martes, 1 de marzo de 2011

Cap 30 LA QUINTA NOCHE

Su primera parada fue en uno de los pocos espectáculos tradicionales que quedaban en Las Vegas: un lugar lleno de chicas en topless cubiertas por toneladas de pieles y lentejuelas. Era una mezcla variada de entretenimiento, y Tom señaló a la cantante que habían ido a ver, recomendada por un camarero que había hablado con él a principios de la semana. Pero Tom declaró rápidamente que al chico le gustaba demasiado «el sonido de Broadway», con lo cual _________ estuvo de acuerdo y después de aquello, simplemente se sentó y disfrutó del llamativo espectáculo de todo ello, maravillándose con la cantidad de pechos desnudos en el escenario.
Después, mientras se mezclaban con el resto de espectadores que abandonaban el lugar, Tom le dijo:
—Siento si esto te resulta algo inútil, pero el chico con el que hablé me dijo que la vocalista era espectacular, por lo que pensé que merecía la pena echar un vistazo.
_________ abrió los ojos de par en par.
—¿Estás bromeando? ¡Me ha encantado! Ha sido completamente el espectáculo clásico de Las Vegas. Me lo he pasado genial —y lo había hecho. Dado que la mayoría de las showgirls estaban hoy día muertas o retiradas, le encantó tener una pequeña porción de la vieja Ciudad del Pecado. Tom solamente sonrió, y después le pasó el brazo por la cintura y la acercó a él para darle un beso.

—¿Tienes idea de lo bonita que eres?
Ella bajó la barbilla y le concedió una mirada juguetona.
—Pensaba que era excitante.
—Eres bonita y excitante —le aseguró él. —Y si no te habías dado cuenta, todos los hombres con los que nos hemos topado esta noche tenían los ojos puestos en ti.
En realidad, sí que se había dado cuenta. Y aquello la había hecho sentirse sexy y excitante, y despreocupada... y también le había hecho pensar si la miraban porque pensaban que era una prostituta con aquel vestido tan descarado. Estaba claro que si todos los hombres pudieran ver las cosas que había hecho ella los últimos días, creerían lo segundo, pero ella sabía que solo podía haberse comportado de aquella manera con Tom, y con nadie más.
Y cuando él la llevó de la mano hacia el casino y después salieron juntos a la calle, la cálida brisa de la noche invadió sus sentidos, y supo que no podía negar que estaba enamorándose de él.
Pero también, desde luego, que toda aquella situación era imposible, no importaba cómo lo viera ella. Y eso significaba que tenía que aprovechar todo lo que pudiera de él en aquel momento, aquella noche, y las noches que estaban por llegar. Tenía que empaparse de él, absorberlo, su cuerpo, su mente, aquellos hermosos ojos, todo él.
Así que cuando se subieron a un taxi y Tom le dijo al conductor que los llevara al Caesars Palace, ella levantó la mano hacia su cara y lo besó, descarada, apasionada y sin disculparse, sin importarle lo más mínimo si el taxista podía observarlos a través del retrovisor. Ahora que la acompañaba el amor, su deseo sexual por él adoptaba una necesidad nueva que ella temía que no tuviera límites.
—Genial —le dijo él cuando el beso terminó.

En respuesta, ella bajó la mano hacia su muslo, en un gesto atrevido, después se deslizó hacia dentro, sobre su miembro, la cual se endureció en cuestión de segundos.

Su mirada llevaba una mezcla de diversión y de excitación.
—Debes estar deseando saber cuál es tu sorpresa.
—Mucho —admitió ella.
En el Caesars Palace, se abrieron camino a través del casino hacia a un elegante bar temático llamado Cleopatra's Barge, donde cruzaron un pequeño puente de madera hasta llegar al club flotante y en forma de barco. La oscuridad cayó sobre ellos, era hora de bailar, las luces se arremolinaban en el suelo donde veinte o treinta personas se movían al ritmo de un grupo que tocaba canciones del Top 40 Hits.
—Estos son a los que venimos a ver —le dijo él mientras se colaban a través de la multitud para llegar a la barra. —Se llaman Razor's Edge.
La banda estaba liderada por una bonita rubia, la única mujer del grupo. Con copas de vino en la mano, observaron y escucharon, y _________ fue consciente otra vez de la atención que recibía por parte de los hombres, y si no estaba equivocada, incluso algunas mujeres parecieron lanzarles miradas de admiración. Estaba empezando a pensar que debería llevar ropa atrevida más a menudo y se recordó a sí misma darle las gracias a Kelly por hacer que se comprara el vestido. De hecho, se acordó otra vez que tenía que darle las gracias a Kelly por un montón de cosas: no solo por ayudarla a comprar y por pedirle una cita en la peluquería, sino también por todo el concepto de seducir a Tom. Quizás hubiera ocurrido de todas formas, pero de alguna manera sentía que las varias formas de consejos de Kelly habían ayudado a que todo pasara.
Después de media hora, _________ dejó su copa vacía en la barra y se inclinó para decirle a Tom por encima de la música:
—No sé... parecen un buen grupo de bar, pero no hay nada nuevo en ellos. Sé que aún no hemos escuchado música original suya, pero hay algo en ellos que me hace sentir... que estoy escuchando algo de los noventa. ¿Estoy equivocada?
Tom vació su propia copa y negó con la cabeza.
—En realidad, has acertado por completo. Llevo aquí un rato esperando a que me dejen alucinado con algo, pero no lo han conseguido. Buen oído, nena.
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Después de dejar el Cleopatra's Barge cogidos de la mano, tomaron un taxi en lo alto del Strip y se dirigieron hacia otro enorme hotel, _________ ni siquiera sabía cuál era. Tras el sinfín de paradas que habían hecho durante aquella y las demás noches, hubo un momento que se olvidó de prestar atención. Se pasearon por otro casino donde las máquinas tragaperras zurraban y tintineaban y la ruleta daba vueltas, y Tom la llevó a una discoteca oscura y tranquila donde su mirada cayó instantáneamente en el joven hombre que había en el escenario, que estaba sentado en un taburete, cantando y tocando una simple guitarra de madera. Con un pelo ligeramente desgreñado y una complexión suave y aceitunada, no podía tener más de diecisiete años, pero su voz y su instrumento afirmaban lo contrario, porque sonaba como si pertenecieran a una vieja alma. El sonido era pop alternativo —pegadizo pero moderno, ingenioso pero lleno de significado— y después de solo unos segundos, Tom y _________ se miraron en silencio y dijeron: «Este chico es bueno».
—Estoy sorprendido —le dijo Tom.
En respuesta, _________ cayó en su nueva costumbre de hacer comparaciones con un ojo comercial.

—Es como... un joven John Mayer, pero con el atractivo de un ídolo adolescente. Cualquier chica de instituto podría derretirse por él.
—La carátula del CD será un primer plano de su cara —meditó Tom, con los ojos puestos en el escenario, claramente pensando en el futuro. —Solo con su nombre encima. Austin Colé.
—Como en los antiguos álbumes —dijo _________ —podíamos poner un póster de él en el interior.
Tom no parecía convencido.
—Todavía podemos trabajar en esa idea. Para eso es para lo que están las páginas web. Sin embargo, podemos lanzar una oferta, un póster gratis para las primeras mil personas que manden el recibo que encontrarán en el CD, algo parecido.
—¿Cuántos años tiene? —preguntó _________.
—No lo suficiente como para entrar aquí, solo lo suficiente como para actuar aquí —le explicó. —Me envió un CD hace unos pocos meses, y supe que era bueno, pero no sabía que era tan bueno, o me hubiera olvidado de los demás y hubiera arrastrado mi culo hacia aquí a toda prisa.
Luego encontraron una mesa, pidieron una botella de vino y simplemente se pusieron cómodos y disfrutaron de la música conmovedora y sincera de Austin Colé. Hasta que él se tomó un descanso. Lo que le permitió a _________ ser testigo, una vez más, de la parte divertida de aquel trabajo, observar la cara del chico iluminarse cuando Tom se presentó y le dijo lo impresionado que estaba.
Acordaron una reunión con Austin y su madre para el día siguiente, pero Tom organizó una comida en lugar de un desayuno.
—Porque —le había explicado a _________ con un guiño cuando salieron de la discoteca—, vamos a estar fuera hasta tarde. Ella sonrió.
—Eso implica mi sorpresa, desde luego.
Él asintió, en un gesto claro y conciso.
—¿Y cuándo exactamente voy a recibir esa sorpresa?
—En nuestra próxima parada.
Muy a su pesar, la vulva de _________ tembló con la expectación. Por supuesto, haber tenido tantos ojos lujuriosos puestos en ella durante toda la noche la había mantenido en un estado de excitación toda la velada, como durante el provocativo espectáculo de topless, solo estando con Tom. Por lo que no era solo la promesa de lo que estaba a punto de suceder lo que la emocionaba. Era todo, todo lo que Tom y la Ciudad del Pecado podían ofrecerle.
Y ella estaba más que preparada para cualquier cosa que le deparara la noche.
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El siguiente taxi los llevó con rapidez a través del bullicioso Las Vegas Boulevard, donde todo lo que _________ podía ver alrededor de ellos eran limusinas y tranvías y más de esas vallas publicitarias en movimiento que ofrecían en venta a una mujer vestida solo con lencería. Mirando a través de las ventanas, recayó en los letreros de neón que señalaban el hotel casino MGM Grand, el París, el Monte Cario, y otros que pasaban ante sus ojos a toda velocidad y la hacían sentir —junto con el vino que había tomado— completamente consumida por las mareantes luces y el ritmo acelerado del Strip. Lo siguiente que supo fue que el taxi se había detenido en la avenida, en un camino rodeado de arbustos que llevaban a otro resort gigante y otro casino iluminado con luces brillantes, pero otra vez, había olvidado fijarse en el nombre.

Mientras Tom la llevaba a través de las puertas principales y entraban en otro enorme vestíbulo, sintió más ojos puestos en ella, sintió la mano de su hombre sobre la suya, sintió que su corazón latía con fuerza por la emoción de preguntarse qué iba a pasar a continuación y cómo podría agradecérselo por la noche. Después de entrar en el ascensor, Tom esperó hasta que la mayoría de las personas que estaban dentro hubieran salido en sus respectivas platas, y después presionó el botón de arriba, marcado simplemente con una R.

—¿Qué significa esa letra? —le preguntó ella. —¿Lleva a la azotea?
La boca de Tom se curvó en una sonrisa traviesa.
—No. Lleva a una discoteca. Se llama Rendezvous.
Por lo que iban a otra discoteca, una que estaba situada en lo alto de un hotel de Las Vegas Strip.
—¿Esa es mi sorpresa? —le preguntó ella despreocupada. —¿Otra discoteca? —no había querido sonar como decepcionada, pero ya había estado en un montón de discotecas con Tom, por lo que había esperado algo más... único.
Cuando las dos últimas personas que había con ellos en el ascensor se bajaron, las puertas se cerraron y Tom le lanzó una mirada oscura y seductora.
—No te preocupes, nena. Nunca antes has estado en una discoteca como esta.
—¿A qué te refieres?
En aquel momento, se abrieron las puertas del ascensor y el aura de la glamurosa vida nocturna le invadió los sentidos. Ante ellos se desplegaba una habitación con una tenue iluminación, con destellos rojos y púrpuras que giraban y resplandecían sobre los cuerpos escasamente ataviados que había en la pista de baile. La fragancia del alcohol y el perfume caro inundaba el ambiente. Cada cara que pudo ver ella era... hermosa, no había otra manera de describirlo. Estaba claro que era allí adónde iba la gente guapa que quería salir de fiesta.
Pero antes de llegar al interior de la discoteca, tuvieron que ser admitidos por un portero, y ella observó la fila de personas que estaban esperando para entrar, mientras Tom la llevaba por delante, directo al hombre que sostenía una cuerda roja de terciopelo en las manos.
—Señor Kaulitz —le dijo él tranquilamente, después desató la cuerda, y les hizo un gesto para que entraran. Tom le pasó discretamente al portero un fajo de billetes doblados mientras atravesaban la entrada.Dentro, pudo ver a la gente guapa más de cerca. Las mujeres tenían un aspecto seguro y atractivo, la mayoría llevaban vestidos de cóctel que rivalizaban con el suyo propio por sexualmente atrevidos, y los hombres eran como Tom, claramente modernos, elegantes, cómodos en su ambiente.
La iluminada pista de baile estaba compuesta por plataformas e incluso por unas pocas jaulas enrejadas. Sobre las plataformas había más gente guapa bailando, la mayoría de las chicas no parecían tener problema alguno por frotar sus cuerpos mientras se movían. Las jaulas, sin embargo, estaban ocupadas por lo que ella pensó que serían gogós, todas vestidas con tops negros de lentejuelas y faldas minúsculas también de color negro, bajo las cuales llevaban ligüeros que sujetaban unas medias de rejilla negras y unas sandalias de plataforma «tacones de stripper». Todo en lo que pudo pensar ella fue... Vaya. Tom tenía razón, ella nunca había estado en un lugar como aquel antes.

2 comentarios:

  1. *O* ooo mierda quiero saber que pasa T_T siguela pronto ;)

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  2. por que por que dios por que le diste a ella el poder de dejarme en un suspenso tan horrible que me carcome las entrañas por favor por favor sube mas quiero ver en que termina este capi !!!!!!!!!!

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