lunes, 7 de marzo de 2011

Cap 35

perdon x no haber subido los 3 chikas esq se fue la luz en mi ksa pro akii les dejo el q sigue ;) comenten y subo otro :D


_________ tomó aliento, después se convirtió sin dudarlo en la agresiva criatura en la que deseaba convertirse por su hombre. Ahora estaba apoyada sobre las rodillas, con el vestido todavía en sus caderas, y sus pechos expuestos aún, e inclinándose hacia Jenelle, cerró la boca sobre el turgente y rosado pezón del pecho de la encantadora chica. La satisfacción se apoderó de ella cuando Jenelle jadeó y después gimió, con intensidad. Todo el cuerpo de _________ tembló cuando empezó a succionar de ella, suavemente al principio, y después saboreando la sensación del pezón erecto con la lengua, la carne que lo rodeaba llenándole la boca.
Mientras succionaba, dejó que su otra mano se cerrara alrededor del pecho de Jenelle, y exploró, y masajeó. Era extraño y excitante estar con otra mujer de aquella manera, pensó, todavía tirando del pezón con intensidad. El pecho de Jenelle en su mano era suave y perfecto, como una pequeña montaña perfectamente redonda cuya cima era una dura perla que raspaba la palma de _________ mientras amasaba la piel de alrededor.
Detrás de ella, Tom las observaba. Lo sabía por los gemidos bajos y cálidos que emitía él, incluso mientras sus manos se moldeaban sobre su trasero, y sus pulgares se extendían hacia dentro, hasta el centro, haciéndola sentir un nuevo tipo de deseo, algo profundo, extraño y desenfrenado.
Y en aquel momento supo que deseaba a otra mujer. Sí, aquello estaba sucediendo porque quería complacer a Tom, pero independientemente de aquel deseo, el placer que recibía del cuerpo de Jenelle era más que solo secundario. Los pechos de Jenelle eran tan encantadores, que la sumían en un estado febril que solo antes había experimentado con un hombre. Y ella deseaba más de aquel deseo, necesitaba cosechar más del cálido placer de ella, por lo que dejó de chuparle, cesó de acariciarla y en lugar de eso, cambió ligeramente de posición y se irguió hacia arriba, bajando después sus propios pechos sobre los de Jenelle y frotándole los pezones con los suyos. El suspiro apasionado de Jenelle llenó su lujoso compartimento, y pronto se le unieron los propios suspiros de _________. Había demasiado suavidad, la suya mezclada con la de Jenelle. Pero, interrumpido por pequeños trozos de dureza, sus pezones, rozándose los unos con los otros, creando diminutos pinchazos de sensación que llegaban directamente a la vulva de _________.
Detrás de ella, Tom la besaba y el tumulto de sensaciones que recibía por ambos lados la hizo sentirse loca de deseo. Se movían juntos, su cálida fricción con Jenelle delante estableciendo el ritmo con el que arqueaba su trasero hacia Tom por detrás. _________ se perdía en todo aquello... hasta que Tom fue hacia ellas dos y comenzó a acariciarles los pechos, y susurró al oído de _________: —Quítale las bragas.
El estómago se le contrajo. Una cosa era que su vulva se sintiera complacida por Tom y ella, pero otra completamente diferente era invitar a Jenelle a la refriega.
Aun así, no dudó un momento. La pasión era demasiado poderosa, y junto con los deseos de Tom, la empujaban hacia delante. Fuera lo que fuera lo que Tom quisiera, ella estaba dispuesta a dárselo. Nunca había pretendido convertirse en una especie de persona sumisa, pero el deseo por agradarle era simplemente demasiado fuerte como para querer luchar contra él. Se había convertido en parte de su sexo, parte de lo que los dos compartían.

Tom llevó las palmas de vuelta a las caderas desnudas de _________ y suavemente la apartó de Jenelle, imponiendo su voluntad incluso aunque ella se rindiera a él, ansiosa por dejar que él la guiara. Justo como Jenelle y Tom habían estado sobre su cuerpo hacía solo un rato, ahora él y ella lo hacían sobre el cuerpo de Jenelle. Lentamente, Tom deslizó las manos por la parte exterior de los muslos de Jenelle, levantando lentamente su vestido de leopardo. Jenelle parecía sentirse tan intensa como lo había hecho _________, masajeándose sus propios pechos desvergonzadamente ahora que _________ se había ido.
Bajo el ribete, encontraron un tanga de encaje negro que se curvaba bajo el piercing del ombligo de Jenelle y el tatuaje de un corazón rojo a un lado del pendiente. Justo como le había pasado con los pechos de Jenelle, _________ pensó que aquella parte de su cuerpo también parecía perfecta, tanto que era difícil no sentir envidia, especialmente viendo cómo Tom lo estudiaba detenidamente. Y por una décima de segundo aquello la hizo sentirse cohibida, angustiada, como si nunca pudiera llegar a medirse con una chica tan perfecta y con un cuerpo tan tonificado por el baile, hasta que la mirada de Tom se levantó hacia ella.
—Quítaselo para mí.
Y entonces la golpeó la realidad. A él no le importaba. O quizás no podía verlo. Pero en cualquier caso, era todavía _________ a quien deseaba. Si hubiera deseado a Jenelle, le hubiera quitado el tanga él mismo. Aunque quería que _________ lo hiciera. Quería seguir guiándola a través de la intensa educación sexual que le había proporcionando aquella semana. Todo aquello seguía siendo por ella. Reprimió los nervios, esperando que Tom no pudiera verlos, y tendió la mano hacia abajo para pasar los dedos pulgares por la cinta que había en las caderas de Jenelle. Cuando esta levantó el trasero de la cama, permitiendo que _________ tirara de las bragas suavemente hacia sus rodillas, su mirada se desvió naturalmente hacia la vulva de Jenelle. La vista de lo cual la hizo quedarse sin respiración, porque ¡Jenelle se había depilado!
Supuso que ya había visto algo así antes, en una revista Playboy que Wayne había comprado una vez, o cuando accidentalmente había abierto un correo electrónico spam que contenía fotos obscenas, pero nunca había pensado que aquello pudiera hacerlo cualquier tipo de mujer.
Y ahora, mientras estudiaba la abertura sedosa y desnuda que había entre las esbeltas piernas de Jenelle, no pudo evitar sentirse al mismo tiempo desconcertada y... asombrada. Por cómo parecía haber mucho más expuesto —como todo en la Ciudad del Pecado— y lo excitante que le parecía.
Ella nunca había pensado que pudiera tener interés en la vulva de otra mujer, pero de repente, hubo más curiosidad que tiraba de ella, y la hizo tender la mano y acariciar suavemente con su dedo corazón los pliegues, haciendo que Jenelle gimiera y le dejara húmeda la yema del dedo.
Oh, Dios, ¿acababa de hacer lo que acababa de hacer? ¿Tocarle la vulva a otra chica? ¿Sin que ni siquiera Tom se lo pidiera? Miró al otro lado del cuerpo de Jenelle para ver a Tom, sabiendo que debía parecer conmocionado. Pero la mirada de Tom era toda calor, toda voracidad. Ella ni siquiera se había dado cuenta de que tenía la mano tendida, los dedos separados, el húmedo dedo corazón sobresaliendo ligeramente, hasta que Tom cerró su cálida mano sobre la de ella y tiró de su dedo húmedo hasta su boca.
Su propia vulva emergió con la idea de que estaba lamiendo los jugos de otra mujer de su propia mano. Y aunque los celos podían haber entrado en escena en aquel momento, no lo hicieron, solo tenía la extraña sensación de que habían invitado a otra mujer en sus relaciones y que de alguna manera aquello los acercaba incluso más. No entendía muy bien cómo había llegado a pasar, pero cuando miró a Tom a los ojos, lo sintió en el alma, y en las cálidas pulsaciones de su vulva.

Se sintió tan fuerte que se inclinó por encima de Jenelle, le cubrió a Tom la cara con las manos y le besó con intensidad. Cerró los ojos e introdujo la lengua en su boca, y se perdió en la humedad que encontró allí, en el sabor de él mezclado con su propio sabor, e incluso con el de Jenelle, y, siguiendo el instinto que repentinamente la corroyó por dentro, le dijo con brusquedad:
—Lámela. Quiero ver cómo le lames la vulva. Quiero ver cómo se lo haces a otra persona que no sea yo.
Un leve sonido salió de la garganta de Tom mientras sus ojos se volvían vidriosos por el placer. Cuando retiró las manos de su cara, Tom le agarró los puños y esta vez la besó con el mismo fervor antes de decirle:
—Ábrele las piernas para mí.
La vulva de _________ volvió de nuevo a la vida, pero ella se las arregló para romper el contacto visual con Tom y concentrarse en la suave vulva de Jenelle. El tanga todavía estaba en sus rodillas, pero Tom tiró suavemente de él hasta quitárselo.
Cada una de sus terminaciones nerviosas crepitó con la idea y la expectación cuando _________ bajó lentamente las palmas de las manos y las puso sobre la superficie modelada y bronceada de los muslos de Jenelle y la escuchó suspirar. Levantó la cabeza para mirarla, mientras que ella se pellizcaba sensualmente los pezones y se lamía el labio superior y miraba a _________ a los ojos.
Lentamente, llevó su caricia hacia adentro. Cada sutil movimiento hacía que Jenelle emitiera un nuevo gemido de placer, hasta que extendió las piernas de Jenelle, más y más abiertas, hasta que la piel que había en la unión de sus muslos se abrió, revelando los pliegues rosas que había dentro. Los pechos de _________ le dolían de deseo, mientras su propia vulva se dilataba, todo por estar compartiendo cosas tan extrañamente íntimas con Tom. ¿Cómo era posible que tener otra compañera le hiciera sentirse tan conectada a él? No lo sabía, pero cuando sus ojos se encontraron por encima de la vulva de Jenelle, ella pudo jurar que él se sentía de la misma manera.
—Lámela ahora —jadeó _________, desconcertada por cuanto deseaba aquello, por cuanto necesitaba verlo.
Después de darle otro húmedo beso en los labios, Tom se arrodilló y pasó la lengua por la abertura de Jenelle. Él miró a _________ cuando terminó el largo y completo lametón que le hizo a Jenelle sollozar, y toda la combinación de sentimientos provocó que _________ se sintiera todavía más loca de lujuria.
—Otra vez —le dijo.
Él obedeció y los papeles se invirtieron. De repente, ella había dejado de ser la sumisa.
Y de alguna manera, lamer a Jenelle a petición de _________, mirarle a los ojos después de hacerlo, le hacía sentir —inexplicablemente— como si se lo estuviera haciendo a sí misma. Todavía seguía siendo parte de todo aquello, todavía estaba íntimamente involucrada en el acto incluso sin cosechar el placer físico directo. Le encantaba observarlo tan de cerca, más cerca de lo que podría hacerlo cuando él la lamía a ella. Le encantaba la manera en la que se humedecían y abrían los pliegues internos de Jenelle que aparecían cada vez que la lengua de Tom ascendía sobre ellos. Le encantaba escuchar los gemidos de Jenelle, observar cómo levantaba la pelvis para encontrarse con su boca, y saber que era ella la causante de todo aquello, por su capricho, por su antojo, por su deseo, por su orden. Ella nunca había sentido antes un poder sexual sin tocar ni ser tocada.

2 comentarios:

  1. wou! ame este capituloooooooooo, sigueleee!!!
    y espero otro mas tarde ehh
    e,e

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  2. orale me hice super poderosa aqui eeeeeee afuersas que intenso otro otro otro otro

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