miércoles, 9 de marzo de 2011

Cap 36

D: nnas q paxo con los coments stoi muy triste pro akii les dejo este cap ojala les guste


Pero cuanto más observaba la lengua de su amante sobre la vulva de otra mujer, más necesitaba también la interacción física, la fricción, el placer. Así que desvió la mirada de Tom y volvió a concentrarse en los pechos de Jenelle. Al principio, los besó un poco más, los lamió y se deleitó con la manera en la que el erecto pezón de Jenelle se retraía cuando pasaba la lengua sobre él. Pero pronto retomó la cálida sensación de simplemente frotar sus propios pechos con los de ella, ligeramente, de forma juguetona.
Cuando Jenelle rodeó el cuello de _________ con sus brazos, y le puso la mano encima de la cabeza, tirando de ella para darle un beso voraz, _________ se rindió completamente. A todo. A cada sensación. Como antes, cuando había estado cerca del orgasmo, dejó de pensar, y dejó que los placeres físicos la consumieran. Y pronto Jenelle estuvo sollozando en su boca y empujando enloquecidamente contra la boca de Tom y _________ se inclinó hacia abajo para besar y succionar más de sus pechos, deseando ayudarla para que alcanzara el orgasmo.

—¡aaaah! —gritó Jenelle finalmente. —¡Oh, joder! ¡Sí! ¡Sí! —todo su cuerpo se convulsionó enloquecidamente, follando la boca de Tom mientras gritaba, y _________ supo que la gente más allá de la cortina tenía que haberlo escuchado todo, pero aun así no le importaba.
Hasta que finalmente Jenelle dejó de moverse, y se quedó quieta y tenía un aspecto completamente hermoso, incluso exhausto, con su vestido arrugado en su torso y sus brazos colgándole sobre la cabeza.
—Oh, Dios mío —dijo ella, más suavemente ahora. —Ha sido tan bueno. Ninguno de los dos tenéis ni idea de cuánto lo necesitaba.
Tom, con su camisa blanca ligeramente arrugada ahora pero más sexy que nunca, se puso de rodillas entre las dos chicas acostadas, y sensualmente les acarició los muslos con cada una de sus manos.
—Habéis estado las dos sumamente increíbles —dijo él, sus ojos oscuros radiaban calor.
—Tom —dijo Jenelle, casi como si él estuviera diciendo una tontería. —Tu lengua ha estado sumamente increíble. El solo soltó una carcajada, pero _________ se mordió el labio, estaba completamente de acuerdo con Jenelle, recordando exactamente la sensación que había tenido cuando había tenido la lengua de Tom en su clítoris. Después se dio cuenta de que estaban hablando en pasado, y levantó la cabeza para mirar al hombre del que se había enamorado.

—Todavía no hemos acabado, ¿verdad?
Él bajó la barbilla, enarcando una de sus cejas, en un gesto especulador.
—¿No quieres que acabe?
Ella negó con la cabeza, y sin reflexionar en sus palabras, dijo exactamente lo que estaba pensando-.--- te deseo a ti y a tu amiguito
La expresión de Tom se oscureció cuando señaló hacia el enorme bulto que había debajo de sus pantalones. —Está justo aquí.
Ella se mordió el labio. Deseaba desesperadamente darle tanto placer como él le había dado a Jenelle y a ella con su hábil lengua. Y cuando tendió la mano hacia la hebilla de su cinturón, levantó la cabeza y le dijo:
—Ahora te toca a ti, nene. Así que prepárate.

_________ no perdió tiempo alguno y sacó el miembro de Tom. Porque incluso si había aprendido a disfrutar cuando tonteaba con las mujeres, todavía necesitaba un hombre que la hiciera sentirse verdaderamente llena, y ese hombre era aquel.
Jenelle y ella suspiraron cuando vieron aquel miembro rosa, toda fuerte, larga y dura, con la punta resplandeciendo con las gotas que anteceden al orgasmo. Ella no había pensado acerca de lo que iba a hacer con aquella majestuosa erección, solo había sentido un deseo humillante por ella. Recorrió su longitud con las manos, desde la parte de abajo hasta arriba y volvió a bajar otra vez,y sintiéndose indebidamente agradada cuando escuchó el duro aliento de Tom sobre ella y notó cómo sus ojos la atravesaban.
Pero al poco rato, pareció que solo había una cosa para hacer que la noche fuera completa y justa, así que miró sobre la cabeza de su miembro hacia Jenelle, que estaba sentada esperando impacientemente, y le dijo:

—Lámela conmigo.
Jenelle sonrió y Tom gruñó. Y _________ fue consciente otra vez de la satisfacción que le producía hacer de lo prohibido una realidad.
Mientras _________ le sujetaba la base del mango a Tom, Jenelle y ella lamieron con delicadeza y sensualidad ambos laterales, como si estuvieran compartiendo un largo helado. Fue al mismo tiempo conmovedor y excitante ver a la otra mujer, tan cerca de el miembro de Tom, pero justo como había pasado antes, la excitación pudo más que los celos, y pronto Jenelle y ella estaban intercambiando ligeros besos con lengua alrededor de su erección mientras le daban placer a la vez. Aunque _________ no podía soportar esperar demasiado tiempo por tomarlo en su boca, después de lamer la mancha de fluido de su punta, bajo los labios sobre aquella columna de carne dura como la piedra, disfrutando con el gemido que resonaba de Tom desde arriba. _________ se movía arriba y abajo, humedeciendo a Tom, dejándole que la llenara en su garganta, animada por sus pequeñas y lentas embestidas y la mano en la cabeza.

—Oh, sí —dijo él, su voz flotó en el aire hacia ella. .
Cuando _________ sintió el cansancio, se la ofreció a Jenelle, que no pareció dudar cuando le lamió los labios a _________ y después lo hizo también con su miembro. Jenelle trabajaba más rápido aún, más feroz y menos sensual, y Tom ajustó sus embestidas, haciéndolas más rápidas y duras.
—Chúpala —dijo él, con un tono bajo y autoritario. —Chúpala.
_________ sintió como si de alguna manera hubiera descendido a un segundo plano, donde todo lo que importaba era el placer, donde no existían ni las reglas ni los tabús. Y cuando Tom la miró a los ojos, supo que debía parecer desesperada, loca, tan llena de lujuria como lo estaba. Y se sintió tentada a decir lo que estaba pensando «te quiero, te quiero, te quiero», pero de alguna manera se las arregló para no hacerlo.
Aun así, él debió haber leído la salvaje necesidad en sus ojos, porque justo entonces se alejó de Jenelle, levantándole suavemente la cabeza y entonces, miró a _________, sus ojos llenos de emoción.



—Necesito follarte, nena, ahora.
—Oh, Dios, lo sé, yo también lo necesito. te necesito muy dentro de mí —tenía la mano agarrada a su musculoso muslo y parecía que estaba rogándole, pero no podía parar.
Tom se tumbó detrás de ella, sobre el terciopelo rojo, y tendió el brazo para cubrirle uno de sus pechos, lo masajeó, y ella inclinó la cabeza hacia atrás, demandando un beso.
—Levanta la pierna —dijo Jenelle, con la mano sobre la tira de cuero que rodeaba el tobillo de _________.
Oh, Dios, ¡Jenelle! Casi se había olvidado de ella, así de rápido, de la otra chica que todavía estaba allí. ¡También tenía que estar deseando a Tom!

Pero accedió, dejando que Jenelle le levantara la pierna y observó entre sus muslos mientras Jenelle rodeaba la densa erección de Tom con su puño, tiraba de ella y la colocaba, guiándole hacia la bienvenida de su vulva.

Los tres gimieron cuando Tom entró dentro de ella, y la expresión de Jenelle hizo que _________ sintiera más deseos de ver por ella misma la imagen cuando él la penetraba, cuando entraba en su suave piel con su dureza.

Mientras Tom empezaba a embestirla desde detrás, Jenelle se tumbó delante de ella y empezó a besarle en el pecho. Tom incluso sujetó el monte que Jenelle chupaba como si se lo estuviera ofreciendo, recordándole a _________ que estaba experimentando la forma máxima de compartir.

Pronto, ambas chicas comenzaron a acariciar los pechos de la otra, y _________ sintió cómo se le salía el alma del cuerpo de un sentimiento de alegría puro e impulsivo, y antes de que fuera consciente, Jenelle y ella también estaban frotándose más abajo. Una de las piernas de Jenelle se deslizó entre las de ella, conectando con su clítoris mientras _________ presionaba instintivamente el muslo hacia delante, entre las piernas de Jenelle.

Aquello le recordó a su época de instituto, cuando se daba el lote con un chico y sentía sus piernas entrelazadas con las de él de aquella misma manera, frotándose, perdiéndose en aquella maravillosa fricción. Solo que aquello no era el instituto, y Jenelle no era un chico. No, el chico de _________ estaba detrás de ella, empujando su duro mango en su humedad —una y otra vez, una y otra vez— haciéndola gritar y empujar a su vez hacia atrás, lo que también significaba empujar contra el muslo de Jenelle, hasta que...

—¡Oh! ¡Oh! ¡Dios! ¡Me estoy corriendo! —sollozó ella, el placer le venía de ambos lados, invadiéndola, apoderándose de ella.

—Oh, sí, yo también —gimió Jenelle, que empujaba con más fuerza contra _________, y balanceaba salvajemente sus pechos, justo en el momento en el que Tom dejaba escapar un enorme gemido que significaba que estaba alcanzando el clímax, también, vaciándose dentro de ella. Y los tres se movieron al unísono como olas tumultuosas en un mar de terciopelo rojo, hasta que finalmente se quedaron todos quietos, y se desplomaron de agotamiento.

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