sábado, 12 de marzo de 2011

Cap 37

A _________ todavía le temblaba todo el cuerpo media hora más tarde cuando Tom y ella atravesaban cogidos de la mano el casino del hotel y el vestíbulo que llevaba a las puertas principales. Como le había pasado a menudo desde el momento que había empezado a follarse a Tom, la experiencia la había dejado casi aturdida. Aturdida porque se sentía descarada. Y sentirse descarada en aquel lugar era algo muy fácil, allí en la Ciudad el Pecado, allí con Tom.
No podía creer lo que acababa de hacer con él, pero no se arrepentía de nada. Tom y el aura hedonista de aquella ciudad estaban enseñándole a vivir, a vivir realmente, a experimentarlo todo, a embriagarse de todo.
Cuando salieron por una puerta rotatoria de latón hacia el taxi que los esperaba, una cálida brisa nocturna sopló sobre su vestido y le recordó, una vez más, que no llevaba puesto nada de ropa interior, su tanga estaba guardado en el bolsillo de la chaqueta de Tom.

—Solo para que lo sepas —dijo él con una sonrisa traviesa bajo las luces del gran toldo que tenían arriba. —Jenelle no era parte de tu sorpresa. Esa parte ha sido puro hallazgo fortuito.
El calor le coloreó las mejillas cuando suspiró y levantó la cabeza para mirarlo. No se sentía con remordimientos, ni siquiera exactamente avergonzada, pero sentía un poco de timidez y lo admitió:
—Nunca pensé que pudiera... ya sabes... desear estar con una mujer.
Él le lanzó una mirada segura y de complicidad.
—El sexo no es siempre lógico. Solo sientes lo que sientes.
—¿Quién lo hubiera creído? —dijo con un suspiro. —¿Y adivina qué? Al parecer, no me importa compartirte, después de todo.
Tom soltó una carcajada mientras el portero les sujetaba abierta la puerta del taxi para que entraran.
—Al menos, a veces —terminó suavemente, después de meterse dentro. Ya sabía que... bueno, incluso a pesar de lo asombroso de la experiencia, no quisiera hacerlo todo el tiempo. Es más, anhelaba más el tipo de sexo como el que habían compartido en la bañera, lento, sin prisas, y solos.
Después de darle las indicaciones al taxista para que los llevara de vuelta al Venecia, él le susurró:
—Eres asombrosa.
Ella se mordió el labio, y se preguntó cuánto tendría que confesarle.
—De alguna manera tú... haces que desee serlo. Asombrosa. Y entonces... lo soy.
Intercambiaron dulces sonrisas en el oscuro asiento trasero del coche que ahora se incorporaba a Las Vegas Boulevard.
—Realmente lo eres, ya lo sabes —le dijo él. —Nunca hubiera podido soñar que fueras tan...
—Yo tampoco —meditó ella cuando la voz de Tom se desvaneció y le hizo ganarse un beso. Después de lo cual ella le preguntó con un tono juguetón: —Entonces, ¿cómo vas a superar esto? ¿Cómo vas a llevarme ahora a nuevas alturas?
Él miró hacia otro lugar.
—Ya lo verás.
Ahora que parecía ser la única que bromeaba le dijo:
—¿Qué? ¿Qué has planeado para ahora?
Él ladeó la cabeza, le lanzó una mirada llena de picardía y se inclinó cerca de su oído, y ella deseó escuchar las mismas palabras que tenía en la mente, pero en lugar de eso él solo dijo:
—Nena. Es una sorpresa.
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Tom se dio la vuelta en la cama y le dio gracias al cielo por haber sido lo suficientemente inteligente y no haber concertado una cita con Austin Colé para el desayuno. Eran las diez de la mañana, lo que significaba que Las Vegas Strip estaba empezando a agitarse con los turistas que salían a ver los monumentos de la ciudad antes de que la temperatura alcanzara un grado infernal, pero dentro de su habitación, había gruesas cortinas que bloqueaban la entrada del sol, y aquello les permitía a _________ y a él dormir y recuperarse de la noche pasada.
Vio a _________ acostada a su lado en la cama, preciosa y desnuda. Se habían ido directamente a la cama después de haber llegado a la habitación, pero no antes de que ella se deshiciera de su sexy vestido. Temía que estaba empezando a acostumbrarse a todo aquello, a acomodarse contra su cuerpo desnudo por la noche, a abrazarla de vez en cuando y embriagarse con su calor.
Mie*rda, lo de la pasada noche había estado... más allá de sus fantasías más salvajes. Al menos en lo que concernía a _________. Solo había estado con dos mujeres una vez. Pero no había experimentado las cosas que había sentido la pasada noche, puro sobrecogimiento y puro... cariño. Y cuando se despertaba en aquel momento, acurrucado alrededor de ella, se sintió más acogido y seguro de lo que podía llegar a entender.
Había algo en aquella emoción que lo llevaba atrás en el tiempo... hasta Angie.
Los dos habían tenido relaciones sexuales, por supuesto, perdieron la virginidad juntos. Y aunque ambos habían vivido en sus casas respectivas, a medida que se habían hecho mayores, tuvieron alguna oportunidad de pasar la noche solos. Y quizás... quizás se sentía de aquella manera entonces, sentía el cálido consuelo de despertarse junto a alguien que amaba.

Pero él siempre había sabido que estaba hecho para algo más que lo que le deparaba la vida en Brooklyn, así que, por mucho que Angie le hubiera importado, cada día que pasaba las aspiraciones que él tenía en la vida habían deteriorado la relación con más dudas.
Aunque con _________, le daba la sensación casi como si pudiera tenerlo todo. La dulce y genuina chica que un hombre puede llevar a casa para que conozca a su madre... y la nena sexy y salvaje que nunca teme experimentar cosas nuevas, que nunca teme dejarse llevar por sus placeres. Mie*rda, ¿por qué demonios estaba pensando en llevarla a casa de sus padres entre todas las demás cosas? El no llevaba nunca a casa a las mujeres. Nunca. No desde Angie.
Porque él no se metía en ninguna relación.
Porque él no deseaba ese tipo de vida.
«Y será mejor que lo tengas siempre en mente, Kaulitz».
Después de todo, a _________ y él solo le quedaban dos noches más juntos antes de que se dirigieran de vuelta a Los Ángeles. El día en el que él había planeado poner fin a todo aquello. Y todavía le parecía lógico.
¿O no?



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—De acuerdo, hablaremos la semana que viene —dijo Tom, mientras llevaba a Austin Colé y a su madre, quien se había mostrado recelosa durante la reunión y tenía un montón de preguntas acerca del contrato que le estaban ofreciendo a su hijo, hacia la puerta de la habitación. —Y si entre tanto, a usted o a su abogado les surge cualquier tipo de pregunta que yo pueda aclararle, por favor, no duden en llamarme.
_________ lo observó cerrar las puertas dobles, que los dejaban solos en la habitación otra vez. Había guardado silencio casi la mayor parte de la reunión, durante la cual también habían comido. Ella había estado escuchando la manera en la que Tom contestaba a la mujer tan meticulosamente, siempre respetando sus preguntas, aunque en ocasiones se volvieran repetitivas y confusas. _________ solo había contribuido en algo a la conversación para dejarle saber a Austin cuánto adoraba ella su música y cuánto deseaba tenerlo a bordo de Blue Night. Aunque daba la casualidad de que solo tres días antes de aquello, un explorador de una gran discográfica se había acercado a Austin, y que por supuesto, también le había ofrecido una suma importante de dinero.

—La ventaja —le decía Tom a _________ ahora, mientras atravesaba el vestíbulo enlosado— es que hemos conseguido ser los primeros en reunimos con ellos —el representante de la otra compañía se había limitado a invitarles a Los Ángeles la próxima semana, en lugar de hablar de negocios en la ciudad en la que Austin vivía. —Hemos tenido la oportunidad de demostrarle a Austin cómo de interesados estamos en él, hemos conseguido dejarle saber que vamos a respetar su música y finalmente, que va a recibir una atención personal por nuestra parte.
—¿Y cuál es el inconveniente? —preguntó _________, que estaba todavía sentada a la mesa.
Tom suspiró.
—Simplemente no tenemos tanto dinero como el que ellos pueden ofrecerle.
—Entonces, ¿qué esperanzas tenemos? ¿Por qué se iría él con nosotros?
—Por las razones que te acabo de mencionar. A él le gustamos, de eso estoy seguro. Y es un chico brillante, creo que ha hecho sus deberes sobre el negocio y conoce y entiende los beneficios adicionales de trabajar con una empresa más pequeña. Sabe que llegará a sentirse como un pez pequeño en un gran estanque con el otro tipo, pero que si viene con nosotros, tendrá toda nuestra atención.
»Y en realidad, ha sido muy inteligente de su parte y de su madre no apresurarse a tomar ninguna decisión, a hablar con un abogado, a averiguar lo que le ofrecen ambos bandos antes de decantarse por uno de ellos. Para ser francos, nuestro trabajo consiste en darnos prisa para que la gente firme un contrato antes de que puedan ser descubiertos por otras personas, justo como hicimos con Blush, pero cuando un artista es lo suficientemente avispado como para no lanzarse al primer contrato que le muestran en sus narices, tengo que respetarlo y trabajar con él en ello.
_________ nunca había pensado acerca de aquello, acerca de que a pesar de haber hecho un montón de preguntas sobre el contrato, las chicas de Blush habían firmado sin buscar ningún consejo legal, sin preguntar a sus familias o amigos, nada. Y aquel había sido el objetivo de Tom —y ahora era el suyo: —lograr que los artistas hicieran precisamente eso. De repente, vio aquello como otra parte de su trabajo en el que quizás no pudiera destacar: intentar empujar a alguien a hacer algo que puede que no respondiera a sus mejores intereses.

—¿Qué pasa? —le preguntó Tom. Sus sentimientos debieron haberse reflejado en su cara, algo en lo que realmente debía trabajar si quería convertirse en una buena representante de A&R.
—Nada —mintió ella. Se había dado cuenta de que le resultaba muy fácil ser sincera con Tom cuando hablaban de sexo u otras cosas, pero en los últimos días, había notado que hablar de su nuevo trabajo le resultaba... menos fácil. La verdad era que cuanto más aprendía acerca de él, más empezaba a preguntarse si realmente se le daría bien hacerlo.
—Escucha —dijo él—, si conseguimos a Austin, y eso es precisamente lo que pretendo, incluso si tengo que ponerme de rodillas y rogarle, quiero que seas tú quien se encargue de él.
—¿Cómo? —ladeó la cabeza.
—Quiero que él sea tu primer artista oficial.
Ella sintió cómo se le abría la boca por la sorpresa.
—Estás bromeando.
Aun así él confundió su reacción con preocupación.
—Que no cunda el pánico, nena, estaré ahí a cada paso para guiarte por el camino. Y creo que el chico será grande, y no demasiado temperamental. Te dará una gran ventaja en el negocio, será él el artista en el que apuestes, el que saque tu nombre ahí fuera.
_________ dejó escapar una gran bocanada de aire. ¿Realmente le estaba ofreciendo aquello
—Tom, no tienes que hacerlo. Quiero decir, no es justo. Eres tú el que ha pasado el tiempo hablando con él y su madre hoy, no yo. Tú eres la persona que a él le gusta, y seguramente la persona con la que quiere trabajar. Y... —suspiró, y su voz se volvió más suave cuando se sintió sin fuerzas, dejando caer los ojos sobre las vetas de madera de la mesa. —En realidad, no he hecho nada para merecerme un regalo así.
En respuesta, Tom se sentó en la silla que había a su lado, giró a _________ hacia sí, y le cogió las manos entre las suyas.
—_________, tengo mucha fe puesta en ti para este negocio. Pero no es fácil lograr que la gente confíe en ti con algo tan grande como una carrera musical, y puede ser muy duro conseguir el primer artista con éxito. Empezar con alguien prometedor bajo tu custodia significa tener la mitad de la batalla ganada. Así que quiero hacer esto por ti, ¿de acuerdo? No voy a aceptar un no como respuesta.
El nudo que se le había formado a _________ en la garganta apenas la dejaba respirar. Había resultado muy fácil olvidarse de la terrible verdad que estaba ocultándole a Tom cuando estaban besándose o coqueteando, en la cena o escuchando música, cuando iban a las discotecas o tenían relaciones sexuales. Pero ahora, en aquel momento, no podía olvidarse de ello. En realidad, era lo único en lo que podía pensar.
Nunca se había sentido tan asombrada o conmovida —o tan terriblemente culpable— en toda la vida.
—Así están las cosas. Lo contratamos, tú te encargas de él. ¿Vale?
Todavía no podía darle una respuesta. Así que en lugar de eso se lanzó a sus brazos y lo besó, con todo el amor que había en su corazón y toda la admiración de su alma. Lo besó hasta que él tiró de ella hasta su regazo, le puso las manos en el trasero y ella se montó a horcajadas en la amplia silla. Finalmente acabaron los besos, se quedaron allí simplemente sentados, en silencio, y Tom inclinó la frente hasta rozar la suya, en un gesto dulce que a ella le encantaba. Y una sonrisa lenta y patentada se le desplegó en la cara cuando le dijo:
—Ese es el tipo de respuesta que me gusta.

1 comentario:

  1. aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa que bonito quedo el capi ojala y terminemos bien enamorados nena no te tardes en subir el sig me encanto

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