los ojos, que se abrían de par en par de sorpresa, bajo la oscuridad. Y se acordó de ella subida en aquella plataforma, de cómo se había comportado de sucia para que todos los demás pudieran verla, del contraste que hacía con la dulce chica que ahora tenía a su lado. Un contraste que hacía que su corazón le diera un vuelco en el pecho.
—Tú sí que eres increíble.
Ella le sonrió, y se acurrucó contra él un poco más.
—Buenas noches, cariño.
—Mi chica sucia, buenas noches.
………………………………………………………………………………………………………………………………
Durmieron hasta el mediodía del día siguiente. Aunque Tom se había despertado más de una vez, y había encontrado el suave cuerpo de _________ acurrucado a su lado, y había terminado dentro de ella, moviéndose lenta y profundamente, hasta que al final alcanzaron el orgasmo y después se rindieron de nuevo al sueño.
—¿Qué tienes en la agenda para hoy? —le preguntó _________ mientras tomaban el tardío almuerzo en el California Pizza Kitchen que había en el Mirage.
—No mucho —le contestó él al otro lado de la mesa. —Hay una discoteca por la que tenemos que pasar esta noche y eso es todo.
—Genial, porque estoy agotada —le dijo y soltó una carcajada.
Y él estaba de acuerdo. Por mucho que hubieran disfrutado juntos de aquella salvaje semana, la pequeña _________ lo había dejado hecho polvo.
Por supuesto, aunque estuviera muy cansado, todavía deseaba más de ella. Al parecer, no era capaz de dejar de desearla. Incluso en aquel momento, solo sentada delante de él con una camiseta lisa y ajustada de color turquesa y unos pantalones vaqueros, con el pelo recogido en una cola de caballo, parecía tan deliciosa como el trozo de pizza que se estaba comiendo.
¿Habría pensado de la misma manera hacía una semana? ¿Si hubieran estado comiéndose una pizza y ella hubiera estado vestida de aquella forma, sencilla e informal?
La verdad era que no, que no lo hubiera hecho.
Desde luego, sabía desde el principio que toda la atracción que ella le provocaba no se debía al aspecto que tenía. Era todo lo que había en ella. Y ahora que la semana parecía llegar a su fin y que al día siguiente iban a estar en casa... simplemente no estaba seguro de que estuviera preparado para despedirse del hecho de tener a _________ en su cama.
Y quizás, solo quizás, la idea de no despedirse de aquello se convertía lentamente en algo que le daba menos miedo, y que le parecía más viable, más real. Simplemente como era _________. Real.
……………………………………………………………………………………………………………………………………………………………….
_________ se arregló incluso menos que la pasada noche. Tom le había dicho que la discoteca a la que iban no era mucho más que un agujero en la pared al sur de la ciudad, así que ella se aprovechó de la oportunidad, dado que ya se había puesto mucha de la ropa del vestuario moderno que había creado para su nuevo puesto de representante de A&R. Tom también le había preguntado si podía coger su coche en lugar de un taxi aquella noche, lo que a ella no le importó en absoluto, pero lo dejó conducir a él, no deseaba especialmente navegar por el tráfico de Las Vegas Boulevard.
Cuando llegaron a un pequeño y oscuro edificio llamado Lefty's justo después de las nueve, se sintió como en casa en sus sencillos pantalones vaqueros y su camiseta sin mangas. Por supuesto, los vaqueros y la camiseta vintage que Tom llevaba normalmente —aunque esta vez era una camiseta de The Doors— parecían encajar en cualquier lugar. Unas pocas personas en la discoteca lo reconocieron, pero la multitud de aquel bar de cerveza y frutos secos era muy agradable y se entusiasmaron al tener en su ambiente a alguien al que consideraban toda una celebridad.
Mientras se bebían un par de cervezas Coors, observaron y escucharon a un grupo llamado los Outsiders, los cuales estaban liderados por una chica con el pelo rosa y con un piercing en la nariz, acompañada por cuatro fanáticos del heavy metal de unos treinta años. Tom le había dicho que estaban allí porque Anthony le había aconsejado ir a ver al grupo, y lo había hecho la pasada noche, mientras ella se cambiaba de ropa. Sin embargo, Tom y _________ estuvieron rápidamente de acuerdo al afirmar que aunque los Outsiders eran un grupo de bar decente, probablemente no alcanzarían nunca la fama ni la fortuna.
Cuando salieron del bar solo una hora más tarde de su llegada, _________ se dio cuenta de que estaba pensando en la noche anterior. Hasta que el nombre de Anthony había aparecido, los recuerdos del Caligula's le parecían más un sueño que algo que había pasado realmente. El placer había sido algo insuperable, y no solo se refería al placer físico, sino también a la intensa alegría de sentirse tan atrevida y valiente, como una criatura sexual completamente libre, puesta en libertad por Tom.
Mientras conducían a través de la oscuridad —el coche dejó pronto la zona de bares y la zona residencial dando paso a un paisaje más disperso y vacío—, ella pensaba acerca de haber hecho algo tan espontáneo, tan extremo, con otro hombre con el que nunca antes había tenido relación, y ahora se veía inundada por las dudas, preocupada por si él la veía de una manera completamente diferente ahora y que hubiera dejado de respetarla. Pero con Tom, no había cabida para preocupaciones así.
Sabía que lo que tenían era temporal, pero también sabía que había algo más que lo puramente físico, que a él le gustaba verdaderamente, y que quizás incluso le importaba. Y que estaba sinceramente satisfecho de verla revelando su sexualidad tan completamente.
—Eh, ¿adónde vamos ahora? —le preguntó cuando los faros se apagaron bajo la noche, dando a entender que habían abandonado la ciudad completamente, y habían llegado al desierto. A cada lado de la carretera, no podía ver otra cosa que no fuera tierra árida y arbustos bajos de color verde marrón, y hacía unos minutos incluso había pasado rodando por la carretera de dos carriles una barrilla rodante, como aquellas que aparecían cruzando los caminos en las películas del oeste.
—Aquí —contestó él cuando aparcó el coche a un lado de la carretera que en realidad no era más que un camino de tierra.
—¿Y dónde es aquí? Parece como si no estuviéramos en ningún sitio.
Él apagó el motor, se dio la vuelta para mirarla, las luces del salpicadero iluminaban su expresión. Ella no lo había visto nunca tan serio.
—Supongo que solo quería... estar a solas contigo esta noche. Realmente solos. No solo en la habitación del hotel, sino... lejos de todo.
_________ no respondió, porque no sabía exactamente qué decir. Se había esforzado mucho por mantener los parámetros de su relación con Tom bien claros en su mente. Incluso aunque supiera que se había enamorado de él, era consciente de que aquello no iba a llevarla a ninguna parte. Incluso si a él le importaba, entendía que no era a nivel de un romance.
Aunque... lo que acababa de decirle sonaba como un romance.
El dejó que su mirada cayera un poco, y una sonrisa cargada de disculpas se desplegó en su cara cuando levantó los ojos de nuevo hacia ella.
—¿Te parece extraño? ¿O simplemente... aburrido? Después de todo lo que hemos hecho esta semana, todos los lugares en los que hemos echado un polvo. ¿Te parece extraño que te haya traído hasta aquí? ¿Que quiera estar dentro de ti sin nadie a nuestro alrededor, sin ninguna otra distracción, solamente tú y yo?
Ella tragó saliva, con fuerza. Nunca antes lo había escuchado hablar con tanta ternura, o de una manera que sonara remotamente avergonzada.
—No —se las arregló para susurrar. —No, en absoluto. Me... me gusta.
Porque él había tenido razón con lo que le había dicho la noche anterior: no importaba cómo de salvaje o descarada fuera, siempre apreciaría a un hombre tierno, cariñoso y romántico.
—Ven fuera conmigo —le dijo. —Quiero estar fuera contigo, sentir la noche contigo.
NOTA:kiero informarles q esta fic no es mia xD es una adaptación y la adaptadora d esta fic con tom se llama norma, solo kiero publicarla aki xq me parece muy buena fic ami me encanto espero q les guste... ADVERTENCIA:NO ES RECOMENDABLE SI ERES UNA PERSONA SENCIBLE A ESTE TIPO DE DESCRPCIONES XD
jueves, 31 de marzo de 2011
martes, 29 de marzo de 2011
CAP 42
unas muy grandes disculpas a todas chikas no habia podido subir cap xq ksi no tengo tiempo ni para comer xD se q tengo lectoras (pocas) pro tengo haha asi q akii les dejo este capii q sera el ultimo q pasaran con tom y otra persona ;)y si tengo coments publicare otros 2 alomejor alrato :D las kiiero
lo quie mas sorprendió a _________ fue lo fácil que le resultaba todo aquello.
Lo fácil que fue dejarse guiar por Anthony y Tom hasta la tarima cuando el trío anterior acabó su escena. Lo fácil que era concentrarse simplemente en Tom y en su deseo por él —más que eso, en su amor por él— mientras le pasaba los brazos alrededor del cuello y lo besaba delante de la multitud. Por supuesto, la razón por la que aquello le resultaba fácil era en parte porque, incluso aunque fueran el centro de atención, había mucho que estaba teniendo lugar a la vez. Algunas personas se fueron y llegaron otras nuevas. Algunas de las camas de los alrededores estaban llenas de gente follando y chicas desnudas iban y venían de las piscinas cuando querían, solo para pasearse por la sala, húmedas y con un aspecto impresionante.
Pero la otra razón por lo que aquello le parecía fácil fue porque Tom había hecho que así fuera. Había logrado que el pecado fuera tan... bueno. Aquel tipo de pecado. Se negó a pensar en otros pecados que podía haber cometido aquella semana, y se concentró solo en los pecados de la carne, lo cual, compartidos con Tom, ya no le parecían pecados en absoluto.
Las suaves notas de la música de los laúdes y las liras llenaban el ambiente mientras Tom la miraba en la tarima, y Anthony se levantaba detrás de ella. Y _________ se alegró, porque incluso si se los follaba a los dos, todo aquello era por darle placer a Tom, excitar a Tom, por ser su última y liberada chica sucia.
La mirada de Tom cayó hacia sus pechos. La tela de la toga la cubría ahora otra vez y, levantando las manos, moldeó sus pechos, haciéndola suspirar y arquearse hacia él.
Detrás de ella, las fuertes manos de Anthony se cerraron sobre sus caderas.
Oh, Dios, ella nunca había sido tocada por dos hombres a la vez. Y era parecido a lo que había experimentado la noche anterior, cuando había recibido placer por Tom y Jenelle, solo que aquello era mejor aún. Porque sus dos amantes eran hombres, hombres duros y varoniles. Y porque le daba la sensación de que todo el mundo los estaba mirando, la observaba deshacerse de cada una de sus inhibiciones, por su amante.
Las palmas de Anthony la tocaban con destreza desde atrás, y subían por su cintura hasta llegar a sus pechos y acariciarlos con suavidad, amasándolos después. Ella echó hacia atrás la cabeza mientras sufría el placer extraño y embriagador de dejarse tocar por alguien que no conocía mientras Tom la observaba.
Cuando Anthony curvó los dedos en las franjas de tela que le cubrían el pecho y tiró hacia abajo, desnudándola, Tom se inclinó para besarla, y succionar sus pezones. Y mientras el placer la inundaba, las manos de Anthony viajaron más abajo: una le levantó la falda y la otra le acarició con descaro entre sus piernas. Ella se movió involuntariamente contra sus dedos, el hecho de ser el centro de atención de la bacanal todavía alimentaba su excitación.
Y cuando Anthony desató el cordón de oro que había alrededor de su cintura y Tom deslizó los pulgares bajo las cuerdas de su hombro para hacer que su vestido cayera en un remolino hacia sus tobillos, ella ni siquiera se sobresaltó por su desnudez. Es más, gozó de ella. Sus pezones se arrugaron y se tensaron más, su vulva se inundó de calor.
Con la guía de las manos de Anthony, ella se puso sobre la tarima, sobre las manos y las rodillas, adoptando la misma postura que había tomado la rubia que estaba de rodillas a su llegada, la rubia que al principio empezó a inspirar su deseo por un sexo tan temerario.
Como la rubia antes que ella, lanzó atrevidamente el trasero al aire, arqueó la espalda y levantó la cabeza para mirar a Tom cuando este se deshizo de su propia toga, que cayó de un golpe al suelo. Sus ojos, entonces, se desviaron a su tremendo miembro, que estaba completamente erguida, y parecía tan dura* y preparada que ella no podía esperar a darse el banquete.
—Ponía en mi boca —le dijo ella, mirándolo a sus ojos negros otra vez. Vio también que Anthony estaba poniéndose un preservativo detrás de ella.
Debería haberse sentido aterrorizada. Alucinada. Pero simplemente no lo estaba. Las cosas que había visto en aquel lugar y aquella noche la habían liberado de tal manera que solo por aquella noche, sus deseos no conocían límite alguno.
Cuando Tom le colocó su miembro en los labios, ella los abrió y dejó que él se deslizara dentro. Llenó el hueco de su boca, lento, profundo y ella se deleitó con todos los ojos que la observaban en un estado tan obsceno. Y cuando él empezó a moverse dentro y fuera, mientras ella se adaptaba a su ritmo, las manos de Anthony se cerraron en su trasero y su mango empujó contra su húmeda abertura.
Una vez más, parte de ella deseaba sentir repulsión, sentirse utilizada y abusada, sentir que estaba cometiendo un terrible error. Pero lo cierto era que no sentía ninguna de esas cosas. Se sentía preparada. Preparada para que dos enormes y duro miembros se la follaran. Preparada para enseñarle al mundo entero —o al menos a las demás personas que habían ido a aquel lugar esa noche— lo hambrienta que estaba, lo traviesa y sucia que era.
Cuando Anthony la penetró, gimió alrededor del miembro de Tom. Oh, cielos, nunca antes se había sentido tan llena. Y de repente, comprendió el regocijo que había visto en los ojos de la rubia antes. Mientras Anthony la embestía desde atrás, Tom le daba su miembro desde delante, ambos hombres la hacían sentir más completamente follada de lo que ella hubiera imaginado posible.
Se movieron de aquella manera juntos, su lujuria crecía por momentos, el calor se hacía más intenso, incluso aunque la sensación de tener dos grandes mangos dentro de ella amenazara con abrumarla. Respondió empujando hacia atrás con más fuerza, y succionando a Tom con más energía. Dio todo lo que tenía, quería perderse en cada matiz de aquel momento, deseaba sentir todo lo que había que sentir.
Anthony la embistió con más poder, hasta que ella se vio forzada a soltar el miembro de Tom para gritar de placer mientras las embestidas la aporreaban desde detrás. Pero miró a los ojos de Tom todo el tiempo, en cada duro golpe que recibía del hombre que tenía detrás y —oh, vaya— era como si Tom estuviera al mismo tiempo delante y detrás de ella, porque le daba la sensación de que era él quien se la estaba follando y no otra persona.
—Muy bien, nena —le susurró. —Lo estás haciendo tan jo*didamente bien —y ella adoraba que él estuviera tan metido en aquello como ella lo estaba, observando a otro hombre hacérselo mientras ella lo miraba a los ojos.
Pero entonces, Anthony, se relajó y aún sin salir de ella utilizó las manos para cambiarla de posición, lo que le recordó a _________ que aquello era un espectáculo para el disfrute de otros clientes y ella estuvo de acuerdo en seguir su guía incluso aunque él hubiera prometido que las cosas serían sencillas. Detrás de ella, Anthony se echó un poco hacia atrás, se abrazó a _________ y con su miembro todavía dentro de ella, descansó las rodillas en la tarima, lo que los situó a los dos en una postura erguida. Oh, sentía que de aquella manera la penetraba con más profundidad, ya que descansaba el peso de su cuerpo sobre él. Tenía las piernas separadas, tan abiertas que sus pantorrillas se extendían por encima de ambos lados de Anthony y él tendió la mano hasta sus muslos y utilizó las yemas de los dedos para acariciar también la parte de delante de su vulva.
Los ojos de Tom cayeron brevemente a su piel recién afeitada, después los levantó hacia ella. Se había quedado de pie a un lado de la elaborada tarima, pero ahora se subía a ella y se colocaba sobre el banco tapizado de rodillas, se acercó más y más, hasta que su endurecido miembro presionó directamente entre sus pechos.
Ella aguantó la respiración cuando sintió las manos de Anthony subir más arriba y presionar los dos montes de piel suave alrededor de la longitud dura como la roca de Tom. Suspiró con el placer que aquello le produjo, un placer que nunca antes había contemplado. Y el placer se volvió incluso más intenso cuando Tom empezó a deslizar su erección arriba y abajo entre sus pechos, follándoselas. Oh, Dios, la hacía sentirse tan bien. Tan bien recibir unos golpes tan poderosos aporreando sus pechos mientras Anthony continuaba follándose su vulva desde abajo.
Una vez más, se movió con ellos, los tres encontraron un ritmo en común, y después trabajaron en él. Alrededor de ellos, se escuchaban los gemidos de placer que invadían el ambiente, algunos de ellos venían de ella y los dos hombres que estaban dándole placer. Y estar en aquella tarima seguía inspirándola, haciéndola más enérgica, deseando demostrarle a todos los que allí había lo que era ser una chica mala perfecta.
Cuando el miembro de Tom empujó hacia arriba, ella sacó la lengua y recibió la punta en cada una de las embestidas. Él dejaba escapar un caliente gemido tras otro con cada lametón que ella le daba, y finalmente, se inclinó hacia delante, formando una O con la boca, dejándolo que guiara la cabeza de su miembro entre sus labios cada vez.
Al hacer que su miembro se humedeciera de nuevo, permitió que se deslizara con más facilidad a través del valle de sus senos, volviéndole la piel pegajosa, haciendo que ambos pechos se golpearan el uno con el otro con más fuerza. Ahora eran las palmas de las manos de Tom las que presionaban sus pechos alrededor de su miembro, Anthony utilizaba ahora una mano para equilibrar su cintura mientras se la follaba y la otra para frotar su clítoris con cálidos y pequeños círculos. Se movieron al unísono, el placer se hacía más profundo, más intenso, hasta que _________ pensó que se moriría al recibir tanto a la vez. El remolino rítmico de los dedos de Anthony demostraban su experiencia sexual, llevándola cada vez más cerca del orgasmo con cada una de sus caricias circulares. Ella empujaba el clítoris contra su mano incluso mientras recibía su miembro desde abajo. Y sintió los pechos dilatados de los golpes que recibía del miembro de Tom, que de alguna manera, le pareció más grande que nunca.
Escuchó cómo su propia respiración se volvía más difícil, más ruidosa, y supo que estaba muy cerca de alcanzar el clímax, y sobre ella escuchó que Tom también respiraba con dificultad. Levantó la cabeza y se encontró con su mirada cuando la punta de su mango entraba en su boca, después lo escuchó murmurar:
—Oh, jo*der, me estoy corriendo —justo cuando un cálido y húmedo semen salió disparado de la hendidura de su miembro, arqueándose a lo largo de sus senos en uno, dos y tres vigorosos disparos. Ella se quedó sin respiración y alcanzó el orgasmo, las cálidas palpitaciones de un placer que explotó en su vulva y se extendió hacia fuera mientras Tom frotaba sensualmente su blanca y caliente semilla por sus pechos, dejándolos pegajosos y brillantes, en un masaje obsceno que hacía que su clímax se alargara más y más, más tiempo de lo que nunca había durado.
Cuando finalmente el placer empezaba a desvanecerse, sintió que Anthony empujaba su miembro dentro de ella —con más y más dureza— gimiendo con cada golpe, mientras sus manos se agarraban a sus caderas con fuerza y entonces, supo que él también acababa de correrse.
Y mientras todos se quedaban quietos, la multitud que los rodeaba pareció quedarse en silencio también —haciéndola pensar a ella que quizás había un montón de gente que se había corrido con ellos— y Tom hizo algo que nadie en la tarima había hecho aquella noche después del espectáculo. Le tomó la cara entre las manos y la besó.
lo quie mas sorprendió a _________ fue lo fácil que le resultaba todo aquello.
Lo fácil que fue dejarse guiar por Anthony y Tom hasta la tarima cuando el trío anterior acabó su escena. Lo fácil que era concentrarse simplemente en Tom y en su deseo por él —más que eso, en su amor por él— mientras le pasaba los brazos alrededor del cuello y lo besaba delante de la multitud. Por supuesto, la razón por la que aquello le resultaba fácil era en parte porque, incluso aunque fueran el centro de atención, había mucho que estaba teniendo lugar a la vez. Algunas personas se fueron y llegaron otras nuevas. Algunas de las camas de los alrededores estaban llenas de gente follando y chicas desnudas iban y venían de las piscinas cuando querían, solo para pasearse por la sala, húmedas y con un aspecto impresionante.
Pero la otra razón por lo que aquello le parecía fácil fue porque Tom había hecho que así fuera. Había logrado que el pecado fuera tan... bueno. Aquel tipo de pecado. Se negó a pensar en otros pecados que podía haber cometido aquella semana, y se concentró solo en los pecados de la carne, lo cual, compartidos con Tom, ya no le parecían pecados en absoluto.
Las suaves notas de la música de los laúdes y las liras llenaban el ambiente mientras Tom la miraba en la tarima, y Anthony se levantaba detrás de ella. Y _________ se alegró, porque incluso si se los follaba a los dos, todo aquello era por darle placer a Tom, excitar a Tom, por ser su última y liberada chica sucia.
La mirada de Tom cayó hacia sus pechos. La tela de la toga la cubría ahora otra vez y, levantando las manos, moldeó sus pechos, haciéndola suspirar y arquearse hacia él.
Detrás de ella, las fuertes manos de Anthony se cerraron sobre sus caderas.
Oh, Dios, ella nunca había sido tocada por dos hombres a la vez. Y era parecido a lo que había experimentado la noche anterior, cuando había recibido placer por Tom y Jenelle, solo que aquello era mejor aún. Porque sus dos amantes eran hombres, hombres duros y varoniles. Y porque le daba la sensación de que todo el mundo los estaba mirando, la observaba deshacerse de cada una de sus inhibiciones, por su amante.
Las palmas de Anthony la tocaban con destreza desde atrás, y subían por su cintura hasta llegar a sus pechos y acariciarlos con suavidad, amasándolos después. Ella echó hacia atrás la cabeza mientras sufría el placer extraño y embriagador de dejarse tocar por alguien que no conocía mientras Tom la observaba.
Cuando Anthony curvó los dedos en las franjas de tela que le cubrían el pecho y tiró hacia abajo, desnudándola, Tom se inclinó para besarla, y succionar sus pezones. Y mientras el placer la inundaba, las manos de Anthony viajaron más abajo: una le levantó la falda y la otra le acarició con descaro entre sus piernas. Ella se movió involuntariamente contra sus dedos, el hecho de ser el centro de atención de la bacanal todavía alimentaba su excitación.
Y cuando Anthony desató el cordón de oro que había alrededor de su cintura y Tom deslizó los pulgares bajo las cuerdas de su hombro para hacer que su vestido cayera en un remolino hacia sus tobillos, ella ni siquiera se sobresaltó por su desnudez. Es más, gozó de ella. Sus pezones se arrugaron y se tensaron más, su vulva se inundó de calor.
Con la guía de las manos de Anthony, ella se puso sobre la tarima, sobre las manos y las rodillas, adoptando la misma postura que había tomado la rubia que estaba de rodillas a su llegada, la rubia que al principio empezó a inspirar su deseo por un sexo tan temerario.
Como la rubia antes que ella, lanzó atrevidamente el trasero al aire, arqueó la espalda y levantó la cabeza para mirar a Tom cuando este se deshizo de su propia toga, que cayó de un golpe al suelo. Sus ojos, entonces, se desviaron a su tremendo miembro, que estaba completamente erguida, y parecía tan dura* y preparada que ella no podía esperar a darse el banquete.
—Ponía en mi boca —le dijo ella, mirándolo a sus ojos negros otra vez. Vio también que Anthony estaba poniéndose un preservativo detrás de ella.
Debería haberse sentido aterrorizada. Alucinada. Pero simplemente no lo estaba. Las cosas que había visto en aquel lugar y aquella noche la habían liberado de tal manera que solo por aquella noche, sus deseos no conocían límite alguno.
Cuando Tom le colocó su miembro en los labios, ella los abrió y dejó que él se deslizara dentro. Llenó el hueco de su boca, lento, profundo y ella se deleitó con todos los ojos que la observaban en un estado tan obsceno. Y cuando él empezó a moverse dentro y fuera, mientras ella se adaptaba a su ritmo, las manos de Anthony se cerraron en su trasero y su mango empujó contra su húmeda abertura.
Una vez más, parte de ella deseaba sentir repulsión, sentirse utilizada y abusada, sentir que estaba cometiendo un terrible error. Pero lo cierto era que no sentía ninguna de esas cosas. Se sentía preparada. Preparada para que dos enormes y duro miembros se la follaran. Preparada para enseñarle al mundo entero —o al menos a las demás personas que habían ido a aquel lugar esa noche— lo hambrienta que estaba, lo traviesa y sucia que era.
Cuando Anthony la penetró, gimió alrededor del miembro de Tom. Oh, cielos, nunca antes se había sentido tan llena. Y de repente, comprendió el regocijo que había visto en los ojos de la rubia antes. Mientras Anthony la embestía desde atrás, Tom le daba su miembro desde delante, ambos hombres la hacían sentir más completamente follada de lo que ella hubiera imaginado posible.
Se movieron de aquella manera juntos, su lujuria crecía por momentos, el calor se hacía más intenso, incluso aunque la sensación de tener dos grandes mangos dentro de ella amenazara con abrumarla. Respondió empujando hacia atrás con más fuerza, y succionando a Tom con más energía. Dio todo lo que tenía, quería perderse en cada matiz de aquel momento, deseaba sentir todo lo que había que sentir.
Anthony la embistió con más poder, hasta que ella se vio forzada a soltar el miembro de Tom para gritar de placer mientras las embestidas la aporreaban desde detrás. Pero miró a los ojos de Tom todo el tiempo, en cada duro golpe que recibía del hombre que tenía detrás y —oh, vaya— era como si Tom estuviera al mismo tiempo delante y detrás de ella, porque le daba la sensación de que era él quien se la estaba follando y no otra persona.
—Muy bien, nena —le susurró. —Lo estás haciendo tan jo*didamente bien —y ella adoraba que él estuviera tan metido en aquello como ella lo estaba, observando a otro hombre hacérselo mientras ella lo miraba a los ojos.
Pero entonces, Anthony, se relajó y aún sin salir de ella utilizó las manos para cambiarla de posición, lo que le recordó a _________ que aquello era un espectáculo para el disfrute de otros clientes y ella estuvo de acuerdo en seguir su guía incluso aunque él hubiera prometido que las cosas serían sencillas. Detrás de ella, Anthony se echó un poco hacia atrás, se abrazó a _________ y con su miembro todavía dentro de ella, descansó las rodillas en la tarima, lo que los situó a los dos en una postura erguida. Oh, sentía que de aquella manera la penetraba con más profundidad, ya que descansaba el peso de su cuerpo sobre él. Tenía las piernas separadas, tan abiertas que sus pantorrillas se extendían por encima de ambos lados de Anthony y él tendió la mano hasta sus muslos y utilizó las yemas de los dedos para acariciar también la parte de delante de su vulva.
Los ojos de Tom cayeron brevemente a su piel recién afeitada, después los levantó hacia ella. Se había quedado de pie a un lado de la elaborada tarima, pero ahora se subía a ella y se colocaba sobre el banco tapizado de rodillas, se acercó más y más, hasta que su endurecido miembro presionó directamente entre sus pechos.
Ella aguantó la respiración cuando sintió las manos de Anthony subir más arriba y presionar los dos montes de piel suave alrededor de la longitud dura como la roca de Tom. Suspiró con el placer que aquello le produjo, un placer que nunca antes había contemplado. Y el placer se volvió incluso más intenso cuando Tom empezó a deslizar su erección arriba y abajo entre sus pechos, follándoselas. Oh, Dios, la hacía sentirse tan bien. Tan bien recibir unos golpes tan poderosos aporreando sus pechos mientras Anthony continuaba follándose su vulva desde abajo.
Una vez más, se movió con ellos, los tres encontraron un ritmo en común, y después trabajaron en él. Alrededor de ellos, se escuchaban los gemidos de placer que invadían el ambiente, algunos de ellos venían de ella y los dos hombres que estaban dándole placer. Y estar en aquella tarima seguía inspirándola, haciéndola más enérgica, deseando demostrarle a todos los que allí había lo que era ser una chica mala perfecta.
Cuando el miembro de Tom empujó hacia arriba, ella sacó la lengua y recibió la punta en cada una de las embestidas. Él dejaba escapar un caliente gemido tras otro con cada lametón que ella le daba, y finalmente, se inclinó hacia delante, formando una O con la boca, dejándolo que guiara la cabeza de su miembro entre sus labios cada vez.
Al hacer que su miembro se humedeciera de nuevo, permitió que se deslizara con más facilidad a través del valle de sus senos, volviéndole la piel pegajosa, haciendo que ambos pechos se golpearan el uno con el otro con más fuerza. Ahora eran las palmas de las manos de Tom las que presionaban sus pechos alrededor de su miembro, Anthony utilizaba ahora una mano para equilibrar su cintura mientras se la follaba y la otra para frotar su clítoris con cálidos y pequeños círculos. Se movieron al unísono, el placer se hacía más profundo, más intenso, hasta que _________ pensó que se moriría al recibir tanto a la vez. El remolino rítmico de los dedos de Anthony demostraban su experiencia sexual, llevándola cada vez más cerca del orgasmo con cada una de sus caricias circulares. Ella empujaba el clítoris contra su mano incluso mientras recibía su miembro desde abajo. Y sintió los pechos dilatados de los golpes que recibía del miembro de Tom, que de alguna manera, le pareció más grande que nunca.
Escuchó cómo su propia respiración se volvía más difícil, más ruidosa, y supo que estaba muy cerca de alcanzar el clímax, y sobre ella escuchó que Tom también respiraba con dificultad. Levantó la cabeza y se encontró con su mirada cuando la punta de su mango entraba en su boca, después lo escuchó murmurar:
—Oh, jo*der, me estoy corriendo —justo cuando un cálido y húmedo semen salió disparado de la hendidura de su miembro, arqueándose a lo largo de sus senos en uno, dos y tres vigorosos disparos. Ella se quedó sin respiración y alcanzó el orgasmo, las cálidas palpitaciones de un placer que explotó en su vulva y se extendió hacia fuera mientras Tom frotaba sensualmente su blanca y caliente semilla por sus pechos, dejándolos pegajosos y brillantes, en un masaje obsceno que hacía que su clímax se alargara más y más, más tiempo de lo que nunca había durado.
Cuando finalmente el placer empezaba a desvanecerse, sintió que Anthony empujaba su miembro dentro de ella —con más y más dureza— gimiendo con cada golpe, mientras sus manos se agarraban a sus caderas con fuerza y entonces, supo que él también acababa de correrse.
Y mientras todos se quedaban quietos, la multitud que los rodeaba pareció quedarse en silencio también —haciéndola pensar a ella que quizás había un montón de gente que se había corrido con ellos— y Tom hizo algo que nadie en la tarima había hecho aquella noche después del espectáculo. Le tomó la cara entre las manos y la besó.
lunes, 21 de marzo de 2011
CAP 41
perdon x la tardansa chikas esq no e estado en mi ksa pero akii les dejo un cap laaargo ojala les guste comenten xfavor :) se les kiiere
Cap 41
Tenía que seguir adelante.
Mantuvo contacto visual con el chico guapo incluso cuando la boca de Tom se cerró sobre su pezón, y a su vulva le dio un espasmo.
Oh, Dios, estaba haciendo aquello, lo estaba haciendo realmente. De alguna manera, la hacía sentir infinitamente más desenfrenada que en cualquier cosa que se había permitido aquella semana.
El portador de uvas —que incluso parecía italiano— se acercó, y ella se lamió el labio superior, y señaló hacia una pila de uvas verdes. El chico levantó un pequeño racimo, lo sujetó por encima de sus labios abiertos y permitió que ella cogiera una entre los dientes y la lengua.
Cuando la uva se deshizo en su boca y el dulce jugo se liberó, Tom succionó con más fuerza y sintió cómo la vulva casi le explota de la oleada de placer que la invadió, haciéndola gemir.
—¿Más? —le preguntó el atractivo romano.
Aquello hizo que Tom levantara la cabeza y se diera cuenta de lo que estaba haciendo ella. Sus ojos se volvieron vidriosos de lujuria y ella se sintió hermosa y emocionantemente expuesta con sus pechos brillantes y desnudos entre los dos hombres. Estar exhibida de aquella manera la hizo sentirse más húmeda aún, la hizo sentirse caliente y dilatada bajo su diminuta toga.
Estuvo a punto de decir sí —a más uvas, y quizás a más de todo —cuando Tom miró al chico una vez más y esta vez dijo:
—¿Anthony?
Oh, Dios. El romano bajó la barbilla, pareció confuso al principio, pero entonces sonrió.
—Tom, jo*der.
—Hace un siglo que no te veo, tío.
—Probablemente cuando lo del whisky a gogó en el 2002, porque llevo en Las Vegas desde entonces.
_________ se irguió un poco y volvió a tirar de la tela hasta cubrirse los pechos. El corazón todavía le latía entre las piernas, pero su sentido de abandono pasional se había extinguido casi por completo sintiéndose un poco extraña.
—Mie*rda, lo siento, nena —dijo Tom entonces. —Este es un viejo amigo mío. Solía trabajar en un par de discotecas en Sunset y me aconsejaba cuando oía hablar de grupos nuevos —miró a Anthony y dijo: —Ella es _________.
—Mmm, hola —dijo ella, agradecida bajo las extrañas circunstancias, porque Tom no había mencionado que era la nueva representante de A&R de Blue Night, incluso si aquello era todo confidencial.
Anthony bajó la mirada hacia sus senos y le sonrió cálidamente.
—No hace falta que te tapes por mí, guapa. Cuando trabajas aquí, te acostumbras a ver montones de pechos.
Habló con tanta sinceridad que el comentario pareció tranquilizarla de alguna manera.
—Puedo imaginarlo.
—Entonces —dijo Tom— trabajando en el club de sexo más célebre de Las Vegas, ¿eh?
Anthony se encogió de hombros bajo su toga.
—¿Qué puedo decir? Empecé aquí hace unos pocos meses, un par de noches a la semana. El dinero es bueno y el trabajo es divertido.
—Apuesto a que sí —le dijo Tom.
Anthony volvió a mirar a _________.
—Los dejaré que vuelvan a hacer lo que estaban haciendo. Pero si necesitan cualquier cosa, háganmelo saber y me encargaré bien de ustedes.
Ella entendió que aquello significaba comida y bebida, pero sabiendo lo que hacía en aquel lugar, no pudo evitar tomarse la oferta de una manera diferente y aquella promesa la hizo humedecerse entre los muslos.
—Lo siento —le dijo Tom cuando se fue Anthony, después se acostó sobre las almohadas doradas que adornaban la cama, dejando que los ojos se le cerraran de deseo. —Ahora, ¿dónde estábamos?
Ella impulsó el pecho hacia delante, hacia él y descubrió, agradecida, que podía que la conversación con Anthony no hubiera apagado tanto su excitación como había pensado.
—Estábamos aquí.
En un movimiento veloz, Tom volvió a retirarle otra vez la tela del pecho y cerró la palma sobre la dolorida piel.
—Me ha encantado que lo llamaras —le murmuró entre más besos en el cuello.
Aquellos besos la habían puesto tan excitada que apenas se vio capaz de responder.
—Era solo... por las uvas.
Una sexy sonrisa se le desplegó en la cara.
—Aun así... me has puesto más cachondo de lo que ya estaba —su mano se movió hacia su rodilla doblada, y se deslizó hacia arriba por su muslo mientras se inclinaba para pasar la lengua sobre su pezón. Y en el centro de la habitación, la rubia gritaba de placer, y _________ levantó la mirada para ver cómo uno de los hombres la penetraba desde detrás, y el otro desde debajo! En ese momento Tom deslizó la mano entre sus piernas.
—Oooh... —gimió ella, en aquel instante necesitaba más que nada su caricia allí.
—Dios mío —murmuró él, después retiró la mano para levantarle la falda.
Fue entonces, cuando ella se acordó de que se había afeitado para él y que Tom acababa de darse cuenta de ello. En un lugar mucho más diferente de lo que ella había imaginado.
Miró hacia abajo y vio su suave y clara piel, la pequeña y rosada protuberancia de su clítoris sobresaliendo de su desnuda abertura.
—Oh, nena —dijo él, y sonó completamente loco de deseo por ella. —Mira tu dulce vulva. Mira lo que has hecho por mí.
—¿Te gusta? —incluso extendió un poco más las piernas para que él pudiera mirarlo y, justo como había pasado cuando él le había desnudado el pecho, se dio cuenta de que ya no se preocupaba de que hubiera otras personas en la habitación.
El dejó escapar un leve gemido en respuesta, después gruñó:
—Tengo que lamerte. Ahora.
—Oh... —dijo ella, de repente sin respiración... y preparada. Encontró su mirada y no dudó ni un momento en abrir un poco más las piernas.
Después de otra mirada voraz a sus ojos, Tom concentró de nuevo su atención en la vulva y se inclinó sobre ella.
Ella se hizo hacia atrás sobre las almohadas y abrió las piernas incluso aún más, todo lo que pudo, para darle la bienvenida a su lengua hambrienta y húmeda. Ella observó cada uno de sus largos lametones, con un nuevo placer que explotaba en su interior con cada una de las caricias. Y observó el trío que todavía estaba follando en la tarima, también. Y fue consciente de que algunos ojos en la habitación estaban incluso mirándola a ella. La observaban mientras la comian. Aquello debería haberla horrorizado, todo ello, pero no fue así. Solo aumentó más su excitación, y la volvió loca de lujuria, mientras ascendía hacia una altura sexual que casi le parecía irreal. Siguió sus necesidades, liberó el otro pecho de debajo de la tela blanca y empezó a masajearse los dos con las manos. Tom la lamió incluso con más intensidad cuando la vio hacer aquello, y justo por encima de su cabeza, en la tarima, pudo ver que la escena había cambiado: otro hombre se había unido al trío.
La rubia se montó a horcajadas sobre uno de ellos como si fuera una vaquera, mientras otro le follaba por detrás. Y de pie al lado de la cabeza reclinada del otro hombre estaba... ¡Anthony, metiéndose en su ansiosa boca!
_________ nunca había visto, ni siquiera imaginado, una escena como aquella. Y tampoco podía haberse imaginado deseando aquello —tantos hombres, dentro de la rubia, de una vez— pero la mujer parecía embriagada de placer.
_________ seguía observándolos mientras los lametones de Tom llegaban a su interior, y ella se levantaba para recibir su boca.
—Sí, cariño. Sí—le susurró. Todavía se masajeaba los pechos con las palmas de las manos y sintiendo los ojos de la habitación puestos en ella y —santo cielo— le gustó.
Al mismo tiempo, dejó que sus ojos vagaran un poco más, hacia las parejas, los tríos y los cuartetos que había alrededor de la habitación. El lugar resonaba con sollozos y gemidos y la hacía sumergirse incluso más completamente en aquella sensación de abandono. Anhelaba deshacerse de sus inhibiciones como nunca antes lo había hecho, y se folló la boca de Tom con más intensidad aún, gimió más alto, y volvió a concentrar su atención en la escena que tenía lugar en la plataforma.
¿Qué sensación sentiría con tanto miembros grandes y sólidas dentro de ella, embistiéndola? ¿Cómo podía recibir un cuerpo tanta sensación? ¿Cómo sería ser el centro de una orgía romana total? Su placer se multiplicó, y supo que pronto alcanzaría el orgasmo.
—Oh, nene, lámeme —le rogó a Tom, deleitándose con la vista de sus maravillosos ojos marrones entre sus piernas. —Lámeme cariño.
Tom respondió cerrando la boca alrededor de su dilatado clítoris, haciéndola gritar y estrujar sus pechos con más fuerza. Succionó, tiró de la caliente bolita más y más fuerte y justo cuando la mujer de la tarima soltaba el miembro de Anthony para gritar su orgasmo, a _________ también le golpeó el suyo.
Escuchó sus propios sollozos, sin importarle que fuera a atraer la atención de los demás, solo respondiendo a las intensas palpitaciones de placer que la invadían, una y otra vez. Y sobre la tarima, los dos hombres que habían entrado dentro de la rubia, empujaban y gemían, los tres se movían ahora juntos en ondulaciones, mientras el clímax de _________ se desvanecía lentamente. Excepto por Anthony, que no se había corrido aún. Su miembro estaba larga y dura todavía, casi bonita. Y al principio, _________ se preguntó por qué razón no habría terminado, pero entonces se le ocurrió la idea de que la mayoría de los chicos solo podían aguantar pocas erecciones en una misma noche y que quizás tuviera que reservarse por el bien de su trabajo.
—¿Cómo estás? —le preguntó Tom, que se arrastró hacia ella en la cama.
Ella se sentía realmente maravillosa, incluso con todos los otros actos sexuales todavía teniendo lugar alrededor de ella.
—Mmm, muy bien, gracias por tu experta lengua.
Juguetonamente, él se inclinó para pasarla por uno de sus pezones.
—A mi lengua también le gustas tú.
Justo entonces, una chica vestida con toga se detuvo a los pies de su cama, con unas copas de vino en la mano.
—Para apagar vuestra sed —les dijo.
Aceptaron el vino, le dieron las gracias y _________ se dio cuenta de que si los empleados tenían la delicadeza de ofrecerles una bebida después de un orgasmo, debían estar vigilando lo que hacía la gente. El vino tenía un sabor dulce y punzante y cuando _________ besó a Tom pudo saborear a la vez el Chardonnay y sus propios jugos en la mezcla.
—t kiero dentro de mi —le dijo atrevidamente, sin duda alguna.
—Está justo aquí —dijo él, justo como lo había dicho la noche pasada. —Todo lo que tienes que hacer es cogerla.
Miró hacia abajo y vio que su erección hacía una gran carpa en su toga. Y se dio cuenta de que extrañamente, escandalosamente. .. necesitaba algo más que solo su miembro.
Algo mucho más extremo.
—Quiero que me folles ahí —señaló hacia la tarima que había al centro de todas las camas, y que ahora estaba ocupada por dos chicas y un chico. Ambas mujeres estaban en topless, y llevaban solo pequeñas faldas blancas y unos tacones dorados romanescos como los que llevaba ella. Una estaba de pie besando al chico, mientras la otra estaba arrodillada a los pies de él, hurgando bajo su toga.
—¿En serio? —le preguntó Tom, con una expresión que probablemente fuera la más sorprendida que había visto nunca en él. Parecía que ni siquiera se daba cuenta de lo que estaba sucediendo en el centro de la habitación.
Ella asintió, sin pararse a reflexionar acerca de ello.
—No sé por qué quiero hacerlo, y no puedo creer que realmente lo quiera, pero así es. Quiero que me folles delante de todas esas personas. Quiero que vean cómo me das, quiero que me vean recibiéndolo, quiero que vean nuestro placer.
La respiración de Tom se volvió superficial, claramente estaba en una posición media entre la conmoción y el deseo.
—Me encantaría follarte ahí mismo, nena, pero, como te he dicho antes, solo la gente que trabaja aquí puede hacer eso. El sexo está orquestado, como en una película porno.
Se había dejado llevar tanto por la lascivia que se olvidó de las reglas. Y de repente, al oír que no podía hacerlo, _________ se desesperó por hacer realidad aquella fantasía nueva e inesperada. Si no lo hacía, sería... como si le quedara algo más que hacer en aquel viaje salvaje, como si no hubiera alcanzado todo su potencial erótico, el potencial que Tom había descubierto.
Estudió la habitación, divisó a Anthony, que acababa de ponerse de nuevo la toga.
—Pregúntaselo a tu amigo. Quizás puedan hacer una excepción.
Tom se limitó a parpadear.
—Realmente quieres hacer esto, ¿verdad?
Ella asintió, sintiéndose escandalosa, fiera y preparada, y también decidida.
— Quiero demostrarte lo sucia que puedo llegar a ser, Tom. Quiero ser... la pareja sexual de tus sueños.
Él levantó la mano hacia su cara.
—Ya lo eres, _________.
Sintió cómo le daba un vuelco el corazón.
—¿Lo soy?
—Me he follado a un montón de chicas, nena, pero...
Ella se mordió el labio.
—¿Pero qué?
—La mayoría de ellas eran... chicas malas desde el principio. Y como tú me has dejado... sacar a la chica mala que hay en ti... bueno, eso me hace sentir más excitado, de una manera que nunca antes había experimentado.
_________ apenas había empezado a procesar sus palabras, a dejar que le atravesaran la piel, cuando Anthony se acercó a ellos y Tom levantó la mano para detenerlo.
—Oye —dijo Tom, con un tono de voz bajo y conspiratorio. —¿Hay alguna manera de que pueda llevar a mi chica ahí arriba? —señaló hacia la tarima, donde había ahora una mujer sentada en el regazo de un chico, deslizándose arriba y abajo por su miembro con las piernas completamente abiertas, permitiendo que la otra chica la lamiera.
Anthony miró de un lado a otro entre ellos, sin ningún gesto en su expresión que revelara lo que pensaba.
—A veces —empezó él—, dejan que los invitados se suban ahí arriba, pero solo con alguien que trabaja aquí. Saben que nosotros mantendremos el sexo en la dirección correcta, les asegura que siga siendo visualmente excitante, ¿entendéis?
Tom asintió y entonces, con cautela, miró a _________.
Ella sabía que debería decir «Gracias de todas maneras, lo siento». Pero en lugar de eso, dijo:
—Quizás podamos hacerlo.
Tom parpadeó, y ella supo que si lo había dejado sorprendido con la petición original, aquello no podía compararse con la expresión de asombro que había provocado esa sugerencia.
—¿Podemos?
Ella bajó la barbilla ligeramente, ahora se sintió algo tímida.
—Sí... si quieres hacerlo.
—¿Yo? Oh, sí, nena, me parece bien. Es solo que no esperaba que tú quisieras.
—Yo tampoco, pero... —levantó la mirada hacia Anthony. —Pareces un buen chico.
Él se encogió de hombros y le sonrió.
—Lo intento.
Miró de un lado a otro entre los dos hombres, y finalmente su mirada se rezagó en Tom.
—Así que... quizás podamos... hacerlo... con Anthony.
Cap 41
Tenía que seguir adelante.
Mantuvo contacto visual con el chico guapo incluso cuando la boca de Tom se cerró sobre su pezón, y a su vulva le dio un espasmo.
Oh, Dios, estaba haciendo aquello, lo estaba haciendo realmente. De alguna manera, la hacía sentir infinitamente más desenfrenada que en cualquier cosa que se había permitido aquella semana.
El portador de uvas —que incluso parecía italiano— se acercó, y ella se lamió el labio superior, y señaló hacia una pila de uvas verdes. El chico levantó un pequeño racimo, lo sujetó por encima de sus labios abiertos y permitió que ella cogiera una entre los dientes y la lengua.
Cuando la uva se deshizo en su boca y el dulce jugo se liberó, Tom succionó con más fuerza y sintió cómo la vulva casi le explota de la oleada de placer que la invadió, haciéndola gemir.
—¿Más? —le preguntó el atractivo romano.
Aquello hizo que Tom levantara la cabeza y se diera cuenta de lo que estaba haciendo ella. Sus ojos se volvieron vidriosos de lujuria y ella se sintió hermosa y emocionantemente expuesta con sus pechos brillantes y desnudos entre los dos hombres. Estar exhibida de aquella manera la hizo sentirse más húmeda aún, la hizo sentirse caliente y dilatada bajo su diminuta toga.
Estuvo a punto de decir sí —a más uvas, y quizás a más de todo —cuando Tom miró al chico una vez más y esta vez dijo:
—¿Anthony?
Oh, Dios. El romano bajó la barbilla, pareció confuso al principio, pero entonces sonrió.
—Tom, jo*der.
—Hace un siglo que no te veo, tío.
—Probablemente cuando lo del whisky a gogó en el 2002, porque llevo en Las Vegas desde entonces.
_________ se irguió un poco y volvió a tirar de la tela hasta cubrirse los pechos. El corazón todavía le latía entre las piernas, pero su sentido de abandono pasional se había extinguido casi por completo sintiéndose un poco extraña.
—Mie*rda, lo siento, nena —dijo Tom entonces. —Este es un viejo amigo mío. Solía trabajar en un par de discotecas en Sunset y me aconsejaba cuando oía hablar de grupos nuevos —miró a Anthony y dijo: —Ella es _________.
—Mmm, hola —dijo ella, agradecida bajo las extrañas circunstancias, porque Tom no había mencionado que era la nueva representante de A&R de Blue Night, incluso si aquello era todo confidencial.
Anthony bajó la mirada hacia sus senos y le sonrió cálidamente.
—No hace falta que te tapes por mí, guapa. Cuando trabajas aquí, te acostumbras a ver montones de pechos.
Habló con tanta sinceridad que el comentario pareció tranquilizarla de alguna manera.
—Puedo imaginarlo.
—Entonces —dijo Tom— trabajando en el club de sexo más célebre de Las Vegas, ¿eh?
Anthony se encogió de hombros bajo su toga.
—¿Qué puedo decir? Empecé aquí hace unos pocos meses, un par de noches a la semana. El dinero es bueno y el trabajo es divertido.
—Apuesto a que sí —le dijo Tom.
Anthony volvió a mirar a _________.
—Los dejaré que vuelvan a hacer lo que estaban haciendo. Pero si necesitan cualquier cosa, háganmelo saber y me encargaré bien de ustedes.
Ella entendió que aquello significaba comida y bebida, pero sabiendo lo que hacía en aquel lugar, no pudo evitar tomarse la oferta de una manera diferente y aquella promesa la hizo humedecerse entre los muslos.
—Lo siento —le dijo Tom cuando se fue Anthony, después se acostó sobre las almohadas doradas que adornaban la cama, dejando que los ojos se le cerraran de deseo. —Ahora, ¿dónde estábamos?
Ella impulsó el pecho hacia delante, hacia él y descubrió, agradecida, que podía que la conversación con Anthony no hubiera apagado tanto su excitación como había pensado.
—Estábamos aquí.
En un movimiento veloz, Tom volvió a retirarle otra vez la tela del pecho y cerró la palma sobre la dolorida piel.
—Me ha encantado que lo llamaras —le murmuró entre más besos en el cuello.
Aquellos besos la habían puesto tan excitada que apenas se vio capaz de responder.
—Era solo... por las uvas.
Una sexy sonrisa se le desplegó en la cara.
—Aun así... me has puesto más cachondo de lo que ya estaba —su mano se movió hacia su rodilla doblada, y se deslizó hacia arriba por su muslo mientras se inclinaba para pasar la lengua sobre su pezón. Y en el centro de la habitación, la rubia gritaba de placer, y _________ levantó la mirada para ver cómo uno de los hombres la penetraba desde detrás, y el otro desde debajo! En ese momento Tom deslizó la mano entre sus piernas.
—Oooh... —gimió ella, en aquel instante necesitaba más que nada su caricia allí.
—Dios mío —murmuró él, después retiró la mano para levantarle la falda.
Fue entonces, cuando ella se acordó de que se había afeitado para él y que Tom acababa de darse cuenta de ello. En un lugar mucho más diferente de lo que ella había imaginado.
Miró hacia abajo y vio su suave y clara piel, la pequeña y rosada protuberancia de su clítoris sobresaliendo de su desnuda abertura.
—Oh, nena —dijo él, y sonó completamente loco de deseo por ella. —Mira tu dulce vulva. Mira lo que has hecho por mí.
—¿Te gusta? —incluso extendió un poco más las piernas para que él pudiera mirarlo y, justo como había pasado cuando él le había desnudado el pecho, se dio cuenta de que ya no se preocupaba de que hubiera otras personas en la habitación.
El dejó escapar un leve gemido en respuesta, después gruñó:
—Tengo que lamerte. Ahora.
—Oh... —dijo ella, de repente sin respiración... y preparada. Encontró su mirada y no dudó ni un momento en abrir un poco más las piernas.
Después de otra mirada voraz a sus ojos, Tom concentró de nuevo su atención en la vulva y se inclinó sobre ella.
Ella se hizo hacia atrás sobre las almohadas y abrió las piernas incluso aún más, todo lo que pudo, para darle la bienvenida a su lengua hambrienta y húmeda. Ella observó cada uno de sus largos lametones, con un nuevo placer que explotaba en su interior con cada una de las caricias. Y observó el trío que todavía estaba follando en la tarima, también. Y fue consciente de que algunos ojos en la habitación estaban incluso mirándola a ella. La observaban mientras la comian. Aquello debería haberla horrorizado, todo ello, pero no fue así. Solo aumentó más su excitación, y la volvió loca de lujuria, mientras ascendía hacia una altura sexual que casi le parecía irreal. Siguió sus necesidades, liberó el otro pecho de debajo de la tela blanca y empezó a masajearse los dos con las manos. Tom la lamió incluso con más intensidad cuando la vio hacer aquello, y justo por encima de su cabeza, en la tarima, pudo ver que la escena había cambiado: otro hombre se había unido al trío.
La rubia se montó a horcajadas sobre uno de ellos como si fuera una vaquera, mientras otro le follaba por detrás. Y de pie al lado de la cabeza reclinada del otro hombre estaba... ¡Anthony, metiéndose en su ansiosa boca!
_________ nunca había visto, ni siquiera imaginado, una escena como aquella. Y tampoco podía haberse imaginado deseando aquello —tantos hombres, dentro de la rubia, de una vez— pero la mujer parecía embriagada de placer.
_________ seguía observándolos mientras los lametones de Tom llegaban a su interior, y ella se levantaba para recibir su boca.
—Sí, cariño. Sí—le susurró. Todavía se masajeaba los pechos con las palmas de las manos y sintiendo los ojos de la habitación puestos en ella y —santo cielo— le gustó.
Al mismo tiempo, dejó que sus ojos vagaran un poco más, hacia las parejas, los tríos y los cuartetos que había alrededor de la habitación. El lugar resonaba con sollozos y gemidos y la hacía sumergirse incluso más completamente en aquella sensación de abandono. Anhelaba deshacerse de sus inhibiciones como nunca antes lo había hecho, y se folló la boca de Tom con más intensidad aún, gimió más alto, y volvió a concentrar su atención en la escena que tenía lugar en la plataforma.
¿Qué sensación sentiría con tanto miembros grandes y sólidas dentro de ella, embistiéndola? ¿Cómo podía recibir un cuerpo tanta sensación? ¿Cómo sería ser el centro de una orgía romana total? Su placer se multiplicó, y supo que pronto alcanzaría el orgasmo.
—Oh, nene, lámeme —le rogó a Tom, deleitándose con la vista de sus maravillosos ojos marrones entre sus piernas. —Lámeme cariño.
Tom respondió cerrando la boca alrededor de su dilatado clítoris, haciéndola gritar y estrujar sus pechos con más fuerza. Succionó, tiró de la caliente bolita más y más fuerte y justo cuando la mujer de la tarima soltaba el miembro de Anthony para gritar su orgasmo, a _________ también le golpeó el suyo.
Escuchó sus propios sollozos, sin importarle que fuera a atraer la atención de los demás, solo respondiendo a las intensas palpitaciones de placer que la invadían, una y otra vez. Y sobre la tarima, los dos hombres que habían entrado dentro de la rubia, empujaban y gemían, los tres se movían ahora juntos en ondulaciones, mientras el clímax de _________ se desvanecía lentamente. Excepto por Anthony, que no se había corrido aún. Su miembro estaba larga y dura todavía, casi bonita. Y al principio, _________ se preguntó por qué razón no habría terminado, pero entonces se le ocurrió la idea de que la mayoría de los chicos solo podían aguantar pocas erecciones en una misma noche y que quizás tuviera que reservarse por el bien de su trabajo.
—¿Cómo estás? —le preguntó Tom, que se arrastró hacia ella en la cama.
Ella se sentía realmente maravillosa, incluso con todos los otros actos sexuales todavía teniendo lugar alrededor de ella.
—Mmm, muy bien, gracias por tu experta lengua.
Juguetonamente, él se inclinó para pasarla por uno de sus pezones.
—A mi lengua también le gustas tú.
Justo entonces, una chica vestida con toga se detuvo a los pies de su cama, con unas copas de vino en la mano.
—Para apagar vuestra sed —les dijo.
Aceptaron el vino, le dieron las gracias y _________ se dio cuenta de que si los empleados tenían la delicadeza de ofrecerles una bebida después de un orgasmo, debían estar vigilando lo que hacía la gente. El vino tenía un sabor dulce y punzante y cuando _________ besó a Tom pudo saborear a la vez el Chardonnay y sus propios jugos en la mezcla.
—t kiero dentro de mi —le dijo atrevidamente, sin duda alguna.
—Está justo aquí —dijo él, justo como lo había dicho la noche pasada. —Todo lo que tienes que hacer es cogerla.
Miró hacia abajo y vio que su erección hacía una gran carpa en su toga. Y se dio cuenta de que extrañamente, escandalosamente. .. necesitaba algo más que solo su miembro.
Algo mucho más extremo.
—Quiero que me folles ahí —señaló hacia la tarima que había al centro de todas las camas, y que ahora estaba ocupada por dos chicas y un chico. Ambas mujeres estaban en topless, y llevaban solo pequeñas faldas blancas y unos tacones dorados romanescos como los que llevaba ella. Una estaba de pie besando al chico, mientras la otra estaba arrodillada a los pies de él, hurgando bajo su toga.
—¿En serio? —le preguntó Tom, con una expresión que probablemente fuera la más sorprendida que había visto nunca en él. Parecía que ni siquiera se daba cuenta de lo que estaba sucediendo en el centro de la habitación.
Ella asintió, sin pararse a reflexionar acerca de ello.
—No sé por qué quiero hacerlo, y no puedo creer que realmente lo quiera, pero así es. Quiero que me folles delante de todas esas personas. Quiero que vean cómo me das, quiero que me vean recibiéndolo, quiero que vean nuestro placer.
La respiración de Tom se volvió superficial, claramente estaba en una posición media entre la conmoción y el deseo.
—Me encantaría follarte ahí mismo, nena, pero, como te he dicho antes, solo la gente que trabaja aquí puede hacer eso. El sexo está orquestado, como en una película porno.
Se había dejado llevar tanto por la lascivia que se olvidó de las reglas. Y de repente, al oír que no podía hacerlo, _________ se desesperó por hacer realidad aquella fantasía nueva e inesperada. Si no lo hacía, sería... como si le quedara algo más que hacer en aquel viaje salvaje, como si no hubiera alcanzado todo su potencial erótico, el potencial que Tom había descubierto.
Estudió la habitación, divisó a Anthony, que acababa de ponerse de nuevo la toga.
—Pregúntaselo a tu amigo. Quizás puedan hacer una excepción.
Tom se limitó a parpadear.
—Realmente quieres hacer esto, ¿verdad?
Ella asintió, sintiéndose escandalosa, fiera y preparada, y también decidida.
— Quiero demostrarte lo sucia que puedo llegar a ser, Tom. Quiero ser... la pareja sexual de tus sueños.
Él levantó la mano hacia su cara.
—Ya lo eres, _________.
Sintió cómo le daba un vuelco el corazón.
—¿Lo soy?
—Me he follado a un montón de chicas, nena, pero...
Ella se mordió el labio.
—¿Pero qué?
—La mayoría de ellas eran... chicas malas desde el principio. Y como tú me has dejado... sacar a la chica mala que hay en ti... bueno, eso me hace sentir más excitado, de una manera que nunca antes había experimentado.
_________ apenas había empezado a procesar sus palabras, a dejar que le atravesaran la piel, cuando Anthony se acercó a ellos y Tom levantó la mano para detenerlo.
—Oye —dijo Tom, con un tono de voz bajo y conspiratorio. —¿Hay alguna manera de que pueda llevar a mi chica ahí arriba? —señaló hacia la tarima, donde había ahora una mujer sentada en el regazo de un chico, deslizándose arriba y abajo por su miembro con las piernas completamente abiertas, permitiendo que la otra chica la lamiera.
Anthony miró de un lado a otro entre ellos, sin ningún gesto en su expresión que revelara lo que pensaba.
—A veces —empezó él—, dejan que los invitados se suban ahí arriba, pero solo con alguien que trabaja aquí. Saben que nosotros mantendremos el sexo en la dirección correcta, les asegura que siga siendo visualmente excitante, ¿entendéis?
Tom asintió y entonces, con cautela, miró a _________.
Ella sabía que debería decir «Gracias de todas maneras, lo siento». Pero en lugar de eso, dijo:
—Quizás podamos hacerlo.
Tom parpadeó, y ella supo que si lo había dejado sorprendido con la petición original, aquello no podía compararse con la expresión de asombro que había provocado esa sugerencia.
—¿Podemos?
Ella bajó la barbilla ligeramente, ahora se sintió algo tímida.
—Sí... si quieres hacerlo.
—¿Yo? Oh, sí, nena, me parece bien. Es solo que no esperaba que tú quisieras.
—Yo tampoco, pero... —levantó la mirada hacia Anthony. —Pareces un buen chico.
Él se encogió de hombros y le sonrió.
—Lo intento.
Miró de un lado a otro entre los dos hombres, y finalmente su mirada se rezagó en Tom.
—Así que... quizás podamos... hacerlo... con Anthony.
viernes, 18 de marzo de 2011
cap 40
Cap 40
—Bienvenidos al Imperio Sagrado de Roma. Han sido invitados al palacio de Calígula para disfrutar de una gran bacanal. Muchos de los invitados del emperador han llegado ya. Durante su estancia, sus deseos serán los deseos de Calígula. Pueden sumergirse en sus baños, comer sus uvas, beber su vino, jugar con otros visitantes, disfrutar de cada placer que los aguarda. También pueden elegir solo observar nuestro festival romano de desenfreno. Sea lo que sea lo que elijan, sean respetuosos con los demás y recuerden... cuando estén en Roma, sigan las costumbres de los romanos.
La grabación acabó justo en el momento preciso en el que llegaron a las amplias puertas dobles, bajo una elaborada fachada de construcción romana. El ambiente ya era abrumador.
—¿Debería estar nerviosa? —le preguntó a Tom una vez que se apagó la voz.
—No —dijo él. —Deberías estar... abierta a todo.
Ella se detuvo y lo miró. Había decidido estar preparada para aquello —fuera lo que fuera— cuando había estado con Clodia, cuando era más un juego de disfraces, pero ahora empezaba a preocuparse otra vez.
—¿A qué te refieres con eso?
Su respuesta llegó con un tono sereno y directo.
—Me refiero a que al principio va a asombrarte lo que vas a ver, pero después te relajarás y disfrutarás. Vas a dejarte llevar. Justo como lo hiciste en la Torre Eiffel. Y en la góndola. Y la pasada noche, con Jenelle. Vas a experimentar el mejor de los placeres que has experimentado nunca. Es así de simple.
Ella se quedó inmóvil y en silencio ante él. No sonaba tan simple.
Porque hasta aquel momento, con Tom, siempre se sintió... como si tuviera elección. En todo lo que habían hecho juntos. Sus relaciones sexuales habían alcanzado tal extremo porque ella perdió sus inhibiciones y había deseado que ocurriese.
Pero aquello, en aquel momento, le daba la sensación de que era algo impuesto, a diferencia de las otras cosas que habían hecho. Puede que lo que le aguardara detrás de aquella puerta fuera algo que tuviera que soportar, sin que hubiera salida fácil. La fantasía era al mismo tiempo tentadora e... intimidatoria.
—Estoy un poco asustada —le dijo, decidió hablar con sinceridad. —No estoy segura de que quiera estar ahí, de que quiera hacer esto.
Él se quedó en silencio, pero sus ojos negros la atravesaron cuando una vez más, le colocó las manos sobre la parte superior de los brazos para prepararla.
—¿Te he dado hasta ahora otra cosa que no sea placer?
—No.
—¿Te arrepientes de algo?
—No —ni siquiera de lo que había pasado con Jenelle. Parte de ella había temido sentirse arrepentida o extraña al despertarse esa misma mañana, pero no había sido el caso.
—Nunca planeé que pasara esto, _________. Pero me gusta ayudarte a descubrir a la chica mala que hay en ti. Me gusta llevarte más y más profundamente en esa parte de ti misma. Y esto es solo... el siguiente paso. El último paso. ¿No quieres ver lo que es?
Cuando se lo describió de aquella manera, muy a su pesar, quiso verlo. Así que casi paralizada aunque deseando agradarle —otra vez, siempre—, asintió.
Y lo escuchó decir:
—Buena chica.
Entonces observaron mientras él golpeaba la aldaba grande, dorada y en forma de cabeza de león que había en la puerta del palacio de Calígula.
Quizás había empezado a formarse alguna imagen de lo que ocurría allí, una fiesta hedonista, que seguramente incluía sexo hedonista. Pero no podía haberse imaginado el elaborado ambiente que la aguardaba cuando se abrió la puerta del palacio. Tom otra vez colocó la mano en su región lumbar para dirigirla hacia la expansiva sala.
Había muchos murales que enmarcaban cada pared, y le hacían parecer como si estuvieran en realidad dentro de un enorme palacio, en un vestíbulo alineando con grandes ventanas que revelaban unos jardines romanos perfectamente arreglados con fuentes y un carro de caballos que paseaba por allí. Entre las ventanas se levantaban enormes mesas repletas de uvas, queso y jarras de vino.
Pero los cuadros y la comida no eran —hasta ese momento— la principal atracción. En medio de aquel espacio, había unas grandes columnas que creaban un enorme círculo. Entre cada una de ellas descansaba una cama blanca cubierta por almohadas de dorado metálico que se esparcían por la superficie, y la mayoría estaban ocupadas por gente que iba vestida como Tom y como ella. En el círculo de dentro había dos pequeñas piscinas rectangulares rociadas con lirios de agua, y varias personas, algunas sumergidas con las togas, otras nadando desnudas. Entre los dos baños se levantaba un gran dosel en el que una mujer rubia y atractiva hacía turnos para besarse con dos hombres; los tres estaban desnudos excepto por la corona de laureles que llevaban en la cabeza y parecían preparados para hacer algo más que simplemente besarse.
_________ quería detenerse, intentar absorberlo todo desde la distancia antes de acercarse demasiado, pero otra mujer vestida con toga los dirigió hacia una de las camas vacías.
Echó un vistazo a su alrededor, y se dio cuenta de que la mayoría de los visitantes de las camas observaban a la gente que había en la plataforma, aunque algunos estaban entregados ya a sus propios placeres. Una pareja se besaba, con las manos en las piernas del otro, bajo sus togas y ella fue testigo de cómo una chica sentada detrás de otra se inclinaba para cubrirle los pechos a la segunda mientras un hombre se arrodillaba entre las piernas de la misma chica, y se inclinaba para comerla. En otra cama, había dos hombres musculosos y guapos que se estaban dando el lote.
—Relájate y permítete disfrutar de todo esto —le susurró Tom mientras se acomodaban juntos en la cama. No estaba muy segura de lo que tenía que hacer, así que se sentó con las rodillas dobladas ligeramente ante ella, incapaz de negar cómo de bueno —incluso cómodo—la hacía sentir que Tom le rodeara la cintura con sus brazos desde detrás.
Y durante los primeros segundos, no pudo creer que estuviera observando abiertamente a tanta gente que mantenía relaciones sexuales en una habitación iluminada con luces brillantes, y un desconcierto puro que rodaba la vergüenza la corroyó.
Entonces, algo ocurrió.
Ella se dio cuenta de que nadie más se sentía avergonzado. Simplemente estaban disfrutando de la fantasía, de la bacanal, ya que el club estaba diseñado para que así lo hicieran.
Y se dio cuenta de que era imposible no empezar a sentirse más excitada con cada segundo que pasaba. A cualquier punto en el que recaían sus ojos, algo sensual estaba teniendo lugar.
En la piscina ubicada cerca de ellos, había una mujer desnuda con un ánfora bajo la espalda mientras un hombre le lamía entre las piernas. Una mujer bien proporcionada con una toga emergió de los escalones de la piscina, con el agua extendiéndose por su vestido y dejando sus enormes pechos casi al descubierto, y también su trasero, a través de aquella tela fina. Se tumbó sobre una cama vacía, y después le hizo gestos a un hombre con toga que había cerca y que llevaba una bandeja de uvas en la mano. Fue hacia ella, dejó colgando un racimo de uvas de color púrpura justo por encima de su boca, y permitió que mordiera una de ellas.
En el centro de la habitación, la encantadora rubia estaba ahora colocada sobre sus manos y rodillas en un lujoso diván, y el miembro de uno de los hombres le entraba por detrás, mientras el otro le follaba la boca. _________ nunca había visto algo parecido.
Y aunque podía escucharse la música romanesca —haciéndola imaginar unos cuantos sujetos de Calígula's tocando las liras y los laúdes en alguna esquina distante de la habitación— la melodía estaba interrumpida por los sonidos del sexo: gemidos, suspiros, respiración dificultosa.
Poco a poco, _________ estaba empezando a sentirse más fascinada que asombrada.
Se inclinó para preguntarle a Tom.
—¿Cómo funciona esto? ¿Cuáles son las reglas?
Se dio la vuelta y vio una sonrisa algo recriminatoria.
—Supongo que no has leído lo que has firmado.
Bueno, no muy detenidamente. Había visto la parte de confidencialidad y había firmado con la pluma, estaba demasiado intranquila como para pensar con claridad.
—Quizás no. Así que cuéntamelo.
—Puedes limitarte a mirar si así lo deseas, o follar con quien quieras que se presente. Pero la gente que trabaja aquí hará todo lo que desees tú, darte de comer fruta, tontear contigo o follar si se lo pides.
—Vaya —dijo ella en un suspiro de sorpresa ante la «fiesta» de elecciones que se le presentaban allí. Luego, volvió a mirar a Tom. —¿Y cómo distingues a la gente que trabaja aquí de la gente que no trabaja?
—Por los brazaletes —señaló hacia el chico que todavía dejaba caer las uvas en la boca de la mujer que parecía como si estuviera compitiendo en un concurso de togas mojadas. Una banda de metal dorado rodeaba su antebrazo y, al estudiar atentamente la habitación, _________ se dio cuenta de que había mucha gente que los llevaba. Las mujeres cuyas vulvas estaban siendo comidas en la piscina, por ejemplo. Y los tres amantes que había en la tarima.
Cuando Tom vio que _________ estaba mirando en aquella dirección, le dijo:
—Solo los empleados follan en el escenario central. Tiene turnos durante toda la noche para mantener entretenida a la gente.
Dios, pensó ella, sexo sin parar. Durante toda la noche. ¿Cómo sería trabajar en aquel lugar? ¿Follar en ese diván durante toda la vida? Hasta aquel momento, se imaginaba cada aspecto del comercio sexual como algo sucio, degradante e indeseable, pero durante una décima de segundo, observar a aquella mujer recibiendo un placer tan completo por dos guapos romanos con sus cuerpos musculosos y sus miembros grandes y duras, _________ pensó que quizás aquello no fuera tan malo.
—¿Qué hay de... las enfermedades? —no pudo evitar preguntar.
—Hay preservativos debajo de cada cama —le informó Tom. —Y también juguetes sexuales completamente nuevos —cuando ella abrió los ojos de par en par, él añadió: —es como una especie de mini-bar en un hotel, cualquier cosa que cojas de allí será cargado a tu cuenta.
Incapaz de resistir a la tentación, _________ se inclinó sobre el borde de la cama y echó hacia atrás la manta blanca. En realidad, aparte de un bol poco hondo lleno de preservativos había una increíble variedad de vibradores y otros instrumentos con forma de pene, ¡y algunas cosas que ni siquiera pudo reconocer!
—¿Te gusta lo que ves? —preguntó él cuando ella se levantó, probablemente con una expresión estupefacta en la cara.
Ella se mordió el labio y contestó con sinceridad.
—Me gusta mucho más lo que veo aquí arriba.
—Ven aquí —le dijo él, después le dio un beso. Alrededor de ellos, notas sensuales de la lira todavía flotaban en el ambiente de la habitación y más gemidos y gruñidos resonaban, creando toda una sinfonía erótica, pero en aquel momento, todo en lo que ella podía fijarse era en Tom. Y cuando levantó la mano hacia su pecho, y lo acarició mientras sus besos descendían hacia su cuello, ni siquiera le importó que pudieran verla los demás.
Con aquella rapidez, de alguna manera se aclimató.
—¿Es tan horrible como habías imaginado? —le susurró al oído, y ella sintió la calidez de su aliento en el cuello.
Se dio cuenta de que su mirada estaba rezagada de nuevo en el trío que había en el centro de la habitación. La rubia ahora se turnaba para chupar a los hombres.
—Es horrible y es... llamativo —dijo ella con suavidad, intentado analizar sus emociones. —¿Cómo es posible que me sienta a la vez horrorizada y... completamente cautivada?
—¿Quizás porque piensas demasiado? —le sugirió él entre unos besos que ahora le atravesaban el pecho.
Ella le lanzó una mirada sensual como respuesta.
—Debe ser genial ser un hombre, sin tener que sentir demasiado ni pensar demasiado.
—Pues se te ha dado muy bien esta semana, nena, y deberías volver a hacerlo ahora mismo.
Desde luego, él tenía razón. Se las había arreglado para descubrir un mundo sexual completamente nuevo con su guía y su habilidad por hacerla deshacerse de la vieja _________ durante aquella semana. Pero estar inmersa en algo tan enteramente escandaloso había amenazado con llevarla de vuelta allí.
Hasta ese momento. Porque no estaba dispuesta a permitirlo.
En lugar de eso, iba a cerrar los ojos. Beber de la sensación que le provocaba los besos de Tom sobre su pecho, su pulgar acariciando su endurecido pezón. Embriagarse con los sonidos de placer que la rodeaban. Y... comerse una uva. Eso era lo que quería hacer. Dejar que un hombre la alimentara con una uva mientras Tom la besaba. Quería ser así de atrevida. Quería dar ese paso. Y justo entonces, levantó la mano para hacerle señales a un guapo moreno que llevaba un brazalete dorado y sujetaba una bandeja de uvas, mientras que Tom deslizaba la mano por la tela blanca diáfana que le cubría los senos, desnudándolos, pero ella no lo detuvo.
No podía hacerlo.
—Bienvenidos al Imperio Sagrado de Roma. Han sido invitados al palacio de Calígula para disfrutar de una gran bacanal. Muchos de los invitados del emperador han llegado ya. Durante su estancia, sus deseos serán los deseos de Calígula. Pueden sumergirse en sus baños, comer sus uvas, beber su vino, jugar con otros visitantes, disfrutar de cada placer que los aguarda. También pueden elegir solo observar nuestro festival romano de desenfreno. Sea lo que sea lo que elijan, sean respetuosos con los demás y recuerden... cuando estén en Roma, sigan las costumbres de los romanos.
La grabación acabó justo en el momento preciso en el que llegaron a las amplias puertas dobles, bajo una elaborada fachada de construcción romana. El ambiente ya era abrumador.
—¿Debería estar nerviosa? —le preguntó a Tom una vez que se apagó la voz.
—No —dijo él. —Deberías estar... abierta a todo.
Ella se detuvo y lo miró. Había decidido estar preparada para aquello —fuera lo que fuera— cuando había estado con Clodia, cuando era más un juego de disfraces, pero ahora empezaba a preocuparse otra vez.
—¿A qué te refieres con eso?
Su respuesta llegó con un tono sereno y directo.
—Me refiero a que al principio va a asombrarte lo que vas a ver, pero después te relajarás y disfrutarás. Vas a dejarte llevar. Justo como lo hiciste en la Torre Eiffel. Y en la góndola. Y la pasada noche, con Jenelle. Vas a experimentar el mejor de los placeres que has experimentado nunca. Es así de simple.
Ella se quedó inmóvil y en silencio ante él. No sonaba tan simple.
Porque hasta aquel momento, con Tom, siempre se sintió... como si tuviera elección. En todo lo que habían hecho juntos. Sus relaciones sexuales habían alcanzado tal extremo porque ella perdió sus inhibiciones y había deseado que ocurriese.
Pero aquello, en aquel momento, le daba la sensación de que era algo impuesto, a diferencia de las otras cosas que habían hecho. Puede que lo que le aguardara detrás de aquella puerta fuera algo que tuviera que soportar, sin que hubiera salida fácil. La fantasía era al mismo tiempo tentadora e... intimidatoria.
—Estoy un poco asustada —le dijo, decidió hablar con sinceridad. —No estoy segura de que quiera estar ahí, de que quiera hacer esto.
Él se quedó en silencio, pero sus ojos negros la atravesaron cuando una vez más, le colocó las manos sobre la parte superior de los brazos para prepararla.
—¿Te he dado hasta ahora otra cosa que no sea placer?
—No.
—¿Te arrepientes de algo?
—No —ni siquiera de lo que había pasado con Jenelle. Parte de ella había temido sentirse arrepentida o extraña al despertarse esa misma mañana, pero no había sido el caso.
—Nunca planeé que pasara esto, _________. Pero me gusta ayudarte a descubrir a la chica mala que hay en ti. Me gusta llevarte más y más profundamente en esa parte de ti misma. Y esto es solo... el siguiente paso. El último paso. ¿No quieres ver lo que es?
Cuando se lo describió de aquella manera, muy a su pesar, quiso verlo. Así que casi paralizada aunque deseando agradarle —otra vez, siempre—, asintió.
Y lo escuchó decir:
—Buena chica.
Entonces observaron mientras él golpeaba la aldaba grande, dorada y en forma de cabeza de león que había en la puerta del palacio de Calígula.
Quizás había empezado a formarse alguna imagen de lo que ocurría allí, una fiesta hedonista, que seguramente incluía sexo hedonista. Pero no podía haberse imaginado el elaborado ambiente que la aguardaba cuando se abrió la puerta del palacio. Tom otra vez colocó la mano en su región lumbar para dirigirla hacia la expansiva sala.
Había muchos murales que enmarcaban cada pared, y le hacían parecer como si estuvieran en realidad dentro de un enorme palacio, en un vestíbulo alineando con grandes ventanas que revelaban unos jardines romanos perfectamente arreglados con fuentes y un carro de caballos que paseaba por allí. Entre las ventanas se levantaban enormes mesas repletas de uvas, queso y jarras de vino.
Pero los cuadros y la comida no eran —hasta ese momento— la principal atracción. En medio de aquel espacio, había unas grandes columnas que creaban un enorme círculo. Entre cada una de ellas descansaba una cama blanca cubierta por almohadas de dorado metálico que se esparcían por la superficie, y la mayoría estaban ocupadas por gente que iba vestida como Tom y como ella. En el círculo de dentro había dos pequeñas piscinas rectangulares rociadas con lirios de agua, y varias personas, algunas sumergidas con las togas, otras nadando desnudas. Entre los dos baños se levantaba un gran dosel en el que una mujer rubia y atractiva hacía turnos para besarse con dos hombres; los tres estaban desnudos excepto por la corona de laureles que llevaban en la cabeza y parecían preparados para hacer algo más que simplemente besarse.
_________ quería detenerse, intentar absorberlo todo desde la distancia antes de acercarse demasiado, pero otra mujer vestida con toga los dirigió hacia una de las camas vacías.
Echó un vistazo a su alrededor, y se dio cuenta de que la mayoría de los visitantes de las camas observaban a la gente que había en la plataforma, aunque algunos estaban entregados ya a sus propios placeres. Una pareja se besaba, con las manos en las piernas del otro, bajo sus togas y ella fue testigo de cómo una chica sentada detrás de otra se inclinaba para cubrirle los pechos a la segunda mientras un hombre se arrodillaba entre las piernas de la misma chica, y se inclinaba para comerla. En otra cama, había dos hombres musculosos y guapos que se estaban dando el lote.
—Relájate y permítete disfrutar de todo esto —le susurró Tom mientras se acomodaban juntos en la cama. No estaba muy segura de lo que tenía que hacer, así que se sentó con las rodillas dobladas ligeramente ante ella, incapaz de negar cómo de bueno —incluso cómodo—la hacía sentir que Tom le rodeara la cintura con sus brazos desde detrás.
Y durante los primeros segundos, no pudo creer que estuviera observando abiertamente a tanta gente que mantenía relaciones sexuales en una habitación iluminada con luces brillantes, y un desconcierto puro que rodaba la vergüenza la corroyó.
Entonces, algo ocurrió.
Ella se dio cuenta de que nadie más se sentía avergonzado. Simplemente estaban disfrutando de la fantasía, de la bacanal, ya que el club estaba diseñado para que así lo hicieran.
Y se dio cuenta de que era imposible no empezar a sentirse más excitada con cada segundo que pasaba. A cualquier punto en el que recaían sus ojos, algo sensual estaba teniendo lugar.
En la piscina ubicada cerca de ellos, había una mujer desnuda con un ánfora bajo la espalda mientras un hombre le lamía entre las piernas. Una mujer bien proporcionada con una toga emergió de los escalones de la piscina, con el agua extendiéndose por su vestido y dejando sus enormes pechos casi al descubierto, y también su trasero, a través de aquella tela fina. Se tumbó sobre una cama vacía, y después le hizo gestos a un hombre con toga que había cerca y que llevaba una bandeja de uvas en la mano. Fue hacia ella, dejó colgando un racimo de uvas de color púrpura justo por encima de su boca, y permitió que mordiera una de ellas.
En el centro de la habitación, la encantadora rubia estaba ahora colocada sobre sus manos y rodillas en un lujoso diván, y el miembro de uno de los hombres le entraba por detrás, mientras el otro le follaba la boca. _________ nunca había visto algo parecido.
Y aunque podía escucharse la música romanesca —haciéndola imaginar unos cuantos sujetos de Calígula's tocando las liras y los laúdes en alguna esquina distante de la habitación— la melodía estaba interrumpida por los sonidos del sexo: gemidos, suspiros, respiración dificultosa.
Poco a poco, _________ estaba empezando a sentirse más fascinada que asombrada.
Se inclinó para preguntarle a Tom.
—¿Cómo funciona esto? ¿Cuáles son las reglas?
Se dio la vuelta y vio una sonrisa algo recriminatoria.
—Supongo que no has leído lo que has firmado.
Bueno, no muy detenidamente. Había visto la parte de confidencialidad y había firmado con la pluma, estaba demasiado intranquila como para pensar con claridad.
—Quizás no. Así que cuéntamelo.
—Puedes limitarte a mirar si así lo deseas, o follar con quien quieras que se presente. Pero la gente que trabaja aquí hará todo lo que desees tú, darte de comer fruta, tontear contigo o follar si se lo pides.
—Vaya —dijo ella en un suspiro de sorpresa ante la «fiesta» de elecciones que se le presentaban allí. Luego, volvió a mirar a Tom. —¿Y cómo distingues a la gente que trabaja aquí de la gente que no trabaja?
—Por los brazaletes —señaló hacia el chico que todavía dejaba caer las uvas en la boca de la mujer que parecía como si estuviera compitiendo en un concurso de togas mojadas. Una banda de metal dorado rodeaba su antebrazo y, al estudiar atentamente la habitación, _________ se dio cuenta de que había mucha gente que los llevaba. Las mujeres cuyas vulvas estaban siendo comidas en la piscina, por ejemplo. Y los tres amantes que había en la tarima.
Cuando Tom vio que _________ estaba mirando en aquella dirección, le dijo:
—Solo los empleados follan en el escenario central. Tiene turnos durante toda la noche para mantener entretenida a la gente.
Dios, pensó ella, sexo sin parar. Durante toda la noche. ¿Cómo sería trabajar en aquel lugar? ¿Follar en ese diván durante toda la vida? Hasta aquel momento, se imaginaba cada aspecto del comercio sexual como algo sucio, degradante e indeseable, pero durante una décima de segundo, observar a aquella mujer recibiendo un placer tan completo por dos guapos romanos con sus cuerpos musculosos y sus miembros grandes y duras, _________ pensó que quizás aquello no fuera tan malo.
—¿Qué hay de... las enfermedades? —no pudo evitar preguntar.
—Hay preservativos debajo de cada cama —le informó Tom. —Y también juguetes sexuales completamente nuevos —cuando ella abrió los ojos de par en par, él añadió: —es como una especie de mini-bar en un hotel, cualquier cosa que cojas de allí será cargado a tu cuenta.
Incapaz de resistir a la tentación, _________ se inclinó sobre el borde de la cama y echó hacia atrás la manta blanca. En realidad, aparte de un bol poco hondo lleno de preservativos había una increíble variedad de vibradores y otros instrumentos con forma de pene, ¡y algunas cosas que ni siquiera pudo reconocer!
—¿Te gusta lo que ves? —preguntó él cuando ella se levantó, probablemente con una expresión estupefacta en la cara.
Ella se mordió el labio y contestó con sinceridad.
—Me gusta mucho más lo que veo aquí arriba.
—Ven aquí —le dijo él, después le dio un beso. Alrededor de ellos, notas sensuales de la lira todavía flotaban en el ambiente de la habitación y más gemidos y gruñidos resonaban, creando toda una sinfonía erótica, pero en aquel momento, todo en lo que ella podía fijarse era en Tom. Y cuando levantó la mano hacia su pecho, y lo acarició mientras sus besos descendían hacia su cuello, ni siquiera le importó que pudieran verla los demás.
Con aquella rapidez, de alguna manera se aclimató.
—¿Es tan horrible como habías imaginado? —le susurró al oído, y ella sintió la calidez de su aliento en el cuello.
Se dio cuenta de que su mirada estaba rezagada de nuevo en el trío que había en el centro de la habitación. La rubia ahora se turnaba para chupar a los hombres.
—Es horrible y es... llamativo —dijo ella con suavidad, intentado analizar sus emociones. —¿Cómo es posible que me sienta a la vez horrorizada y... completamente cautivada?
—¿Quizás porque piensas demasiado? —le sugirió él entre unos besos que ahora le atravesaban el pecho.
Ella le lanzó una mirada sensual como respuesta.
—Debe ser genial ser un hombre, sin tener que sentir demasiado ni pensar demasiado.
—Pues se te ha dado muy bien esta semana, nena, y deberías volver a hacerlo ahora mismo.
Desde luego, él tenía razón. Se las había arreglado para descubrir un mundo sexual completamente nuevo con su guía y su habilidad por hacerla deshacerse de la vieja _________ durante aquella semana. Pero estar inmersa en algo tan enteramente escandaloso había amenazado con llevarla de vuelta allí.
Hasta ese momento. Porque no estaba dispuesta a permitirlo.
En lugar de eso, iba a cerrar los ojos. Beber de la sensación que le provocaba los besos de Tom sobre su pecho, su pulgar acariciando su endurecido pezón. Embriagarse con los sonidos de placer que la rodeaban. Y... comerse una uva. Eso era lo que quería hacer. Dejar que un hombre la alimentara con una uva mientras Tom la besaba. Quería ser así de atrevida. Quería dar ese paso. Y justo entonces, levantó la mano para hacerle señales a un guapo moreno que llevaba un brazalete dorado y sujetaba una bandeja de uvas, mientras que Tom deslizaba la mano por la tela blanca diáfana que le cubría los senos, desnudándolos, pero ella no lo detuvo.
No podía hacerlo.
miércoles, 16 de marzo de 2011
CAP 39
Cogieron un taxi que los llevó de vuelta al Strip, y por el camino siguieron hablando de negocios, y vaya, había tanto que aprender acerca del trabajo que, en ciertos momentos, _________ se preguntaba si podría ser capaz de hacerlo bien todo.
Por supuesto, también coquetearon y se dieron el lote un poquito. Lo suficiente como para que cuando llegaron a los casinos iluminados por las luces de neón y que se levantaban a ambos lados del taxi, ella estuviera pensando más en hacer cosas atrevidas con Tom que en la música. Cada vez que él la besaba, las sensaciones parecían apoderarse de ella haciéndola sentir hormigueos en el pecho y palpitaciones en la vulva. La tela pegajosa de su camiseta se frotaba contra sus endurecidos pezones con cada movimiento que hacía, añadiendo más a su sensibilidad.
Así que, una vez más, no se dio cuenta de que el taxi había entrado en la avenida. En realidad estuvo tan ocupada entrelazando la lengua con la de su amante que la pilló desprevenida cuando el taxi se detuvo al lado de otro de los toldos grandes de neón que daban a los resorts más grandes. Tom pagó al conductor, después la llevó hacia otro vestíbulo bullicioso y elegante lleno de gente, y ella se preguntó si no iban a visitar otra discoteca de moda y subida de tono como el Rendezvous. Pero no se molestó en preguntarlo, porque sabía que él solo le concedería una mirada de censura y recordándole que era una sorpresa.
Se acercaron a la mesa del recepcionista, donde un atractivo hombre con traje negro levantó la cabeza para mirarlos, después se puso de pie.
—Señor Kaulitz, bienvenido de nuevo —tendió la mano para dársela a Tom y, como de costumbre, _________ se quedó allí de pie sorprendida por la cantidad de personas que lo conocían y que claramente veneraban.
Tom sonrió con tranquilidad.
—Gracias, Richard.
La mirada de Richard se dirigió rápidamente hacia _________, y después volvió a concentrarse en Tom.
—¿Puedo atreverme a decir que les gustaría visitar nuestra discoteca especial esta noche?
Cuando Tom asintió, Richard sonrió y después salió del mostrador.
—Por aquí —dijo, guiándolos a través de la planta del casino y del sonido de las monedas y las máquinas, hasta que llegaron a una esquina trasera de la sala y a una puerta más que insulsa en donde se podía leer «PRIVADO». _________ supuso que se trataba de un almacén o del cuarto de mantenimiento hasta que Richard insertó la llave en la cerradura de la puerta.
—Que disfruten de la velada —les dijo, y invitándolos a entrar, dejando después que la puerta se cerrara tras ellos.
_________ se encontró en un espacio que más o menos era igual de grande que un almacén, aunque estaba adornado con la decoración lujosa de Las Vegas —una moqueta afelpada de color rojo y papel de pared de color café y dorado —y ante ellos había una puerta dorada y brillante de un ascensor. Tom presionó el único botón y se encendió una flecha ascendente y _________ le dijo:
—Eh, sé que esto es una sorpresa, pero... ¿por qué está este lugar detrás de una puerta cerrada con llave?
—Es una discoteca muy privada —le dijo, con una expresión que no revelaba nada.
Tragó saliva, empezaba a sentirse algo nerviosa.
—¿Cómo de privada?
Justo entonces, se abrió la puerta del ascensor. Dentro, las paredes estaban cubiertas por espejos de arriba abajo, y en cada esquina lucía una moldura gruesa de oro que se levantaba del suelo hasta el techo. Entraron y Tom le puso la mano en la región lumbar.
—No hay mucha gente que sepa de su existencia —le contestó—, y cuando lleguemos arriba, tendremos que firmar una declaración que dice que no revelaremos nada acerca del club, de su localización, de lo que veamos, de a quién veamos, a nadie.
—Eh, ¿por qué? —sintió un hormigueo en la piel. —No se hace nada ilegal ahí arriba, ¿verdad?
Tom recorrió sus brazos de arriba abajo con las palmas de las manos, en un gesto tranquilizador.
—Relájate, nena. Solo es un lugar adonde viene la gente para disfrutar de actividades que prefieren hacer en privado, eso es todo.
—Oh —no es que realmente hubiera contestado a su pregunta, o satisfecho sus curiosidades.
Pero antes de que pudiera preguntarle nada más, terminó el paseo, y las puertas del ascensor se abrieron para revelar una zona pequeña y oscura que automáticamente daba a otra puerta brillante y dorada. Sobre ella, otro viejo letrero, con una escritura que parecía romana y que decía Caligula's.
Al salir del ascensor, se dio la vuelta para mirar a Tom.
—Calígula. ¿No era el emperador romano que tenía un montón de relaciones sexuales enfermas y pervertidas?
Los ojos de Tom resplandecieron en respuesta.
—Correcto —y sin otra palabra más, abrió la puerta dorada.
Dentro _________ encontró un pasillo alineado con arcos romanos de un blanco inmaculado cubierto de flores y vegetación. Las paredes de ambos lados lucían murales que daban la impresión de levantarse sobre una calle romana, la calle de la antigua ciudad que se expandía hacia todas direcciones delante de ellos. Un hombre y una mujer, los dos muy atractivos y ataviados con una toga blanca y una orla dorada, salieron a darles la bienvenida.
—Bienvenidos a Roma —dijo el chico, levantando la mano como si estuviera enseñando el esplendor de la ciudad. Alrededor de su cabeza descansaba una corona dorada de laurel como aquellas que llevaban el César y otros hombres en la época.
—Nos alegramos de su llegada —dijo la chica, con un tono de voz cálido y formal. Su vestido corto en forma de toga se anudaba en uno de sus hombros y dejaban sus pezones claramente visibles a través de la tela blanca. Llevaba dos hojas de papel que parecían deteriorados pergaminos atados con una fina cuerda de oro. —Estos son los términos en los que deben estar de acuerdo antes de entrar en nuestra bella ciudad —después señaló hacia dos arcos abiertos que había a cada lado del vestíbulo. —Y aquí encontrarán las prendas que llevan nuestros ciudadanos; elijan una de su preferencia y prepárense para disfrutar de una noche llena de sensuales deleites, unos que probablemente no hayan conocido nunca.
—Señorita, encontrará su vestuario al atravesar el arco de la derecha —dijo el chico—, y señor, proceda por la izquierda.
Y antes de saber qué es lo que estaba sucediendo, _________ se encontró a sí misma conducida hacia el arco indicado, con el rollo de pergamino apretado en el puño.
No estaba segura de si se sintió feliz o desgraciada al encontrar a otra «ciudadana de Roma» esperando dentro. La encantadora chica morena llevaba otro revelador vestido blanco y sonrió con agrado cuando _________ entró.
—Bienvenida —le dijo. —Soy su doncella, Clodia. Una vez que haya firmado el documento, la ayudaré a elegir su atuendo para la velada.
_________ se quedó muda de asombro, dado que todavía no sabía exactamente lo que ocurría allí.
—Eh, de acuerdo —apresuradamente, desenrolló el pergamino y encontró, en una escritura de aspecto histórico, el mismo mensaje general que Tom le había confiado. Firmó con un elegante bolígrafo que parecía una pluma, se lo pasó a Clodia, quien después, señaló hacia varios tipos de toga para mujer que habían expuestos en las maniquíes que las rodeaban.
—Cuando haga su elección —dijo la mujer—, tenga en cuenta que deberá deshacerse de toda la ropa que lleva ahora puesta. Todas las joyas y la ropa interior incluidas.
—Ya veo —murmuró _________, estudiando los escasos vestidos.
Eligió el mismo que llevaba puesto Clodia, una toga con cuerdas doradas al hombro que descendían hasta unas copas blancas y sedosas para sujetarle los pechos y un cuerpo rodeado de cuerdas doradas y entrecruzadas. El dobladillo variado quedaba a medio muslo a un lado, y un poco más arriba al otro.
Cuando se metió en su vestuario privado, temió que su vulva pudiera vislumbrarse con total facilidad a través de aquella tela, pero decidió no preocuparse por ello, ya que todas las togas eran cortas, y habían sido diseñadas para el sexo, después de todo. Como también parecía ser el caso con todos los atuendos, sus pezones se distinguían claramente a través del vestido blanco y el corte de la tela creaba un escote generoso. No estaba segura de si se sentía tímida o sexy cuando salió hacia donde Clodia la esperaba.
—Encantadora —le dijo la joven mujer, mientras la miraba de arriba abajo, con un estudio lento que hizo que un escalofrío de anticipación le recorriera a _________ la columna vertebral.
Después, se puso unos zapatos dorados, esencialmente unas sandalias de tacón con cintas que se entrecruzaban por las pantorrillas. Finalmente, eligieron un tocado de los muchos disponibles, un círculo de lazos entrecruzados de oro que descansaron sobre su cabeza como una delicada corona.
—Ahí tiene —le dijo Clodia, llevándola hacia el espejo. —Ahora es usted una perfecta diosa romana.
Y, oh Dios, era verdad. Sintió como si fuera a ir a una fiesta de Halloween, pero... el tipo de fiesta al que probablemente quisiera ir Tom, donde cada mujer era excitante y sexy y cada hombre estaba preparado. Aunque ella nunca se había rendido a ningún tipo de fantasía romana, de repente sintió que quizás pudiera meterse en todo aquello y, por primera vez desde que habían salido del ascensor, se sintió verdaderamente emocionada por ver lo que le esperaba exactamente.
—Vaya —le dijo Clodia, todavía en su papel. —Reúnase con su amante. Está esperando para llevarla a una bacanal en el palacio del emperador.
Al salir al vestíbulo, _________ encontró a Tom, muy atractivo ataviado con su propia toga blanca y la corona de laurel. Ella no podía haber imaginado que le parecería tan excitante con lo que técnicamente era un vestido, aunque por otro lado, no estaba segura de si algún día Tom no le fuera a parecer atractivo. Tampoco pudo evitar fijarse en la cruz que todavía adornaba su cuello, a pesar de la regla de no llevar joya alguna.
Los ojos de Tom la recorrieron apreciativamente de arriba abajo, haciendo que la vulva le palpitara ligeramente.
—Jo*der, nena, debería haberte traído aquí antes.
Al instante se sintió preocupada por el hecho de haber acabado con el mismo problema de la noche anterior, sin bragas que absorbieran su humedad, pero tenía cosas más importantes en las que pensar. Le presionó el torso con las palmas de las manos, dejó que sus ojos se abrieran un poco más, pero habló con un tono de voz bajo ya que los recibidores estaban todavía cerca.
—Entonces dime, ¿qué pasa aquí exactamente?
Él le apretó suavemente los codos, y la miró con una expresión sensual.
—Estás a punto de descubrirlo.
Estaba también a punto de protestar cuando la mujer del vestido blanco que los había recibido en la entrada se acercó a ellos.
—Sigan adelante, hacia el placer —les dijo con una sonrisa, así que Tom llevó a _________ por el pasillo que todavía se extendía alineado con murales romanos cuando una voz empezó a resonar de unos altavoces escondidos.
Por supuesto, también coquetearon y se dieron el lote un poquito. Lo suficiente como para que cuando llegaron a los casinos iluminados por las luces de neón y que se levantaban a ambos lados del taxi, ella estuviera pensando más en hacer cosas atrevidas con Tom que en la música. Cada vez que él la besaba, las sensaciones parecían apoderarse de ella haciéndola sentir hormigueos en el pecho y palpitaciones en la vulva. La tela pegajosa de su camiseta se frotaba contra sus endurecidos pezones con cada movimiento que hacía, añadiendo más a su sensibilidad.
Así que, una vez más, no se dio cuenta de que el taxi había entrado en la avenida. En realidad estuvo tan ocupada entrelazando la lengua con la de su amante que la pilló desprevenida cuando el taxi se detuvo al lado de otro de los toldos grandes de neón que daban a los resorts más grandes. Tom pagó al conductor, después la llevó hacia otro vestíbulo bullicioso y elegante lleno de gente, y ella se preguntó si no iban a visitar otra discoteca de moda y subida de tono como el Rendezvous. Pero no se molestó en preguntarlo, porque sabía que él solo le concedería una mirada de censura y recordándole que era una sorpresa.
Se acercaron a la mesa del recepcionista, donde un atractivo hombre con traje negro levantó la cabeza para mirarlos, después se puso de pie.
—Señor Kaulitz, bienvenido de nuevo —tendió la mano para dársela a Tom y, como de costumbre, _________ se quedó allí de pie sorprendida por la cantidad de personas que lo conocían y que claramente veneraban.
Tom sonrió con tranquilidad.
—Gracias, Richard.
La mirada de Richard se dirigió rápidamente hacia _________, y después volvió a concentrarse en Tom.
—¿Puedo atreverme a decir que les gustaría visitar nuestra discoteca especial esta noche?
Cuando Tom asintió, Richard sonrió y después salió del mostrador.
—Por aquí —dijo, guiándolos a través de la planta del casino y del sonido de las monedas y las máquinas, hasta que llegaron a una esquina trasera de la sala y a una puerta más que insulsa en donde se podía leer «PRIVADO». _________ supuso que se trataba de un almacén o del cuarto de mantenimiento hasta que Richard insertó la llave en la cerradura de la puerta.
—Que disfruten de la velada —les dijo, y invitándolos a entrar, dejando después que la puerta se cerrara tras ellos.
_________ se encontró en un espacio que más o menos era igual de grande que un almacén, aunque estaba adornado con la decoración lujosa de Las Vegas —una moqueta afelpada de color rojo y papel de pared de color café y dorado —y ante ellos había una puerta dorada y brillante de un ascensor. Tom presionó el único botón y se encendió una flecha ascendente y _________ le dijo:
—Eh, sé que esto es una sorpresa, pero... ¿por qué está este lugar detrás de una puerta cerrada con llave?
—Es una discoteca muy privada —le dijo, con una expresión que no revelaba nada.
Tragó saliva, empezaba a sentirse algo nerviosa.
—¿Cómo de privada?
Justo entonces, se abrió la puerta del ascensor. Dentro, las paredes estaban cubiertas por espejos de arriba abajo, y en cada esquina lucía una moldura gruesa de oro que se levantaba del suelo hasta el techo. Entraron y Tom le puso la mano en la región lumbar.
—No hay mucha gente que sepa de su existencia —le contestó—, y cuando lleguemos arriba, tendremos que firmar una declaración que dice que no revelaremos nada acerca del club, de su localización, de lo que veamos, de a quién veamos, a nadie.
—Eh, ¿por qué? —sintió un hormigueo en la piel. —No se hace nada ilegal ahí arriba, ¿verdad?
Tom recorrió sus brazos de arriba abajo con las palmas de las manos, en un gesto tranquilizador.
—Relájate, nena. Solo es un lugar adonde viene la gente para disfrutar de actividades que prefieren hacer en privado, eso es todo.
—Oh —no es que realmente hubiera contestado a su pregunta, o satisfecho sus curiosidades.
Pero antes de que pudiera preguntarle nada más, terminó el paseo, y las puertas del ascensor se abrieron para revelar una zona pequeña y oscura que automáticamente daba a otra puerta brillante y dorada. Sobre ella, otro viejo letrero, con una escritura que parecía romana y que decía Caligula's.
Al salir del ascensor, se dio la vuelta para mirar a Tom.
—Calígula. ¿No era el emperador romano que tenía un montón de relaciones sexuales enfermas y pervertidas?
Los ojos de Tom resplandecieron en respuesta.
—Correcto —y sin otra palabra más, abrió la puerta dorada.
Dentro _________ encontró un pasillo alineado con arcos romanos de un blanco inmaculado cubierto de flores y vegetación. Las paredes de ambos lados lucían murales que daban la impresión de levantarse sobre una calle romana, la calle de la antigua ciudad que se expandía hacia todas direcciones delante de ellos. Un hombre y una mujer, los dos muy atractivos y ataviados con una toga blanca y una orla dorada, salieron a darles la bienvenida.
—Bienvenidos a Roma —dijo el chico, levantando la mano como si estuviera enseñando el esplendor de la ciudad. Alrededor de su cabeza descansaba una corona dorada de laurel como aquellas que llevaban el César y otros hombres en la época.
—Nos alegramos de su llegada —dijo la chica, con un tono de voz cálido y formal. Su vestido corto en forma de toga se anudaba en uno de sus hombros y dejaban sus pezones claramente visibles a través de la tela blanca. Llevaba dos hojas de papel que parecían deteriorados pergaminos atados con una fina cuerda de oro. —Estos son los términos en los que deben estar de acuerdo antes de entrar en nuestra bella ciudad —después señaló hacia dos arcos abiertos que había a cada lado del vestíbulo. —Y aquí encontrarán las prendas que llevan nuestros ciudadanos; elijan una de su preferencia y prepárense para disfrutar de una noche llena de sensuales deleites, unos que probablemente no hayan conocido nunca.
—Señorita, encontrará su vestuario al atravesar el arco de la derecha —dijo el chico—, y señor, proceda por la izquierda.
Y antes de saber qué es lo que estaba sucediendo, _________ se encontró a sí misma conducida hacia el arco indicado, con el rollo de pergamino apretado en el puño.
No estaba segura de si se sintió feliz o desgraciada al encontrar a otra «ciudadana de Roma» esperando dentro. La encantadora chica morena llevaba otro revelador vestido blanco y sonrió con agrado cuando _________ entró.
—Bienvenida —le dijo. —Soy su doncella, Clodia. Una vez que haya firmado el documento, la ayudaré a elegir su atuendo para la velada.
_________ se quedó muda de asombro, dado que todavía no sabía exactamente lo que ocurría allí.
—Eh, de acuerdo —apresuradamente, desenrolló el pergamino y encontró, en una escritura de aspecto histórico, el mismo mensaje general que Tom le había confiado. Firmó con un elegante bolígrafo que parecía una pluma, se lo pasó a Clodia, quien después, señaló hacia varios tipos de toga para mujer que habían expuestos en las maniquíes que las rodeaban.
—Cuando haga su elección —dijo la mujer—, tenga en cuenta que deberá deshacerse de toda la ropa que lleva ahora puesta. Todas las joyas y la ropa interior incluidas.
—Ya veo —murmuró _________, estudiando los escasos vestidos.
Eligió el mismo que llevaba puesto Clodia, una toga con cuerdas doradas al hombro que descendían hasta unas copas blancas y sedosas para sujetarle los pechos y un cuerpo rodeado de cuerdas doradas y entrecruzadas. El dobladillo variado quedaba a medio muslo a un lado, y un poco más arriba al otro.
Cuando se metió en su vestuario privado, temió que su vulva pudiera vislumbrarse con total facilidad a través de aquella tela, pero decidió no preocuparse por ello, ya que todas las togas eran cortas, y habían sido diseñadas para el sexo, después de todo. Como también parecía ser el caso con todos los atuendos, sus pezones se distinguían claramente a través del vestido blanco y el corte de la tela creaba un escote generoso. No estaba segura de si se sentía tímida o sexy cuando salió hacia donde Clodia la esperaba.
—Encantadora —le dijo la joven mujer, mientras la miraba de arriba abajo, con un estudio lento que hizo que un escalofrío de anticipación le recorriera a _________ la columna vertebral.
Después, se puso unos zapatos dorados, esencialmente unas sandalias de tacón con cintas que se entrecruzaban por las pantorrillas. Finalmente, eligieron un tocado de los muchos disponibles, un círculo de lazos entrecruzados de oro que descansaron sobre su cabeza como una delicada corona.
—Ahí tiene —le dijo Clodia, llevándola hacia el espejo. —Ahora es usted una perfecta diosa romana.
Y, oh Dios, era verdad. Sintió como si fuera a ir a una fiesta de Halloween, pero... el tipo de fiesta al que probablemente quisiera ir Tom, donde cada mujer era excitante y sexy y cada hombre estaba preparado. Aunque ella nunca se había rendido a ningún tipo de fantasía romana, de repente sintió que quizás pudiera meterse en todo aquello y, por primera vez desde que habían salido del ascensor, se sintió verdaderamente emocionada por ver lo que le esperaba exactamente.
—Vaya —le dijo Clodia, todavía en su papel. —Reúnase con su amante. Está esperando para llevarla a una bacanal en el palacio del emperador.
Al salir al vestíbulo, _________ encontró a Tom, muy atractivo ataviado con su propia toga blanca y la corona de laurel. Ella no podía haber imaginado que le parecería tan excitante con lo que técnicamente era un vestido, aunque por otro lado, no estaba segura de si algún día Tom no le fuera a parecer atractivo. Tampoco pudo evitar fijarse en la cruz que todavía adornaba su cuello, a pesar de la regla de no llevar joya alguna.
Los ojos de Tom la recorrieron apreciativamente de arriba abajo, haciendo que la vulva le palpitara ligeramente.
—Jo*der, nena, debería haberte traído aquí antes.
Al instante se sintió preocupada por el hecho de haber acabado con el mismo problema de la noche anterior, sin bragas que absorbieran su humedad, pero tenía cosas más importantes en las que pensar. Le presionó el torso con las palmas de las manos, dejó que sus ojos se abrieran un poco más, pero habló con un tono de voz bajo ya que los recibidores estaban todavía cerca.
—Entonces dime, ¿qué pasa aquí exactamente?
Él le apretó suavemente los codos, y la miró con una expresión sensual.
—Estás a punto de descubrirlo.
Estaba también a punto de protestar cuando la mujer del vestido blanco que los había recibido en la entrada se acercó a ellos.
—Sigan adelante, hacia el placer —les dijo con una sonrisa, así que Tom llevó a _________ por el pasillo que todavía se extendía alineado con murales romanos cuando una voz empezó a resonar de unos altavoces escondidos.
lunes, 14 de marzo de 2011
CAP 38 LA SEXTA NOCHE
aaaaaaaaa ya va la sexta noche :D
Aquella noche cogieron un taxi en Fremont Street, la morada de la vieja Las Vegas, donde quedaban unos cuantos casinos que habían triunfado desde el nacimiento de la ciudad. Se había convertido en el lugar perfecto para los artistas callejeros, atrayendo a mimos y artistas y magos, así como a músicos. Tom explicaba de camino que siempre echaba un vistazo a Fremont Street cuando iba a Las Vegas.
—Normalmente no encuentras nada que merezca la pena —concluyó—, pero encontré allí a Graham Maxwell, así que no quiero arriesgarme a perder a alguien que sea genial —Graham Maxwell era un pianista de jazz cuyos CD habían dado ganancias respetables a Blue Night durante los últimos diez años.
_________ se había vestido muy informal en comparación con la noche pasada. Llevaba unos pantalones de pitillo blancos y una camiseta fucsia. Normalmente, se las habría arreglado para ponerse un sujetador sin tirantes bajo aquella prenda en particular, pero las experiencias de la semana habían alterado verdaderamente su manera de ver las cosas —al menos durante el tiempo que estuviera en Las Vegas—, así que no se había molestado, ni le importaba si sus pezones se entreveían un poco. Como de costumbre, se sentía de una manera completamente diferente, sexy en el brazo de Tom, como si estuviera con un hombre tan atractivo que le diera permiso para ser picante.
Llegaron temprano a cenar en un restaurante especializado en bistecs que Tom conocía y después se fueron a la calle. Tras ver a un aerógrafo increíblemente espectacular trabajando y a un malabarista con zancos, se toparon con un quiosco de música que había en un extremo de la calle, donde un chico con un ligero exceso de peso tocaba el piano y cantaba éxitos de Billy Joel y Elton John. La multitud parecía entretenida, pero Tom y _________ llegaron rápidamente a la conclusión de que no había nada únicamente atractivo en aquel hombre.
Atravesaron de vuelta la avenida principal, y encontraron a un chico que tocaba la guitarra y cantaba suaves clásicos del rock con una voz arenosa y fuerte que se volvía suave justo en el momento que la canción requería. Lentamente, la multitud empezaba a acumularse a su alrededor y los que pasaban por allí dejaban caer monedas en el estuche abierto de su guitarra. Entre las canciones, señalaba a su mujer y a su bebé, que estaban cerca de él, observándolo. Parecía un hippie maduro, de unos cuarenta años, pero con el pelo rubio recogido en una cola de caballo; y quizás incluso fuera un asaltacunas porque su joven mujer no tendría más de veintidós años. Pero cuando le dedicó su versión de «I Love You» de Climax Blues Band, _________ sintió que se le enternecía el corazón.
—Me gusta —le dijo a Tom cuando acabó la canción.
—Te gusta porque piensas que es sensible y romántico.
Ella se dio la vuelta para mirarlo, sonriente, y sorprendida. —¿Y qué te hace pensar que valoro ese tipo de cosas? Él le devolvió la sonrisa.
—Quizás esté equivocado, quizás no sea verdad que lo hagas. Pero me da la sensación de que la chica que solía ver en la oficina de Blue Night valoraba esas cosas.
Ella parpadeó, todavía sentía curiosidad.
—¿Y por qué piensas eso? ¿Solo porque una vez te dije que me gustaba el sexo en privado y que había estado un poco más sometida cuando estaba casada?
Él se encogió de hombros.
—Solo era una corazonada.
—¿No habíamos conseguido olvidar aquello de la mujer correcta y remilgada? Quiero decir, si valoro tanto el romance, ¿cómo es posible que haya tenido una aventura loca y salvaje contigo toda la semana y que ni siquiera parpadee ante el hecho de que regresaremos de vuelta al negocio como si tal cosa en solo un par de días?
Su sonrisa se desvaneció, solo ligeramente, y ella casi lamentó haber dicho aquello, porque les recordaba a los dos que todo terminaría pronto. Después de todo, ¿qué pasaba si él había estado planeando cambiar de opinión de alguna manera, y seguir viéndola cuando regresaran a Los Ángeles?
—¿Quieres saber lo que realmente pienso? —le preguntó él al final.
Ella tragó saliva, supo que su sonrisa también se había desvanecido.
—Claro.
—Creo que he llegado a tu vida en un momento en el que estabas herida por lo de tu divorcio. Yo nunca he estado casado, ni divorciado, pero conozco a un montón de personas que sí lo han estado y sé que el divorcio puede cambiar completamente a una persona, cambiar sus deseos o la manera en la que ven la vida. E incluso si tú eres ahora más salvaje, y más aventurera, creo que en lo más profundo de tu ser siempre serás una mujer que se deshace un poco con un tipo como este —señaló al hombre que tocaba la guitarra. —Un hombre que dedica una dulce canción a su mujer.
_________ apenas sabía qué contestarle. Porque pensaba que probablemente tuviera razón. No tenía la más mínima intención de regresar de nuevo a las costumbres que tenía la vieja y remilgada _________ cuando todo aquello se acabara, pero... sí, posiblemente siempre apreciaría a un hombre dulce y cariñoso. Solo Dios sabía que había apreciado el hecho de que aquel mismo día Tom le hubiera dado el control sobre la carrera de Austin, que la había conmovido el gesto... probablemente demasiado. E incluso si no quería volver a ser alguien remilgada, tampoco podía imaginarse yéndose a la cama con alguien con tanta facilidad como lo había hecho con Tom.
—Supongo... que me tienes bien calada, Kaulitz.
—No parezcas tan desgraciada por ello —le dijo, con un tono de voz alegre. —No es un crimen.
Como de costumbre, cuando discutían temas como aquellos, ella era honesta con él.
—Quizás no quiera sentirme de esa manera. Quizás solo quiero ser una chica sucia y nada más.
Él la miró directamente a los ojos, toda expresión de diversión había desparecido de su cara.
—Pero entonces no serías tú, _________. Y para tu información, a mí me gusta todo el paquete. Me gusta la chica sucia. Pero también me gusta lo dulce que eres, lo real que eres. Joder, me gusta hasta poder tener una conversación inteligente contigo. No siempre pasa así con las mujeres que conozco.
Oh. Así que le estaba diciendo que le gustaba tal y como era. O solo la nueva _________ en la que se había convertido. Y no estaba muy segura de cómo contestar a todo aquello, pero la frase «te quiero» le vino a la mente. Y ya que aquello era definitivamente una mala idea, lo tomó de la mano y simplemente irguió el cuerpo para darle un beso.
—La cosa es —le dijo él entonces— que no vamos a contratar a este hombre.
_________ arrugó la nariz, en una expresión de decepción.
—Pero parecen...
—Parecen necesitar el dinero, lo sé —le dijo él. —Solo que estamos en el negocio de la música y no en el negocio de la caridad, nena. Eso es algo que debes tener siempre en mente, ¿de acuerdo?
Él tenía razón, por supuesto, así que ella asintió.
—Excepto porque... es bueno. Realmente bueno. ¿No crees? E incluso tiene una buena presencia para el escenario.
—Pero todavía no ha tocado ni una canción original.
—Eso no significa que no las tenga.
Tom sonrió, probablemente por lo argumentativa que se había vuelto de repente.
—Te diré qué vamos a hacer. Cuando haga un descanso, puedes presentarte. Dale mi tarjeta pero escribe tu nombre en el reverso. Dile que te envíe un CD de canciones originales si es que las tiene. ¿Qué te parece?
Ella sonrió.
—Me parece perfecto.
Y así hizo.
Cuando el hombre dejó de tocar, dijo que estaría de vuelta en pocos minutos; _________ tomó una gran bocanada de aire y se acercó a él, dejando que Tom se quedara en el perímetro, junto a la multitud. Cuando _________ le dijo a aquel hombre que trabajaba para Blue Night Records, sus ojos arrugados en las comisuras se iluminaron y le concedió una gran sonrisa que dejaba bien claro que necesitaba algo de cuidado dental. Después de que ella expresara sus intereses, le pidió que le enviara un CD de cualquier música original que tuviera, y él le dio las gracias estrechándole la mano con tanta fuerza que casi se la arranca. Entonces levantó la mirada y vio que Tom estaba sonriéndole.
—Buen trabajo —le dijo, y le pasó el brazo por los hombros cuando se dieron la vuelta para irse. —En realidad ha sido divertido.
—¿Ves? Te lo dije, este es el mejor trabajo del mundo cuando puedes alegrarle el día de alguien, o en algunos casos, la vida.
—Entonces, ¿qué vamos a hacer ahora?
—Bueno —le dijo él, con una expresión juguetona, y después echó un vistazo a su alrededor, a la mezcla de artesanos y turistas—, podemos hacer que te hagan una caricatura. O podemos provocar a uno de los mimos. O podemos... empezar con tu sorpresa.
Sintiéndose tímida y segura con aquella sugerencia, le dijo:
—Esta sorpresa es de naturaleza sexual, ¿verdad?
Él asintió.
—Por supuesto.
—Entonces, dámela, cariño.
Aquella noche cogieron un taxi en Fremont Street, la morada de la vieja Las Vegas, donde quedaban unos cuantos casinos que habían triunfado desde el nacimiento de la ciudad. Se había convertido en el lugar perfecto para los artistas callejeros, atrayendo a mimos y artistas y magos, así como a músicos. Tom explicaba de camino que siempre echaba un vistazo a Fremont Street cuando iba a Las Vegas.
—Normalmente no encuentras nada que merezca la pena —concluyó—, pero encontré allí a Graham Maxwell, así que no quiero arriesgarme a perder a alguien que sea genial —Graham Maxwell era un pianista de jazz cuyos CD habían dado ganancias respetables a Blue Night durante los últimos diez años.
_________ se había vestido muy informal en comparación con la noche pasada. Llevaba unos pantalones de pitillo blancos y una camiseta fucsia. Normalmente, se las habría arreglado para ponerse un sujetador sin tirantes bajo aquella prenda en particular, pero las experiencias de la semana habían alterado verdaderamente su manera de ver las cosas —al menos durante el tiempo que estuviera en Las Vegas—, así que no se había molestado, ni le importaba si sus pezones se entreveían un poco. Como de costumbre, se sentía de una manera completamente diferente, sexy en el brazo de Tom, como si estuviera con un hombre tan atractivo que le diera permiso para ser picante.
Llegaron temprano a cenar en un restaurante especializado en bistecs que Tom conocía y después se fueron a la calle. Tras ver a un aerógrafo increíblemente espectacular trabajando y a un malabarista con zancos, se toparon con un quiosco de música que había en un extremo de la calle, donde un chico con un ligero exceso de peso tocaba el piano y cantaba éxitos de Billy Joel y Elton John. La multitud parecía entretenida, pero Tom y _________ llegaron rápidamente a la conclusión de que no había nada únicamente atractivo en aquel hombre.
Atravesaron de vuelta la avenida principal, y encontraron a un chico que tocaba la guitarra y cantaba suaves clásicos del rock con una voz arenosa y fuerte que se volvía suave justo en el momento que la canción requería. Lentamente, la multitud empezaba a acumularse a su alrededor y los que pasaban por allí dejaban caer monedas en el estuche abierto de su guitarra. Entre las canciones, señalaba a su mujer y a su bebé, que estaban cerca de él, observándolo. Parecía un hippie maduro, de unos cuarenta años, pero con el pelo rubio recogido en una cola de caballo; y quizás incluso fuera un asaltacunas porque su joven mujer no tendría más de veintidós años. Pero cuando le dedicó su versión de «I Love You» de Climax Blues Band, _________ sintió que se le enternecía el corazón.
—Me gusta —le dijo a Tom cuando acabó la canción.
—Te gusta porque piensas que es sensible y romántico.
Ella se dio la vuelta para mirarlo, sonriente, y sorprendida. —¿Y qué te hace pensar que valoro ese tipo de cosas? Él le devolvió la sonrisa.
—Quizás esté equivocado, quizás no sea verdad que lo hagas. Pero me da la sensación de que la chica que solía ver en la oficina de Blue Night valoraba esas cosas.
Ella parpadeó, todavía sentía curiosidad.
—¿Y por qué piensas eso? ¿Solo porque una vez te dije que me gustaba el sexo en privado y que había estado un poco más sometida cuando estaba casada?
Él se encogió de hombros.
—Solo era una corazonada.
—¿No habíamos conseguido olvidar aquello de la mujer correcta y remilgada? Quiero decir, si valoro tanto el romance, ¿cómo es posible que haya tenido una aventura loca y salvaje contigo toda la semana y que ni siquiera parpadee ante el hecho de que regresaremos de vuelta al negocio como si tal cosa en solo un par de días?
Su sonrisa se desvaneció, solo ligeramente, y ella casi lamentó haber dicho aquello, porque les recordaba a los dos que todo terminaría pronto. Después de todo, ¿qué pasaba si él había estado planeando cambiar de opinión de alguna manera, y seguir viéndola cuando regresaran a Los Ángeles?
—¿Quieres saber lo que realmente pienso? —le preguntó él al final.
Ella tragó saliva, supo que su sonrisa también se había desvanecido.
—Claro.
—Creo que he llegado a tu vida en un momento en el que estabas herida por lo de tu divorcio. Yo nunca he estado casado, ni divorciado, pero conozco a un montón de personas que sí lo han estado y sé que el divorcio puede cambiar completamente a una persona, cambiar sus deseos o la manera en la que ven la vida. E incluso si tú eres ahora más salvaje, y más aventurera, creo que en lo más profundo de tu ser siempre serás una mujer que se deshace un poco con un tipo como este —señaló al hombre que tocaba la guitarra. —Un hombre que dedica una dulce canción a su mujer.
_________ apenas sabía qué contestarle. Porque pensaba que probablemente tuviera razón. No tenía la más mínima intención de regresar de nuevo a las costumbres que tenía la vieja y remilgada _________ cuando todo aquello se acabara, pero... sí, posiblemente siempre apreciaría a un hombre dulce y cariñoso. Solo Dios sabía que había apreciado el hecho de que aquel mismo día Tom le hubiera dado el control sobre la carrera de Austin, que la había conmovido el gesto... probablemente demasiado. E incluso si no quería volver a ser alguien remilgada, tampoco podía imaginarse yéndose a la cama con alguien con tanta facilidad como lo había hecho con Tom.
—Supongo... que me tienes bien calada, Kaulitz.
—No parezcas tan desgraciada por ello —le dijo, con un tono de voz alegre. —No es un crimen.
Como de costumbre, cuando discutían temas como aquellos, ella era honesta con él.
—Quizás no quiera sentirme de esa manera. Quizás solo quiero ser una chica sucia y nada más.
Él la miró directamente a los ojos, toda expresión de diversión había desparecido de su cara.
—Pero entonces no serías tú, _________. Y para tu información, a mí me gusta todo el paquete. Me gusta la chica sucia. Pero también me gusta lo dulce que eres, lo real que eres. Joder, me gusta hasta poder tener una conversación inteligente contigo. No siempre pasa así con las mujeres que conozco.
Oh. Así que le estaba diciendo que le gustaba tal y como era. O solo la nueva _________ en la que se había convertido. Y no estaba muy segura de cómo contestar a todo aquello, pero la frase «te quiero» le vino a la mente. Y ya que aquello era definitivamente una mala idea, lo tomó de la mano y simplemente irguió el cuerpo para darle un beso.
—La cosa es —le dijo él entonces— que no vamos a contratar a este hombre.
_________ arrugó la nariz, en una expresión de decepción.
—Pero parecen...
—Parecen necesitar el dinero, lo sé —le dijo él. —Solo que estamos en el negocio de la música y no en el negocio de la caridad, nena. Eso es algo que debes tener siempre en mente, ¿de acuerdo?
Él tenía razón, por supuesto, así que ella asintió.
—Excepto porque... es bueno. Realmente bueno. ¿No crees? E incluso tiene una buena presencia para el escenario.
—Pero todavía no ha tocado ni una canción original.
—Eso no significa que no las tenga.
Tom sonrió, probablemente por lo argumentativa que se había vuelto de repente.
—Te diré qué vamos a hacer. Cuando haga un descanso, puedes presentarte. Dale mi tarjeta pero escribe tu nombre en el reverso. Dile que te envíe un CD de canciones originales si es que las tiene. ¿Qué te parece?
Ella sonrió.
—Me parece perfecto.
Y así hizo.
Cuando el hombre dejó de tocar, dijo que estaría de vuelta en pocos minutos; _________ tomó una gran bocanada de aire y se acercó a él, dejando que Tom se quedara en el perímetro, junto a la multitud. Cuando _________ le dijo a aquel hombre que trabajaba para Blue Night Records, sus ojos arrugados en las comisuras se iluminaron y le concedió una gran sonrisa que dejaba bien claro que necesitaba algo de cuidado dental. Después de que ella expresara sus intereses, le pidió que le enviara un CD de cualquier música original que tuviera, y él le dio las gracias estrechándole la mano con tanta fuerza que casi se la arranca. Entonces levantó la mirada y vio que Tom estaba sonriéndole.
—Buen trabajo —le dijo, y le pasó el brazo por los hombros cuando se dieron la vuelta para irse. —En realidad ha sido divertido.
—¿Ves? Te lo dije, este es el mejor trabajo del mundo cuando puedes alegrarle el día de alguien, o en algunos casos, la vida.
—Entonces, ¿qué vamos a hacer ahora?
—Bueno —le dijo él, con una expresión juguetona, y después echó un vistazo a su alrededor, a la mezcla de artesanos y turistas—, podemos hacer que te hagan una caricatura. O podemos provocar a uno de los mimos. O podemos... empezar con tu sorpresa.
Sintiéndose tímida y segura con aquella sugerencia, le dijo:
—Esta sorpresa es de naturaleza sexual, ¿verdad?
Él asintió.
—Por supuesto.
—Entonces, dámela, cariño.
sábado, 12 de marzo de 2011
Cap 37
A _________ todavía le temblaba todo el cuerpo media hora más tarde cuando Tom y ella atravesaban cogidos de la mano el casino del hotel y el vestíbulo que llevaba a las puertas principales. Como le había pasado a menudo desde el momento que había empezado a follarse a Tom, la experiencia la había dejado casi aturdida. Aturdida porque se sentía descarada. Y sentirse descarada en aquel lugar era algo muy fácil, allí en la Ciudad el Pecado, allí con Tom.
No podía creer lo que acababa de hacer con él, pero no se arrepentía de nada. Tom y el aura hedonista de aquella ciudad estaban enseñándole a vivir, a vivir realmente, a experimentarlo todo, a embriagarse de todo.
Cuando salieron por una puerta rotatoria de latón hacia el taxi que los esperaba, una cálida brisa nocturna sopló sobre su vestido y le recordó, una vez más, que no llevaba puesto nada de ropa interior, su tanga estaba guardado en el bolsillo de la chaqueta de Tom.
—Solo para que lo sepas —dijo él con una sonrisa traviesa bajo las luces del gran toldo que tenían arriba. —Jenelle no era parte de tu sorpresa. Esa parte ha sido puro hallazgo fortuito.
El calor le coloreó las mejillas cuando suspiró y levantó la cabeza para mirarlo. No se sentía con remordimientos, ni siquiera exactamente avergonzada, pero sentía un poco de timidez y lo admitió:
—Nunca pensé que pudiera... ya sabes... desear estar con una mujer.
Él le lanzó una mirada segura y de complicidad.
—El sexo no es siempre lógico. Solo sientes lo que sientes.
—¿Quién lo hubiera creído? —dijo con un suspiro. —¿Y adivina qué? Al parecer, no me importa compartirte, después de todo.
Tom soltó una carcajada mientras el portero les sujetaba abierta la puerta del taxi para que entraran.
—Al menos, a veces —terminó suavemente, después de meterse dentro. Ya sabía que... bueno, incluso a pesar de lo asombroso de la experiencia, no quisiera hacerlo todo el tiempo. Es más, anhelaba más el tipo de sexo como el que habían compartido en la bañera, lento, sin prisas, y solos.
Después de darle las indicaciones al taxista para que los llevara de vuelta al Venecia, él le susurró:
—Eres asombrosa.
Ella se mordió el labio, y se preguntó cuánto tendría que confesarle.
—De alguna manera tú... haces que desee serlo. Asombrosa. Y entonces... lo soy.
Intercambiaron dulces sonrisas en el oscuro asiento trasero del coche que ahora se incorporaba a Las Vegas Boulevard.
—Realmente lo eres, ya lo sabes —le dijo él. —Nunca hubiera podido soñar que fueras tan...
—Yo tampoco —meditó ella cuando la voz de Tom se desvaneció y le hizo ganarse un beso. Después de lo cual ella le preguntó con un tono juguetón: —Entonces, ¿cómo vas a superar esto? ¿Cómo vas a llevarme ahora a nuevas alturas?
Él miró hacia otro lugar.
—Ya lo verás.
Ahora que parecía ser la única que bromeaba le dijo:
—¿Qué? ¿Qué has planeado para ahora?
Él ladeó la cabeza, le lanzó una mirada llena de picardía y se inclinó cerca de su oído, y ella deseó escuchar las mismas palabras que tenía en la mente, pero en lugar de eso él solo dijo:
—Nena. Es una sorpresa.
-----------------------------------------------------------------------------------------------
Tom se dio la vuelta en la cama y le dio gracias al cielo por haber sido lo suficientemente inteligente y no haber concertado una cita con Austin Colé para el desayuno. Eran las diez de la mañana, lo que significaba que Las Vegas Strip estaba empezando a agitarse con los turistas que salían a ver los monumentos de la ciudad antes de que la temperatura alcanzara un grado infernal, pero dentro de su habitación, había gruesas cortinas que bloqueaban la entrada del sol, y aquello les permitía a _________ y a él dormir y recuperarse de la noche pasada.
Vio a _________ acostada a su lado en la cama, preciosa y desnuda. Se habían ido directamente a la cama después de haber llegado a la habitación, pero no antes de que ella se deshiciera de su sexy vestido. Temía que estaba empezando a acostumbrarse a todo aquello, a acomodarse contra su cuerpo desnudo por la noche, a abrazarla de vez en cuando y embriagarse con su calor.
Mie*rda, lo de la pasada noche había estado... más allá de sus fantasías más salvajes. Al menos en lo que concernía a _________. Solo había estado con dos mujeres una vez. Pero no había experimentado las cosas que había sentido la pasada noche, puro sobrecogimiento y puro... cariño. Y cuando se despertaba en aquel momento, acurrucado alrededor de ella, se sintió más acogido y seguro de lo que podía llegar a entender.
Había algo en aquella emoción que lo llevaba atrás en el tiempo... hasta Angie.
Los dos habían tenido relaciones sexuales, por supuesto, perdieron la virginidad juntos. Y aunque ambos habían vivido en sus casas respectivas, a medida que se habían hecho mayores, tuvieron alguna oportunidad de pasar la noche solos. Y quizás... quizás se sentía de aquella manera entonces, sentía el cálido consuelo de despertarse junto a alguien que amaba.
Pero él siempre había sabido que estaba hecho para algo más que lo que le deparaba la vida en Brooklyn, así que, por mucho que Angie le hubiera importado, cada día que pasaba las aspiraciones que él tenía en la vida habían deteriorado la relación con más dudas.
Aunque con _________, le daba la sensación casi como si pudiera tenerlo todo. La dulce y genuina chica que un hombre puede llevar a casa para que conozca a su madre... y la nena sexy y salvaje que nunca teme experimentar cosas nuevas, que nunca teme dejarse llevar por sus placeres. Mie*rda, ¿por qué demonios estaba pensando en llevarla a casa de sus padres entre todas las demás cosas? El no llevaba nunca a casa a las mujeres. Nunca. No desde Angie.
Porque él no se metía en ninguna relación.
Porque él no deseaba ese tipo de vida.
«Y será mejor que lo tengas siempre en mente, Kaulitz».
Después de todo, a _________ y él solo le quedaban dos noches más juntos antes de que se dirigieran de vuelta a Los Ángeles. El día en el que él había planeado poner fin a todo aquello. Y todavía le parecía lógico.
¿O no?
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—De acuerdo, hablaremos la semana que viene —dijo Tom, mientras llevaba a Austin Colé y a su madre, quien se había mostrado recelosa durante la reunión y tenía un montón de preguntas acerca del contrato que le estaban ofreciendo a su hijo, hacia la puerta de la habitación. —Y si entre tanto, a usted o a su abogado les surge cualquier tipo de pregunta que yo pueda aclararle, por favor, no duden en llamarme.
_________ lo observó cerrar las puertas dobles, que los dejaban solos en la habitación otra vez. Había guardado silencio casi la mayor parte de la reunión, durante la cual también habían comido. Ella había estado escuchando la manera en la que Tom contestaba a la mujer tan meticulosamente, siempre respetando sus preguntas, aunque en ocasiones se volvieran repetitivas y confusas. _________ solo había contribuido en algo a la conversación para dejarle saber a Austin cuánto adoraba ella su música y cuánto deseaba tenerlo a bordo de Blue Night. Aunque daba la casualidad de que solo tres días antes de aquello, un explorador de una gran discográfica se había acercado a Austin, y que por supuesto, también le había ofrecido una suma importante de dinero.
—La ventaja —le decía Tom a _________ ahora, mientras atravesaba el vestíbulo enlosado— es que hemos conseguido ser los primeros en reunimos con ellos —el representante de la otra compañía se había limitado a invitarles a Los Ángeles la próxima semana, en lugar de hablar de negocios en la ciudad en la que Austin vivía. —Hemos tenido la oportunidad de demostrarle a Austin cómo de interesados estamos en él, hemos conseguido dejarle saber que vamos a respetar su música y finalmente, que va a recibir una atención personal por nuestra parte.
—¿Y cuál es el inconveniente? —preguntó _________, que estaba todavía sentada a la mesa.
Tom suspiró.
—Simplemente no tenemos tanto dinero como el que ellos pueden ofrecerle.
—Entonces, ¿qué esperanzas tenemos? ¿Por qué se iría él con nosotros?
—Por las razones que te acabo de mencionar. A él le gustamos, de eso estoy seguro. Y es un chico brillante, creo que ha hecho sus deberes sobre el negocio y conoce y entiende los beneficios adicionales de trabajar con una empresa más pequeña. Sabe que llegará a sentirse como un pez pequeño en un gran estanque con el otro tipo, pero que si viene con nosotros, tendrá toda nuestra atención.
»Y en realidad, ha sido muy inteligente de su parte y de su madre no apresurarse a tomar ninguna decisión, a hablar con un abogado, a averiguar lo que le ofrecen ambos bandos antes de decantarse por uno de ellos. Para ser francos, nuestro trabajo consiste en darnos prisa para que la gente firme un contrato antes de que puedan ser descubiertos por otras personas, justo como hicimos con Blush, pero cuando un artista es lo suficientemente avispado como para no lanzarse al primer contrato que le muestran en sus narices, tengo que respetarlo y trabajar con él en ello.
_________ nunca había pensado acerca de aquello, acerca de que a pesar de haber hecho un montón de preguntas sobre el contrato, las chicas de Blush habían firmado sin buscar ningún consejo legal, sin preguntar a sus familias o amigos, nada. Y aquel había sido el objetivo de Tom —y ahora era el suyo: —lograr que los artistas hicieran precisamente eso. De repente, vio aquello como otra parte de su trabajo en el que quizás no pudiera destacar: intentar empujar a alguien a hacer algo que puede que no respondiera a sus mejores intereses.
—¿Qué pasa? —le preguntó Tom. Sus sentimientos debieron haberse reflejado en su cara, algo en lo que realmente debía trabajar si quería convertirse en una buena representante de A&R.
—Nada —mintió ella. Se había dado cuenta de que le resultaba muy fácil ser sincera con Tom cuando hablaban de sexo u otras cosas, pero en los últimos días, había notado que hablar de su nuevo trabajo le resultaba... menos fácil. La verdad era que cuanto más aprendía acerca de él, más empezaba a preguntarse si realmente se le daría bien hacerlo.
—Escucha —dijo él—, si conseguimos a Austin, y eso es precisamente lo que pretendo, incluso si tengo que ponerme de rodillas y rogarle, quiero que seas tú quien se encargue de él.
—¿Cómo? —ladeó la cabeza.
—Quiero que él sea tu primer artista oficial.
Ella sintió cómo se le abría la boca por la sorpresa.
—Estás bromeando.
Aun así él confundió su reacción con preocupación.
—Que no cunda el pánico, nena, estaré ahí a cada paso para guiarte por el camino. Y creo que el chico será grande, y no demasiado temperamental. Te dará una gran ventaja en el negocio, será él el artista en el que apuestes, el que saque tu nombre ahí fuera.
_________ dejó escapar una gran bocanada de aire. ¿Realmente le estaba ofreciendo aquello
—Tom, no tienes que hacerlo. Quiero decir, no es justo. Eres tú el que ha pasado el tiempo hablando con él y su madre hoy, no yo. Tú eres la persona que a él le gusta, y seguramente la persona con la que quiere trabajar. Y... —suspiró, y su voz se volvió más suave cuando se sintió sin fuerzas, dejando caer los ojos sobre las vetas de madera de la mesa. —En realidad, no he hecho nada para merecerme un regalo así.
En respuesta, Tom se sentó en la silla que había a su lado, giró a _________ hacia sí, y le cogió las manos entre las suyas.
—_________, tengo mucha fe puesta en ti para este negocio. Pero no es fácil lograr que la gente confíe en ti con algo tan grande como una carrera musical, y puede ser muy duro conseguir el primer artista con éxito. Empezar con alguien prometedor bajo tu custodia significa tener la mitad de la batalla ganada. Así que quiero hacer esto por ti, ¿de acuerdo? No voy a aceptar un no como respuesta.
El nudo que se le había formado a _________ en la garganta apenas la dejaba respirar. Había resultado muy fácil olvidarse de la terrible verdad que estaba ocultándole a Tom cuando estaban besándose o coqueteando, en la cena o escuchando música, cuando iban a las discotecas o tenían relaciones sexuales. Pero ahora, en aquel momento, no podía olvidarse de ello. En realidad, era lo único en lo que podía pensar.
Nunca se había sentido tan asombrada o conmovida —o tan terriblemente culpable— en toda la vida.
—Así están las cosas. Lo contratamos, tú te encargas de él. ¿Vale?
Todavía no podía darle una respuesta. Así que en lugar de eso se lanzó a sus brazos y lo besó, con todo el amor que había en su corazón y toda la admiración de su alma. Lo besó hasta que él tiró de ella hasta su regazo, le puso las manos en el trasero y ella se montó a horcajadas en la amplia silla. Finalmente acabaron los besos, se quedaron allí simplemente sentados, en silencio, y Tom inclinó la frente hasta rozar la suya, en un gesto dulce que a ella le encantaba. Y una sonrisa lenta y patentada se le desplegó en la cara cuando le dijo:
—Ese es el tipo de respuesta que me gusta.
No podía creer lo que acababa de hacer con él, pero no se arrepentía de nada. Tom y el aura hedonista de aquella ciudad estaban enseñándole a vivir, a vivir realmente, a experimentarlo todo, a embriagarse de todo.
Cuando salieron por una puerta rotatoria de latón hacia el taxi que los esperaba, una cálida brisa nocturna sopló sobre su vestido y le recordó, una vez más, que no llevaba puesto nada de ropa interior, su tanga estaba guardado en el bolsillo de la chaqueta de Tom.
—Solo para que lo sepas —dijo él con una sonrisa traviesa bajo las luces del gran toldo que tenían arriba. —Jenelle no era parte de tu sorpresa. Esa parte ha sido puro hallazgo fortuito.
El calor le coloreó las mejillas cuando suspiró y levantó la cabeza para mirarlo. No se sentía con remordimientos, ni siquiera exactamente avergonzada, pero sentía un poco de timidez y lo admitió:
—Nunca pensé que pudiera... ya sabes... desear estar con una mujer.
Él le lanzó una mirada segura y de complicidad.
—El sexo no es siempre lógico. Solo sientes lo que sientes.
—¿Quién lo hubiera creído? —dijo con un suspiro. —¿Y adivina qué? Al parecer, no me importa compartirte, después de todo.
Tom soltó una carcajada mientras el portero les sujetaba abierta la puerta del taxi para que entraran.
—Al menos, a veces —terminó suavemente, después de meterse dentro. Ya sabía que... bueno, incluso a pesar de lo asombroso de la experiencia, no quisiera hacerlo todo el tiempo. Es más, anhelaba más el tipo de sexo como el que habían compartido en la bañera, lento, sin prisas, y solos.
Después de darle las indicaciones al taxista para que los llevara de vuelta al Venecia, él le susurró:
—Eres asombrosa.
Ella se mordió el labio, y se preguntó cuánto tendría que confesarle.
—De alguna manera tú... haces que desee serlo. Asombrosa. Y entonces... lo soy.
Intercambiaron dulces sonrisas en el oscuro asiento trasero del coche que ahora se incorporaba a Las Vegas Boulevard.
—Realmente lo eres, ya lo sabes —le dijo él. —Nunca hubiera podido soñar que fueras tan...
—Yo tampoco —meditó ella cuando la voz de Tom se desvaneció y le hizo ganarse un beso. Después de lo cual ella le preguntó con un tono juguetón: —Entonces, ¿cómo vas a superar esto? ¿Cómo vas a llevarme ahora a nuevas alturas?
Él miró hacia otro lugar.
—Ya lo verás.
Ahora que parecía ser la única que bromeaba le dijo:
—¿Qué? ¿Qué has planeado para ahora?
Él ladeó la cabeza, le lanzó una mirada llena de picardía y se inclinó cerca de su oído, y ella deseó escuchar las mismas palabras que tenía en la mente, pero en lugar de eso él solo dijo:
—Nena. Es una sorpresa.
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Tom se dio la vuelta en la cama y le dio gracias al cielo por haber sido lo suficientemente inteligente y no haber concertado una cita con Austin Colé para el desayuno. Eran las diez de la mañana, lo que significaba que Las Vegas Strip estaba empezando a agitarse con los turistas que salían a ver los monumentos de la ciudad antes de que la temperatura alcanzara un grado infernal, pero dentro de su habitación, había gruesas cortinas que bloqueaban la entrada del sol, y aquello les permitía a _________ y a él dormir y recuperarse de la noche pasada.
Vio a _________ acostada a su lado en la cama, preciosa y desnuda. Se habían ido directamente a la cama después de haber llegado a la habitación, pero no antes de que ella se deshiciera de su sexy vestido. Temía que estaba empezando a acostumbrarse a todo aquello, a acomodarse contra su cuerpo desnudo por la noche, a abrazarla de vez en cuando y embriagarse con su calor.
Mie*rda, lo de la pasada noche había estado... más allá de sus fantasías más salvajes. Al menos en lo que concernía a _________. Solo había estado con dos mujeres una vez. Pero no había experimentado las cosas que había sentido la pasada noche, puro sobrecogimiento y puro... cariño. Y cuando se despertaba en aquel momento, acurrucado alrededor de ella, se sintió más acogido y seguro de lo que podía llegar a entender.
Había algo en aquella emoción que lo llevaba atrás en el tiempo... hasta Angie.
Los dos habían tenido relaciones sexuales, por supuesto, perdieron la virginidad juntos. Y aunque ambos habían vivido en sus casas respectivas, a medida que se habían hecho mayores, tuvieron alguna oportunidad de pasar la noche solos. Y quizás... quizás se sentía de aquella manera entonces, sentía el cálido consuelo de despertarse junto a alguien que amaba.
Pero él siempre había sabido que estaba hecho para algo más que lo que le deparaba la vida en Brooklyn, así que, por mucho que Angie le hubiera importado, cada día que pasaba las aspiraciones que él tenía en la vida habían deteriorado la relación con más dudas.
Aunque con _________, le daba la sensación casi como si pudiera tenerlo todo. La dulce y genuina chica que un hombre puede llevar a casa para que conozca a su madre... y la nena sexy y salvaje que nunca teme experimentar cosas nuevas, que nunca teme dejarse llevar por sus placeres. Mie*rda, ¿por qué demonios estaba pensando en llevarla a casa de sus padres entre todas las demás cosas? El no llevaba nunca a casa a las mujeres. Nunca. No desde Angie.
Porque él no se metía en ninguna relación.
Porque él no deseaba ese tipo de vida.
«Y será mejor que lo tengas siempre en mente, Kaulitz».
Después de todo, a _________ y él solo le quedaban dos noches más juntos antes de que se dirigieran de vuelta a Los Ángeles. El día en el que él había planeado poner fin a todo aquello. Y todavía le parecía lógico.
¿O no?
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—De acuerdo, hablaremos la semana que viene —dijo Tom, mientras llevaba a Austin Colé y a su madre, quien se había mostrado recelosa durante la reunión y tenía un montón de preguntas acerca del contrato que le estaban ofreciendo a su hijo, hacia la puerta de la habitación. —Y si entre tanto, a usted o a su abogado les surge cualquier tipo de pregunta que yo pueda aclararle, por favor, no duden en llamarme.
_________ lo observó cerrar las puertas dobles, que los dejaban solos en la habitación otra vez. Había guardado silencio casi la mayor parte de la reunión, durante la cual también habían comido. Ella había estado escuchando la manera en la que Tom contestaba a la mujer tan meticulosamente, siempre respetando sus preguntas, aunque en ocasiones se volvieran repetitivas y confusas. _________ solo había contribuido en algo a la conversación para dejarle saber a Austin cuánto adoraba ella su música y cuánto deseaba tenerlo a bordo de Blue Night. Aunque daba la casualidad de que solo tres días antes de aquello, un explorador de una gran discográfica se había acercado a Austin, y que por supuesto, también le había ofrecido una suma importante de dinero.
—La ventaja —le decía Tom a _________ ahora, mientras atravesaba el vestíbulo enlosado— es que hemos conseguido ser los primeros en reunimos con ellos —el representante de la otra compañía se había limitado a invitarles a Los Ángeles la próxima semana, en lugar de hablar de negocios en la ciudad en la que Austin vivía. —Hemos tenido la oportunidad de demostrarle a Austin cómo de interesados estamos en él, hemos conseguido dejarle saber que vamos a respetar su música y finalmente, que va a recibir una atención personal por nuestra parte.
—¿Y cuál es el inconveniente? —preguntó _________, que estaba todavía sentada a la mesa.
Tom suspiró.
—Simplemente no tenemos tanto dinero como el que ellos pueden ofrecerle.
—Entonces, ¿qué esperanzas tenemos? ¿Por qué se iría él con nosotros?
—Por las razones que te acabo de mencionar. A él le gustamos, de eso estoy seguro. Y es un chico brillante, creo que ha hecho sus deberes sobre el negocio y conoce y entiende los beneficios adicionales de trabajar con una empresa más pequeña. Sabe que llegará a sentirse como un pez pequeño en un gran estanque con el otro tipo, pero que si viene con nosotros, tendrá toda nuestra atención.
»Y en realidad, ha sido muy inteligente de su parte y de su madre no apresurarse a tomar ninguna decisión, a hablar con un abogado, a averiguar lo que le ofrecen ambos bandos antes de decantarse por uno de ellos. Para ser francos, nuestro trabajo consiste en darnos prisa para que la gente firme un contrato antes de que puedan ser descubiertos por otras personas, justo como hicimos con Blush, pero cuando un artista es lo suficientemente avispado como para no lanzarse al primer contrato que le muestran en sus narices, tengo que respetarlo y trabajar con él en ello.
_________ nunca había pensado acerca de aquello, acerca de que a pesar de haber hecho un montón de preguntas sobre el contrato, las chicas de Blush habían firmado sin buscar ningún consejo legal, sin preguntar a sus familias o amigos, nada. Y aquel había sido el objetivo de Tom —y ahora era el suyo: —lograr que los artistas hicieran precisamente eso. De repente, vio aquello como otra parte de su trabajo en el que quizás no pudiera destacar: intentar empujar a alguien a hacer algo que puede que no respondiera a sus mejores intereses.
—¿Qué pasa? —le preguntó Tom. Sus sentimientos debieron haberse reflejado en su cara, algo en lo que realmente debía trabajar si quería convertirse en una buena representante de A&R.
—Nada —mintió ella. Se había dado cuenta de que le resultaba muy fácil ser sincera con Tom cuando hablaban de sexo u otras cosas, pero en los últimos días, había notado que hablar de su nuevo trabajo le resultaba... menos fácil. La verdad era que cuanto más aprendía acerca de él, más empezaba a preguntarse si realmente se le daría bien hacerlo.
—Escucha —dijo él—, si conseguimos a Austin, y eso es precisamente lo que pretendo, incluso si tengo que ponerme de rodillas y rogarle, quiero que seas tú quien se encargue de él.
—¿Cómo? —ladeó la cabeza.
—Quiero que él sea tu primer artista oficial.
Ella sintió cómo se le abría la boca por la sorpresa.
—Estás bromeando.
Aun así él confundió su reacción con preocupación.
—Que no cunda el pánico, nena, estaré ahí a cada paso para guiarte por el camino. Y creo que el chico será grande, y no demasiado temperamental. Te dará una gran ventaja en el negocio, será él el artista en el que apuestes, el que saque tu nombre ahí fuera.
_________ dejó escapar una gran bocanada de aire. ¿Realmente le estaba ofreciendo aquello
—Tom, no tienes que hacerlo. Quiero decir, no es justo. Eres tú el que ha pasado el tiempo hablando con él y su madre hoy, no yo. Tú eres la persona que a él le gusta, y seguramente la persona con la que quiere trabajar. Y... —suspiró, y su voz se volvió más suave cuando se sintió sin fuerzas, dejando caer los ojos sobre las vetas de madera de la mesa. —En realidad, no he hecho nada para merecerme un regalo así.
En respuesta, Tom se sentó en la silla que había a su lado, giró a _________ hacia sí, y le cogió las manos entre las suyas.
—_________, tengo mucha fe puesta en ti para este negocio. Pero no es fácil lograr que la gente confíe en ti con algo tan grande como una carrera musical, y puede ser muy duro conseguir el primer artista con éxito. Empezar con alguien prometedor bajo tu custodia significa tener la mitad de la batalla ganada. Así que quiero hacer esto por ti, ¿de acuerdo? No voy a aceptar un no como respuesta.
El nudo que se le había formado a _________ en la garganta apenas la dejaba respirar. Había resultado muy fácil olvidarse de la terrible verdad que estaba ocultándole a Tom cuando estaban besándose o coqueteando, en la cena o escuchando música, cuando iban a las discotecas o tenían relaciones sexuales. Pero ahora, en aquel momento, no podía olvidarse de ello. En realidad, era lo único en lo que podía pensar.
Nunca se había sentido tan asombrada o conmovida —o tan terriblemente culpable— en toda la vida.
—Así están las cosas. Lo contratamos, tú te encargas de él. ¿Vale?
Todavía no podía darle una respuesta. Así que en lugar de eso se lanzó a sus brazos y lo besó, con todo el amor que había en su corazón y toda la admiración de su alma. Lo besó hasta que él tiró de ella hasta su regazo, le puso las manos en el trasero y ella se montó a horcajadas en la amplia silla. Finalmente acabaron los besos, se quedaron allí simplemente sentados, en silencio, y Tom inclinó la frente hasta rozar la suya, en un gesto dulce que a ella le encantaba. Y una sonrisa lenta y patentada se le desplegó en la cara cuando le dijo:
—Ese es el tipo de respuesta que me gusta.
miércoles, 9 de marzo de 2011
Cap 36
D: nnas q paxo con los coments stoi muy triste pro akii les dejo este cap ojala les guste
Pero cuanto más observaba la lengua de su amante sobre la vulva de otra mujer, más necesitaba también la interacción física, la fricción, el placer. Así que desvió la mirada de Tom y volvió a concentrarse en los pechos de Jenelle. Al principio, los besó un poco más, los lamió y se deleitó con la manera en la que el erecto pezón de Jenelle se retraía cuando pasaba la lengua sobre él. Pero pronto retomó la cálida sensación de simplemente frotar sus propios pechos con los de ella, ligeramente, de forma juguetona.
Cuando Jenelle rodeó el cuello de _________ con sus brazos, y le puso la mano encima de la cabeza, tirando de ella para darle un beso voraz, _________ se rindió completamente. A todo. A cada sensación. Como antes, cuando había estado cerca del orgasmo, dejó de pensar, y dejó que los placeres físicos la consumieran. Y pronto Jenelle estuvo sollozando en su boca y empujando enloquecidamente contra la boca de Tom y _________ se inclinó hacia abajo para besar y succionar más de sus pechos, deseando ayudarla para que alcanzara el orgasmo.
—¡aaaah! —gritó Jenelle finalmente. —¡Oh, joder! ¡Sí! ¡Sí! —todo su cuerpo se convulsionó enloquecidamente, follando la boca de Tom mientras gritaba, y _________ supo que la gente más allá de la cortina tenía que haberlo escuchado todo, pero aun así no le importaba.
Hasta que finalmente Jenelle dejó de moverse, y se quedó quieta y tenía un aspecto completamente hermoso, incluso exhausto, con su vestido arrugado en su torso y sus brazos colgándole sobre la cabeza.
—Oh, Dios mío —dijo ella, más suavemente ahora. —Ha sido tan bueno. Ninguno de los dos tenéis ni idea de cuánto lo necesitaba.
Tom, con su camisa blanca ligeramente arrugada ahora pero más sexy que nunca, se puso de rodillas entre las dos chicas acostadas, y sensualmente les acarició los muslos con cada una de sus manos.
—Habéis estado las dos sumamente increíbles —dijo él, sus ojos oscuros radiaban calor.
—Tom —dijo Jenelle, casi como si él estuviera diciendo una tontería. —Tu lengua ha estado sumamente increíble. El solo soltó una carcajada, pero _________ se mordió el labio, estaba completamente de acuerdo con Jenelle, recordando exactamente la sensación que había tenido cuando había tenido la lengua de Tom en su clítoris. Después se dio cuenta de que estaban hablando en pasado, y levantó la cabeza para mirar al hombre del que se había enamorado.
—Todavía no hemos acabado, ¿verdad?
Él bajó la barbilla, enarcando una de sus cejas, en un gesto especulador.
—¿No quieres que acabe?
Ella negó con la cabeza, y sin reflexionar en sus palabras, dijo exactamente lo que estaba pensando-.--- te deseo a ti y a tu amiguito
La expresión de Tom se oscureció cuando señaló hacia el enorme bulto que había debajo de sus pantalones. —Está justo aquí.
Ella se mordió el labio. Deseaba desesperadamente darle tanto placer como él le había dado a Jenelle y a ella con su hábil lengua. Y cuando tendió la mano hacia la hebilla de su cinturón, levantó la cabeza y le dijo:
—Ahora te toca a ti, nene. Así que prepárate.
_________ no perdió tiempo alguno y sacó el miembro de Tom. Porque incluso si había aprendido a disfrutar cuando tonteaba con las mujeres, todavía necesitaba un hombre que la hiciera sentirse verdaderamente llena, y ese hombre era aquel.
Jenelle y ella suspiraron cuando vieron aquel miembro rosa, toda fuerte, larga y dura, con la punta resplandeciendo con las gotas que anteceden al orgasmo. Ella no había pensado acerca de lo que iba a hacer con aquella majestuosa erección, solo había sentido un deseo humillante por ella. Recorrió su longitud con las manos, desde la parte de abajo hasta arriba y volvió a bajar otra vez,y sintiéndose indebidamente agradada cuando escuchó el duro aliento de Tom sobre ella y notó cómo sus ojos la atravesaban.
Pero al poco rato, pareció que solo había una cosa para hacer que la noche fuera completa y justa, así que miró sobre la cabeza de su miembro hacia Jenelle, que estaba sentada esperando impacientemente, y le dijo:
—Lámela conmigo.
Jenelle sonrió y Tom gruñó. Y _________ fue consciente otra vez de la satisfacción que le producía hacer de lo prohibido una realidad.
Mientras _________ le sujetaba la base del mango a Tom, Jenelle y ella lamieron con delicadeza y sensualidad ambos laterales, como si estuvieran compartiendo un largo helado. Fue al mismo tiempo conmovedor y excitante ver a la otra mujer, tan cerca de el miembro de Tom, pero justo como había pasado antes, la excitación pudo más que los celos, y pronto Jenelle y ella estaban intercambiando ligeros besos con lengua alrededor de su erección mientras le daban placer a la vez. Aunque _________ no podía soportar esperar demasiado tiempo por tomarlo en su boca, después de lamer la mancha de fluido de su punta, bajo los labios sobre aquella columna de carne dura como la piedra, disfrutando con el gemido que resonaba de Tom desde arriba. _________ se movía arriba y abajo, humedeciendo a Tom, dejándole que la llenara en su garganta, animada por sus pequeñas y lentas embestidas y la mano en la cabeza.
—Oh, sí —dijo él, su voz flotó en el aire hacia ella. .
Cuando _________ sintió el cansancio, se la ofreció a Jenelle, que no pareció dudar cuando le lamió los labios a _________ y después lo hizo también con su miembro. Jenelle trabajaba más rápido aún, más feroz y menos sensual, y Tom ajustó sus embestidas, haciéndolas más rápidas y duras.
—Chúpala —dijo él, con un tono bajo y autoritario. —Chúpala.
_________ sintió como si de alguna manera hubiera descendido a un segundo plano, donde todo lo que importaba era el placer, donde no existían ni las reglas ni los tabús. Y cuando Tom la miró a los ojos, supo que debía parecer desesperada, loca, tan llena de lujuria como lo estaba. Y se sintió tentada a decir lo que estaba pensando «te quiero, te quiero, te quiero», pero de alguna manera se las arregló para no hacerlo.
Aun así, él debió haber leído la salvaje necesidad en sus ojos, porque justo entonces se alejó de Jenelle, levantándole suavemente la cabeza y entonces, miró a _________, sus ojos llenos de emoción.
—Necesito follarte, nena, ahora.
—Oh, Dios, lo sé, yo también lo necesito. te necesito muy dentro de mí —tenía la mano agarrada a su musculoso muslo y parecía que estaba rogándole, pero no podía parar.
Tom se tumbó detrás de ella, sobre el terciopelo rojo, y tendió el brazo para cubrirle uno de sus pechos, lo masajeó, y ella inclinó la cabeza hacia atrás, demandando un beso.
—Levanta la pierna —dijo Jenelle, con la mano sobre la tira de cuero que rodeaba el tobillo de _________.
Oh, Dios, ¡Jenelle! Casi se había olvidado de ella, así de rápido, de la otra chica que todavía estaba allí. ¡También tenía que estar deseando a Tom!
Pero accedió, dejando que Jenelle le levantara la pierna y observó entre sus muslos mientras Jenelle rodeaba la densa erección de Tom con su puño, tiraba de ella y la colocaba, guiándole hacia la bienvenida de su vulva.
Los tres gimieron cuando Tom entró dentro de ella, y la expresión de Jenelle hizo que _________ sintiera más deseos de ver por ella misma la imagen cuando él la penetraba, cuando entraba en su suave piel con su dureza.
Mientras Tom empezaba a embestirla desde detrás, Jenelle se tumbó delante de ella y empezó a besarle en el pecho. Tom incluso sujetó el monte que Jenelle chupaba como si se lo estuviera ofreciendo, recordándole a _________ que estaba experimentando la forma máxima de compartir.
Pronto, ambas chicas comenzaron a acariciar los pechos de la otra, y _________ sintió cómo se le salía el alma del cuerpo de un sentimiento de alegría puro e impulsivo, y antes de que fuera consciente, Jenelle y ella también estaban frotándose más abajo. Una de las piernas de Jenelle se deslizó entre las de ella, conectando con su clítoris mientras _________ presionaba instintivamente el muslo hacia delante, entre las piernas de Jenelle.
Aquello le recordó a su época de instituto, cuando se daba el lote con un chico y sentía sus piernas entrelazadas con las de él de aquella misma manera, frotándose, perdiéndose en aquella maravillosa fricción. Solo que aquello no era el instituto, y Jenelle no era un chico. No, el chico de _________ estaba detrás de ella, empujando su duro mango en su humedad —una y otra vez, una y otra vez— haciéndola gritar y empujar a su vez hacia atrás, lo que también significaba empujar contra el muslo de Jenelle, hasta que...
—¡Oh! ¡Oh! ¡Dios! ¡Me estoy corriendo! —sollozó ella, el placer le venía de ambos lados, invadiéndola, apoderándose de ella.
—Oh, sí, yo también —gimió Jenelle, que empujaba con más fuerza contra _________, y balanceaba salvajemente sus pechos, justo en el momento en el que Tom dejaba escapar un enorme gemido que significaba que estaba alcanzando el clímax, también, vaciándose dentro de ella. Y los tres se movieron al unísono como olas tumultuosas en un mar de terciopelo rojo, hasta que finalmente se quedaron todos quietos, y se desplomaron de agotamiento.
Pero cuanto más observaba la lengua de su amante sobre la vulva de otra mujer, más necesitaba también la interacción física, la fricción, el placer. Así que desvió la mirada de Tom y volvió a concentrarse en los pechos de Jenelle. Al principio, los besó un poco más, los lamió y se deleitó con la manera en la que el erecto pezón de Jenelle se retraía cuando pasaba la lengua sobre él. Pero pronto retomó la cálida sensación de simplemente frotar sus propios pechos con los de ella, ligeramente, de forma juguetona.
Cuando Jenelle rodeó el cuello de _________ con sus brazos, y le puso la mano encima de la cabeza, tirando de ella para darle un beso voraz, _________ se rindió completamente. A todo. A cada sensación. Como antes, cuando había estado cerca del orgasmo, dejó de pensar, y dejó que los placeres físicos la consumieran. Y pronto Jenelle estuvo sollozando en su boca y empujando enloquecidamente contra la boca de Tom y _________ se inclinó hacia abajo para besar y succionar más de sus pechos, deseando ayudarla para que alcanzara el orgasmo.
—¡aaaah! —gritó Jenelle finalmente. —¡Oh, joder! ¡Sí! ¡Sí! —todo su cuerpo se convulsionó enloquecidamente, follando la boca de Tom mientras gritaba, y _________ supo que la gente más allá de la cortina tenía que haberlo escuchado todo, pero aun así no le importaba.
Hasta que finalmente Jenelle dejó de moverse, y se quedó quieta y tenía un aspecto completamente hermoso, incluso exhausto, con su vestido arrugado en su torso y sus brazos colgándole sobre la cabeza.
—Oh, Dios mío —dijo ella, más suavemente ahora. —Ha sido tan bueno. Ninguno de los dos tenéis ni idea de cuánto lo necesitaba.
Tom, con su camisa blanca ligeramente arrugada ahora pero más sexy que nunca, se puso de rodillas entre las dos chicas acostadas, y sensualmente les acarició los muslos con cada una de sus manos.
—Habéis estado las dos sumamente increíbles —dijo él, sus ojos oscuros radiaban calor.
—Tom —dijo Jenelle, casi como si él estuviera diciendo una tontería. —Tu lengua ha estado sumamente increíble. El solo soltó una carcajada, pero _________ se mordió el labio, estaba completamente de acuerdo con Jenelle, recordando exactamente la sensación que había tenido cuando había tenido la lengua de Tom en su clítoris. Después se dio cuenta de que estaban hablando en pasado, y levantó la cabeza para mirar al hombre del que se había enamorado.
—Todavía no hemos acabado, ¿verdad?
Él bajó la barbilla, enarcando una de sus cejas, en un gesto especulador.
—¿No quieres que acabe?
Ella negó con la cabeza, y sin reflexionar en sus palabras, dijo exactamente lo que estaba pensando-.--- te deseo a ti y a tu amiguito
La expresión de Tom se oscureció cuando señaló hacia el enorme bulto que había debajo de sus pantalones. —Está justo aquí.
Ella se mordió el labio. Deseaba desesperadamente darle tanto placer como él le había dado a Jenelle y a ella con su hábil lengua. Y cuando tendió la mano hacia la hebilla de su cinturón, levantó la cabeza y le dijo:
—Ahora te toca a ti, nene. Así que prepárate.
_________ no perdió tiempo alguno y sacó el miembro de Tom. Porque incluso si había aprendido a disfrutar cuando tonteaba con las mujeres, todavía necesitaba un hombre que la hiciera sentirse verdaderamente llena, y ese hombre era aquel.
Jenelle y ella suspiraron cuando vieron aquel miembro rosa, toda fuerte, larga y dura, con la punta resplandeciendo con las gotas que anteceden al orgasmo. Ella no había pensado acerca de lo que iba a hacer con aquella majestuosa erección, solo había sentido un deseo humillante por ella. Recorrió su longitud con las manos, desde la parte de abajo hasta arriba y volvió a bajar otra vez,y sintiéndose indebidamente agradada cuando escuchó el duro aliento de Tom sobre ella y notó cómo sus ojos la atravesaban.
Pero al poco rato, pareció que solo había una cosa para hacer que la noche fuera completa y justa, así que miró sobre la cabeza de su miembro hacia Jenelle, que estaba sentada esperando impacientemente, y le dijo:
—Lámela conmigo.
Jenelle sonrió y Tom gruñó. Y _________ fue consciente otra vez de la satisfacción que le producía hacer de lo prohibido una realidad.
Mientras _________ le sujetaba la base del mango a Tom, Jenelle y ella lamieron con delicadeza y sensualidad ambos laterales, como si estuvieran compartiendo un largo helado. Fue al mismo tiempo conmovedor y excitante ver a la otra mujer, tan cerca de el miembro de Tom, pero justo como había pasado antes, la excitación pudo más que los celos, y pronto Jenelle y ella estaban intercambiando ligeros besos con lengua alrededor de su erección mientras le daban placer a la vez. Aunque _________ no podía soportar esperar demasiado tiempo por tomarlo en su boca, después de lamer la mancha de fluido de su punta, bajo los labios sobre aquella columna de carne dura como la piedra, disfrutando con el gemido que resonaba de Tom desde arriba. _________ se movía arriba y abajo, humedeciendo a Tom, dejándole que la llenara en su garganta, animada por sus pequeñas y lentas embestidas y la mano en la cabeza.
—Oh, sí —dijo él, su voz flotó en el aire hacia ella. .
Cuando _________ sintió el cansancio, se la ofreció a Jenelle, que no pareció dudar cuando le lamió los labios a _________ y después lo hizo también con su miembro. Jenelle trabajaba más rápido aún, más feroz y menos sensual, y Tom ajustó sus embestidas, haciéndolas más rápidas y duras.
—Chúpala —dijo él, con un tono bajo y autoritario. —Chúpala.
_________ sintió como si de alguna manera hubiera descendido a un segundo plano, donde todo lo que importaba era el placer, donde no existían ni las reglas ni los tabús. Y cuando Tom la miró a los ojos, supo que debía parecer desesperada, loca, tan llena de lujuria como lo estaba. Y se sintió tentada a decir lo que estaba pensando «te quiero, te quiero, te quiero», pero de alguna manera se las arregló para no hacerlo.
Aun así, él debió haber leído la salvaje necesidad en sus ojos, porque justo entonces se alejó de Jenelle, levantándole suavemente la cabeza y entonces, miró a _________, sus ojos llenos de emoción.
—Necesito follarte, nena, ahora.
—Oh, Dios, lo sé, yo también lo necesito. te necesito muy dentro de mí —tenía la mano agarrada a su musculoso muslo y parecía que estaba rogándole, pero no podía parar.
Tom se tumbó detrás de ella, sobre el terciopelo rojo, y tendió el brazo para cubrirle uno de sus pechos, lo masajeó, y ella inclinó la cabeza hacia atrás, demandando un beso.
—Levanta la pierna —dijo Jenelle, con la mano sobre la tira de cuero que rodeaba el tobillo de _________.
Oh, Dios, ¡Jenelle! Casi se había olvidado de ella, así de rápido, de la otra chica que todavía estaba allí. ¡También tenía que estar deseando a Tom!
Pero accedió, dejando que Jenelle le levantara la pierna y observó entre sus muslos mientras Jenelle rodeaba la densa erección de Tom con su puño, tiraba de ella y la colocaba, guiándole hacia la bienvenida de su vulva.
Los tres gimieron cuando Tom entró dentro de ella, y la expresión de Jenelle hizo que _________ sintiera más deseos de ver por ella misma la imagen cuando él la penetraba, cuando entraba en su suave piel con su dureza.
Mientras Tom empezaba a embestirla desde detrás, Jenelle se tumbó delante de ella y empezó a besarle en el pecho. Tom incluso sujetó el monte que Jenelle chupaba como si se lo estuviera ofreciendo, recordándole a _________ que estaba experimentando la forma máxima de compartir.
Pronto, ambas chicas comenzaron a acariciar los pechos de la otra, y _________ sintió cómo se le salía el alma del cuerpo de un sentimiento de alegría puro e impulsivo, y antes de que fuera consciente, Jenelle y ella también estaban frotándose más abajo. Una de las piernas de Jenelle se deslizó entre las de ella, conectando con su clítoris mientras _________ presionaba instintivamente el muslo hacia delante, entre las piernas de Jenelle.
Aquello le recordó a su época de instituto, cuando se daba el lote con un chico y sentía sus piernas entrelazadas con las de él de aquella misma manera, frotándose, perdiéndose en aquella maravillosa fricción. Solo que aquello no era el instituto, y Jenelle no era un chico. No, el chico de _________ estaba detrás de ella, empujando su duro mango en su humedad —una y otra vez, una y otra vez— haciéndola gritar y empujar a su vez hacia atrás, lo que también significaba empujar contra el muslo de Jenelle, hasta que...
—¡Oh! ¡Oh! ¡Dios! ¡Me estoy corriendo! —sollozó ella, el placer le venía de ambos lados, invadiéndola, apoderándose de ella.
—Oh, sí, yo también —gimió Jenelle, que empujaba con más fuerza contra _________, y balanceaba salvajemente sus pechos, justo en el momento en el que Tom dejaba escapar un enorme gemido que significaba que estaba alcanzando el clímax, también, vaciándose dentro de ella. Y los tres se movieron al unísono como olas tumultuosas en un mar de terciopelo rojo, hasta que finalmente se quedaron todos quietos, y se desplomaron de agotamiento.
lunes, 7 de marzo de 2011
Cap 35
perdon x no haber subido los 3 chikas esq se fue la luz en mi ksa pro akii les dejo el q sigue ;) comenten y subo otro :D
_________ tomó aliento, después se convirtió sin dudarlo en la agresiva criatura en la que deseaba convertirse por su hombre. Ahora estaba apoyada sobre las rodillas, con el vestido todavía en sus caderas, y sus pechos expuestos aún, e inclinándose hacia Jenelle, cerró la boca sobre el turgente y rosado pezón del pecho de la encantadora chica. La satisfacción se apoderó de ella cuando Jenelle jadeó y después gimió, con intensidad. Todo el cuerpo de _________ tembló cuando empezó a succionar de ella, suavemente al principio, y después saboreando la sensación del pezón erecto con la lengua, la carne que lo rodeaba llenándole la boca.
Mientras succionaba, dejó que su otra mano se cerrara alrededor del pecho de Jenelle, y exploró, y masajeó. Era extraño y excitante estar con otra mujer de aquella manera, pensó, todavía tirando del pezón con intensidad. El pecho de Jenelle en su mano era suave y perfecto, como una pequeña montaña perfectamente redonda cuya cima era una dura perla que raspaba la palma de _________ mientras amasaba la piel de alrededor.
Detrás de ella, Tom las observaba. Lo sabía por los gemidos bajos y cálidos que emitía él, incluso mientras sus manos se moldeaban sobre su trasero, y sus pulgares se extendían hacia dentro, hasta el centro, haciéndola sentir un nuevo tipo de deseo, algo profundo, extraño y desenfrenado.
Y en aquel momento supo que deseaba a otra mujer. Sí, aquello estaba sucediendo porque quería complacer a Tom, pero independientemente de aquel deseo, el placer que recibía del cuerpo de Jenelle era más que solo secundario. Los pechos de Jenelle eran tan encantadores, que la sumían en un estado febril que solo antes había experimentado con un hombre. Y ella deseaba más de aquel deseo, necesitaba cosechar más del cálido placer de ella, por lo que dejó de chuparle, cesó de acariciarla y en lugar de eso, cambió ligeramente de posición y se irguió hacia arriba, bajando después sus propios pechos sobre los de Jenelle y frotándole los pezones con los suyos. El suspiro apasionado de Jenelle llenó su lujoso compartimento, y pronto se le unieron los propios suspiros de _________. Había demasiado suavidad, la suya mezclada con la de Jenelle. Pero, interrumpido por pequeños trozos de dureza, sus pezones, rozándose los unos con los otros, creando diminutos pinchazos de sensación que llegaban directamente a la vulva de _________.
Detrás de ella, Tom la besaba y el tumulto de sensaciones que recibía por ambos lados la hizo sentirse loca de deseo. Se movían juntos, su cálida fricción con Jenelle delante estableciendo el ritmo con el que arqueaba su trasero hacia Tom por detrás. _________ se perdía en todo aquello... hasta que Tom fue hacia ellas dos y comenzó a acariciarles los pechos, y susurró al oído de _________: —Quítale las bragas.
El estómago se le contrajo. Una cosa era que su vulva se sintiera complacida por Tom y ella, pero otra completamente diferente era invitar a Jenelle a la refriega.
Aun así, no dudó un momento. La pasión era demasiado poderosa, y junto con los deseos de Tom, la empujaban hacia delante. Fuera lo que fuera lo que Tom quisiera, ella estaba dispuesta a dárselo. Nunca había pretendido convertirse en una especie de persona sumisa, pero el deseo por agradarle era simplemente demasiado fuerte como para querer luchar contra él. Se había convertido en parte de su sexo, parte de lo que los dos compartían.
Tom llevó las palmas de vuelta a las caderas desnudas de _________ y suavemente la apartó de Jenelle, imponiendo su voluntad incluso aunque ella se rindiera a él, ansiosa por dejar que él la guiara. Justo como Jenelle y Tom habían estado sobre su cuerpo hacía solo un rato, ahora él y ella lo hacían sobre el cuerpo de Jenelle. Lentamente, Tom deslizó las manos por la parte exterior de los muslos de Jenelle, levantando lentamente su vestido de leopardo. Jenelle parecía sentirse tan intensa como lo había hecho _________, masajeándose sus propios pechos desvergonzadamente ahora que _________ se había ido.
Bajo el ribete, encontraron un tanga de encaje negro que se curvaba bajo el piercing del ombligo de Jenelle y el tatuaje de un corazón rojo a un lado del pendiente. Justo como le había pasado con los pechos de Jenelle, _________ pensó que aquella parte de su cuerpo también parecía perfecta, tanto que era difícil no sentir envidia, especialmente viendo cómo Tom lo estudiaba detenidamente. Y por una décima de segundo aquello la hizo sentirse cohibida, angustiada, como si nunca pudiera llegar a medirse con una chica tan perfecta y con un cuerpo tan tonificado por el baile, hasta que la mirada de Tom se levantó hacia ella.
—Quítaselo para mí.
Y entonces la golpeó la realidad. A él no le importaba. O quizás no podía verlo. Pero en cualquier caso, era todavía _________ a quien deseaba. Si hubiera deseado a Jenelle, le hubiera quitado el tanga él mismo. Aunque quería que _________ lo hiciera. Quería seguir guiándola a través de la intensa educación sexual que le había proporcionando aquella semana. Todo aquello seguía siendo por ella. Reprimió los nervios, esperando que Tom no pudiera verlos, y tendió la mano hacia abajo para pasar los dedos pulgares por la cinta que había en las caderas de Jenelle. Cuando esta levantó el trasero de la cama, permitiendo que _________ tirara de las bragas suavemente hacia sus rodillas, su mirada se desvió naturalmente hacia la vulva de Jenelle. La vista de lo cual la hizo quedarse sin respiración, porque ¡Jenelle se había depilado!
Supuso que ya había visto algo así antes, en una revista Playboy que Wayne había comprado una vez, o cuando accidentalmente había abierto un correo electrónico spam que contenía fotos obscenas, pero nunca había pensado que aquello pudiera hacerlo cualquier tipo de mujer.
Y ahora, mientras estudiaba la abertura sedosa y desnuda que había entre las esbeltas piernas de Jenelle, no pudo evitar sentirse al mismo tiempo desconcertada y... asombrada. Por cómo parecía haber mucho más expuesto —como todo en la Ciudad del Pecado— y lo excitante que le parecía.
Ella nunca había pensado que pudiera tener interés en la vulva de otra mujer, pero de repente, hubo más curiosidad que tiraba de ella, y la hizo tender la mano y acariciar suavemente con su dedo corazón los pliegues, haciendo que Jenelle gimiera y le dejara húmeda la yema del dedo.
Oh, Dios, ¿acababa de hacer lo que acababa de hacer? ¿Tocarle la vulva a otra chica? ¿Sin que ni siquiera Tom se lo pidiera? Miró al otro lado del cuerpo de Jenelle para ver a Tom, sabiendo que debía parecer conmocionado. Pero la mirada de Tom era toda calor, toda voracidad. Ella ni siquiera se había dado cuenta de que tenía la mano tendida, los dedos separados, el húmedo dedo corazón sobresaliendo ligeramente, hasta que Tom cerró su cálida mano sobre la de ella y tiró de su dedo húmedo hasta su boca.
Su propia vulva emergió con la idea de que estaba lamiendo los jugos de otra mujer de su propia mano. Y aunque los celos podían haber entrado en escena en aquel momento, no lo hicieron, solo tenía la extraña sensación de que habían invitado a otra mujer en sus relaciones y que de alguna manera aquello los acercaba incluso más. No entendía muy bien cómo había llegado a pasar, pero cuando miró a Tom a los ojos, lo sintió en el alma, y en las cálidas pulsaciones de su vulva.
Se sintió tan fuerte que se inclinó por encima de Jenelle, le cubrió a Tom la cara con las manos y le besó con intensidad. Cerró los ojos e introdujo la lengua en su boca, y se perdió en la humedad que encontró allí, en el sabor de él mezclado con su propio sabor, e incluso con el de Jenelle, y, siguiendo el instinto que repentinamente la corroyó por dentro, le dijo con brusquedad:
—Lámela. Quiero ver cómo le lames la vulva. Quiero ver cómo se lo haces a otra persona que no sea yo.
Un leve sonido salió de la garganta de Tom mientras sus ojos se volvían vidriosos por el placer. Cuando retiró las manos de su cara, Tom le agarró los puños y esta vez la besó con el mismo fervor antes de decirle:
—Ábrele las piernas para mí.
La vulva de _________ volvió de nuevo a la vida, pero ella se las arregló para romper el contacto visual con Tom y concentrarse en la suave vulva de Jenelle. El tanga todavía estaba en sus rodillas, pero Tom tiró suavemente de él hasta quitárselo.
Cada una de sus terminaciones nerviosas crepitó con la idea y la expectación cuando _________ bajó lentamente las palmas de las manos y las puso sobre la superficie modelada y bronceada de los muslos de Jenelle y la escuchó suspirar. Levantó la cabeza para mirarla, mientras que ella se pellizcaba sensualmente los pezones y se lamía el labio superior y miraba a _________ a los ojos.
Lentamente, llevó su caricia hacia adentro. Cada sutil movimiento hacía que Jenelle emitiera un nuevo gemido de placer, hasta que extendió las piernas de Jenelle, más y más abiertas, hasta que la piel que había en la unión de sus muslos se abrió, revelando los pliegues rosas que había dentro. Los pechos de _________ le dolían de deseo, mientras su propia vulva se dilataba, todo por estar compartiendo cosas tan extrañamente íntimas con Tom. ¿Cómo era posible que tener otra compañera le hiciera sentirse tan conectada a él? No lo sabía, pero cuando sus ojos se encontraron por encima de la vulva de Jenelle, ella pudo jurar que él se sentía de la misma manera.
—Lámela ahora —jadeó _________, desconcertada por cuanto deseaba aquello, por cuanto necesitaba verlo.
Después de darle otro húmedo beso en los labios, Tom se arrodilló y pasó la lengua por la abertura de Jenelle. Él miró a _________ cuando terminó el largo y completo lametón que le hizo a Jenelle sollozar, y toda la combinación de sentimientos provocó que _________ se sintiera todavía más loca de lujuria.
—Otra vez —le dijo.
Él obedeció y los papeles se invirtieron. De repente, ella había dejado de ser la sumisa.
Y de alguna manera, lamer a Jenelle a petición de _________, mirarle a los ojos después de hacerlo, le hacía sentir —inexplicablemente— como si se lo estuviera haciendo a sí misma. Todavía seguía siendo parte de todo aquello, todavía estaba íntimamente involucrada en el acto incluso sin cosechar el placer físico directo. Le encantaba observarlo tan de cerca, más cerca de lo que podría hacerlo cuando él la lamía a ella. Le encantaba la manera en la que se humedecían y abrían los pliegues internos de Jenelle que aparecían cada vez que la lengua de Tom ascendía sobre ellos. Le encantaba escuchar los gemidos de Jenelle, observar cómo levantaba la pelvis para encontrarse con su boca, y saber que era ella la causante de todo aquello, por su capricho, por su antojo, por su deseo, por su orden. Ella nunca había sentido antes un poder sexual sin tocar ni ser tocada.
_________ tomó aliento, después se convirtió sin dudarlo en la agresiva criatura en la que deseaba convertirse por su hombre. Ahora estaba apoyada sobre las rodillas, con el vestido todavía en sus caderas, y sus pechos expuestos aún, e inclinándose hacia Jenelle, cerró la boca sobre el turgente y rosado pezón del pecho de la encantadora chica. La satisfacción se apoderó de ella cuando Jenelle jadeó y después gimió, con intensidad. Todo el cuerpo de _________ tembló cuando empezó a succionar de ella, suavemente al principio, y después saboreando la sensación del pezón erecto con la lengua, la carne que lo rodeaba llenándole la boca.
Mientras succionaba, dejó que su otra mano se cerrara alrededor del pecho de Jenelle, y exploró, y masajeó. Era extraño y excitante estar con otra mujer de aquella manera, pensó, todavía tirando del pezón con intensidad. El pecho de Jenelle en su mano era suave y perfecto, como una pequeña montaña perfectamente redonda cuya cima era una dura perla que raspaba la palma de _________ mientras amasaba la piel de alrededor.
Detrás de ella, Tom las observaba. Lo sabía por los gemidos bajos y cálidos que emitía él, incluso mientras sus manos se moldeaban sobre su trasero, y sus pulgares se extendían hacia dentro, hasta el centro, haciéndola sentir un nuevo tipo de deseo, algo profundo, extraño y desenfrenado.
Y en aquel momento supo que deseaba a otra mujer. Sí, aquello estaba sucediendo porque quería complacer a Tom, pero independientemente de aquel deseo, el placer que recibía del cuerpo de Jenelle era más que solo secundario. Los pechos de Jenelle eran tan encantadores, que la sumían en un estado febril que solo antes había experimentado con un hombre. Y ella deseaba más de aquel deseo, necesitaba cosechar más del cálido placer de ella, por lo que dejó de chuparle, cesó de acariciarla y en lugar de eso, cambió ligeramente de posición y se irguió hacia arriba, bajando después sus propios pechos sobre los de Jenelle y frotándole los pezones con los suyos. El suspiro apasionado de Jenelle llenó su lujoso compartimento, y pronto se le unieron los propios suspiros de _________. Había demasiado suavidad, la suya mezclada con la de Jenelle. Pero, interrumpido por pequeños trozos de dureza, sus pezones, rozándose los unos con los otros, creando diminutos pinchazos de sensación que llegaban directamente a la vulva de _________.
Detrás de ella, Tom la besaba y el tumulto de sensaciones que recibía por ambos lados la hizo sentirse loca de deseo. Se movían juntos, su cálida fricción con Jenelle delante estableciendo el ritmo con el que arqueaba su trasero hacia Tom por detrás. _________ se perdía en todo aquello... hasta que Tom fue hacia ellas dos y comenzó a acariciarles los pechos, y susurró al oído de _________: —Quítale las bragas.
El estómago se le contrajo. Una cosa era que su vulva se sintiera complacida por Tom y ella, pero otra completamente diferente era invitar a Jenelle a la refriega.
Aun así, no dudó un momento. La pasión era demasiado poderosa, y junto con los deseos de Tom, la empujaban hacia delante. Fuera lo que fuera lo que Tom quisiera, ella estaba dispuesta a dárselo. Nunca había pretendido convertirse en una especie de persona sumisa, pero el deseo por agradarle era simplemente demasiado fuerte como para querer luchar contra él. Se había convertido en parte de su sexo, parte de lo que los dos compartían.
Tom llevó las palmas de vuelta a las caderas desnudas de _________ y suavemente la apartó de Jenelle, imponiendo su voluntad incluso aunque ella se rindiera a él, ansiosa por dejar que él la guiara. Justo como Jenelle y Tom habían estado sobre su cuerpo hacía solo un rato, ahora él y ella lo hacían sobre el cuerpo de Jenelle. Lentamente, Tom deslizó las manos por la parte exterior de los muslos de Jenelle, levantando lentamente su vestido de leopardo. Jenelle parecía sentirse tan intensa como lo había hecho _________, masajeándose sus propios pechos desvergonzadamente ahora que _________ se había ido.
Bajo el ribete, encontraron un tanga de encaje negro que se curvaba bajo el piercing del ombligo de Jenelle y el tatuaje de un corazón rojo a un lado del pendiente. Justo como le había pasado con los pechos de Jenelle, _________ pensó que aquella parte de su cuerpo también parecía perfecta, tanto que era difícil no sentir envidia, especialmente viendo cómo Tom lo estudiaba detenidamente. Y por una décima de segundo aquello la hizo sentirse cohibida, angustiada, como si nunca pudiera llegar a medirse con una chica tan perfecta y con un cuerpo tan tonificado por el baile, hasta que la mirada de Tom se levantó hacia ella.
—Quítaselo para mí.
Y entonces la golpeó la realidad. A él no le importaba. O quizás no podía verlo. Pero en cualquier caso, era todavía _________ a quien deseaba. Si hubiera deseado a Jenelle, le hubiera quitado el tanga él mismo. Aunque quería que _________ lo hiciera. Quería seguir guiándola a través de la intensa educación sexual que le había proporcionando aquella semana. Todo aquello seguía siendo por ella. Reprimió los nervios, esperando que Tom no pudiera verlos, y tendió la mano hacia abajo para pasar los dedos pulgares por la cinta que había en las caderas de Jenelle. Cuando esta levantó el trasero de la cama, permitiendo que _________ tirara de las bragas suavemente hacia sus rodillas, su mirada se desvió naturalmente hacia la vulva de Jenelle. La vista de lo cual la hizo quedarse sin respiración, porque ¡Jenelle se había depilado!
Supuso que ya había visto algo así antes, en una revista Playboy que Wayne había comprado una vez, o cuando accidentalmente había abierto un correo electrónico spam que contenía fotos obscenas, pero nunca había pensado que aquello pudiera hacerlo cualquier tipo de mujer.
Y ahora, mientras estudiaba la abertura sedosa y desnuda que había entre las esbeltas piernas de Jenelle, no pudo evitar sentirse al mismo tiempo desconcertada y... asombrada. Por cómo parecía haber mucho más expuesto —como todo en la Ciudad del Pecado— y lo excitante que le parecía.
Ella nunca había pensado que pudiera tener interés en la vulva de otra mujer, pero de repente, hubo más curiosidad que tiraba de ella, y la hizo tender la mano y acariciar suavemente con su dedo corazón los pliegues, haciendo que Jenelle gimiera y le dejara húmeda la yema del dedo.
Oh, Dios, ¿acababa de hacer lo que acababa de hacer? ¿Tocarle la vulva a otra chica? ¿Sin que ni siquiera Tom se lo pidiera? Miró al otro lado del cuerpo de Jenelle para ver a Tom, sabiendo que debía parecer conmocionado. Pero la mirada de Tom era toda calor, toda voracidad. Ella ni siquiera se había dado cuenta de que tenía la mano tendida, los dedos separados, el húmedo dedo corazón sobresaliendo ligeramente, hasta que Tom cerró su cálida mano sobre la de ella y tiró de su dedo húmedo hasta su boca.
Su propia vulva emergió con la idea de que estaba lamiendo los jugos de otra mujer de su propia mano. Y aunque los celos podían haber entrado en escena en aquel momento, no lo hicieron, solo tenía la extraña sensación de que habían invitado a otra mujer en sus relaciones y que de alguna manera aquello los acercaba incluso más. No entendía muy bien cómo había llegado a pasar, pero cuando miró a Tom a los ojos, lo sintió en el alma, y en las cálidas pulsaciones de su vulva.
Se sintió tan fuerte que se inclinó por encima de Jenelle, le cubrió a Tom la cara con las manos y le besó con intensidad. Cerró los ojos e introdujo la lengua en su boca, y se perdió en la humedad que encontró allí, en el sabor de él mezclado con su propio sabor, e incluso con el de Jenelle, y, siguiendo el instinto que repentinamente la corroyó por dentro, le dijo con brusquedad:
—Lámela. Quiero ver cómo le lames la vulva. Quiero ver cómo se lo haces a otra persona que no sea yo.
Un leve sonido salió de la garganta de Tom mientras sus ojos se volvían vidriosos por el placer. Cuando retiró las manos de su cara, Tom le agarró los puños y esta vez la besó con el mismo fervor antes de decirle:
—Ábrele las piernas para mí.
La vulva de _________ volvió de nuevo a la vida, pero ella se las arregló para romper el contacto visual con Tom y concentrarse en la suave vulva de Jenelle. El tanga todavía estaba en sus rodillas, pero Tom tiró suavemente de él hasta quitárselo.
Cada una de sus terminaciones nerviosas crepitó con la idea y la expectación cuando _________ bajó lentamente las palmas de las manos y las puso sobre la superficie modelada y bronceada de los muslos de Jenelle y la escuchó suspirar. Levantó la cabeza para mirarla, mientras que ella se pellizcaba sensualmente los pezones y se lamía el labio superior y miraba a _________ a los ojos.
Lentamente, llevó su caricia hacia adentro. Cada sutil movimiento hacía que Jenelle emitiera un nuevo gemido de placer, hasta que extendió las piernas de Jenelle, más y más abiertas, hasta que la piel que había en la unión de sus muslos se abrió, revelando los pliegues rosas que había dentro. Los pechos de _________ le dolían de deseo, mientras su propia vulva se dilataba, todo por estar compartiendo cosas tan extrañamente íntimas con Tom. ¿Cómo era posible que tener otra compañera le hiciera sentirse tan conectada a él? No lo sabía, pero cuando sus ojos se encontraron por encima de la vulva de Jenelle, ella pudo jurar que él se sentía de la misma manera.
—Lámela ahora —jadeó _________, desconcertada por cuanto deseaba aquello, por cuanto necesitaba verlo.
Después de darle otro húmedo beso en los labios, Tom se arrodilló y pasó la lengua por la abertura de Jenelle. Él miró a _________ cuando terminó el largo y completo lametón que le hizo a Jenelle sollozar, y toda la combinación de sentimientos provocó que _________ se sintiera todavía más loca de lujuria.
—Otra vez —le dijo.
Él obedeció y los papeles se invirtieron. De repente, ella había dejado de ser la sumisa.
Y de alguna manera, lamer a Jenelle a petición de _________, mirarle a los ojos después de hacerlo, le hacía sentir —inexplicablemente— como si se lo estuviera haciendo a sí misma. Todavía seguía siendo parte de todo aquello, todavía estaba íntimamente involucrada en el acto incluso sin cosechar el placer físico directo. Le encantaba observarlo tan de cerca, más cerca de lo que podría hacerlo cuando él la lamía a ella. Le encantaba la manera en la que se humedecían y abrían los pliegues internos de Jenelle que aparecían cada vez que la lengua de Tom ascendía sobre ellos. Le encantaba escuchar los gemidos de Jenelle, observar cómo levantaba la pelvis para encontrarse con su boca, y saber que era ella la causante de todo aquello, por su capricho, por su antojo, por su deseo, por su orden. Ella nunca había sentido antes un poder sexual sin tocar ni ser tocada.
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