miércoles, 9 de febrero de 2011

cap. 18 LA TERCERA NOCHE PARTE III

—¿Sabes cuál es mi color favorito? —le preguntó.
¿Qué? ¿Iban a ponerse ahora hablar de sus gustos?
—Eh, no. ¿Cuál?
Él estudió la piel que había entre sus piernas, desvergonzadamente.
—El rosa…
Ella bajó la cabeza para mirarla por sí misma. En aquella posición, su hendidura se había abierto y dejaba al descubierto los pliegues rosas de su vulva. Un calor sofocante la consumía.
—Oh.
—El otro zapato —le dijo él, y cuando ella volvió a mirarlo, vio que tenía una pequeña y traviesa sonrisa en el rostro, por haberla pillado mirándose de aquella manera.
Con cuidado, ella le ofreció el pie izquierdo y se embriagó del placer mientras Tom repetía los mismos movimientos que había hecho previamente, acariciándole la piel, y deslizando la yema de sus dedos sobre el zapato y la carne, antes de quitarle finalmente la sandalia de tiras y tacón alto. Aquella vez, cuando se deshizo del zapato, no dejó su pie hasta que le dio un beso en la parte de arriba, haciendo que una sensación de hormigueo se abriera paso por todo su cuerpo.

—¿Puedo entrar ya en la bañera? —le preguntó ella.
Él enarcó una ceja, con un gesto arrogante.
—¿Por qué tienes tantas ganas de entrar en la bañera?

Aquella pregunta juguetona, había sido claramente diseñada para que ella declarara su lujuria, pero en lugar de eso le ofreció una respuesta coqueta.

—Quizás simplemente necesite un baño. Después de todo, dijiste que era una chica sucia.
Él la miró con los ojos entrecerrados, excitante.
—Muy sucia —después, fue hacia ella en la bañera. —Quédate dónde estás. Haber degustado tu pequeña vulva me ha hecho desear más.
—Oh —murmuró ella, justo cuando él se inclinaba hacia delante para pasar la lengua firmemente sobre el centro de sus pliegues abiertos. Después: —aaaah!...
El placer fue casi abrumador cuando él la lamió una y otra vez, desde abajo hacia arriba, como si su vulva fuera un cono de helado.
—Dios, oh Dios —se escuchó a sí misma jadear mientras empezaba a moverse involuntariamente contra su boca. —Dios, sí.

En cuestión de segundos, Tom levantó la mano del agua e introdujo dos de sus dedos en la abertura que ya estaba empapada, y aquello la hizo sentir como si le tuviera a él dentro. No era su miembro, desde luego, pero sus dedos lo hacían bien, demasiado bien, especialmente cuando él empezó a desrizarlos dentro y fuera al mismo tiempo que ella marcaba el ritmo.
Ella lo observó. Estaba sorprendida por la crudeza de lo que estaba viendo, otra vez. Solía hacer ese tipo de cosas en la oscuridad, y no estaba acostumbrada a mirar mientras sucedía, mirar al hombre que estaba comiéndole la vulva. No estaba segura de si alguna vez había sido testigo de una escena tan erótica.

Fue entonces cuando la vista de Tom, con la cara enterrada tan sensualmente entre sus piernas, le recordó los espejos que había rodeando las paredes a dos lados de la bañera. Le ofrecían una visión no solo de su amante, sino también de ella misma, con la cabeza de un hombre moviéndose entre sus muslos abiertos, y sus caderas levantándose ligeramente para recibirlo. Al observar la pasión que se grababa en su propia cara, se sintió como si estuviera metida en una película porno. Lo próximo que hizo fue mirar al otro lado de la habitación, hacia el espejo más grande que había sobre el tocador. Y entonces, vio algo diferente. Sus piernas completamente extendidas. Sus pechos balanceándose ligeramente con sus movimientos.

Cuando la atención de Tom se concentró más específicamente en su clítoris, la respiración de _________ se volvió más pesada, mientras el placer crecía en su interior. Su hábil lengua daba vueltas sobre la dilatada protuberancia, cada uno de los movimientos le provocaba una nueva explosión de calor que le recorría todo el cuerpo. Aquello hizo que apartara la mirada del espejo y bajara la cabeza hacia Tom, cuyos ojos estaban en ella. La había estado mirando mientras ella se veía en el espejo.
Entonces, su boca se pegó a su clítoris y colándose dentro, empujó su lengua con más fuerza. Oh, Dios, aquel brusco movimiento la hizo apretar los dientes, y sintió cómo le flaqueaban las piernas y los brazos. Ahora estaba mirándolo a él, y sin dudarlo, sin ni siquiera planearlo, empezó a mostrarle exactamente cómo de sucia era.

—Chúpame, cariño —le susurró apasionadamente. —Chúpame. Hazlo con fuerza. Chúpalo. Chúpalo.
Sus descaradas peticiones fueron lo último de lo que se acordó antes de que la golpeara el orgasmo, duro y rápido, que apareció antes de que ni siquiera lo hubiera visto acercarse. Arqueó el cuello en respuesta a las intensas olas de sensación, gritó suavemente mientras conducía su vulva contra su boca —sí, sí, sí—, impregnándose con cada palpitación de placer que él le daba. Cuando finalmente disminuyó, todavía siguió moviéndose y él se hizo hacia atrás.

—Estás jodidamente guapa cuando te corres —le dijo él, entre las burbujas, con un brillo oscuro en los ojos.
Todavía respiraba con dificultad, pero se las arregló para esbozar una sonrisa.
—Entonces, deberías hacer que ocurriera a menudo.
—Eso es lo que pretendo.
En aquel momento, le impactó la idea de que aquellas palabras eran las típicas que se podían intercambiar cuando la gente mantenía una verdadera relación, una que fuera a durar, pero ella sabía que aquello solo significaba que él pretendía hacerlo mientras estuvieran en Las Vegas, y dejó a un lado la pizca de decepción que le había producido aquello y volvió a concentrarse en el hombre sexy y desnudo que tenía delante de ella.
—¿Puedo ahora entrar en la bañera? —le preguntó, y permitió que una nota juguetona de sarcasmo coloreara su voz.
Él le concedió una sonrisa lenta y sexy, y después le tendió la mano.
—Entra, chica sucia, y déjame que te limpie.

Una vez que estuvo en la bañera, delante de él, le rodeó el cuerpo con las piernas. Tom cogió las dos copas de vino que había al lado de los zapatos y le pasó una.
—¿De dónde lo has sacado? —le preguntó ella.
—Del mini-bar —le contestó él, y después levantó la copa para hacer un brindis. —Por mi pequeña y sucia _________, que me sorprende cada día más.
Ella pensó que le gustaba aquello, al brindar con su copa. Le gustaba sorprenderlo. Y deseaba seguir haciéndolo. Así que, sin tomarse un momento para pensarlo, hizo la pregunta que había estado dándole vueltas a la cabeza hacía unos minutos, cuando lo había observado mientras la comía.
—¿A qué sabe?
Él pareció confuso y al parecer pensó que estaba hablando del vino.
—Toma un trago y verás.
Pero ella negó con la cabeza.
—No. Mi vulva. ¿A qué sabe?
Una vez más, se le oscureció la mirada, y ella supo que había tenido éxito al intentar sorprenderlo, y excitarlo, otra vez más.
En respuesta, simplemente tendió la mano que le quedaba libre, hacia su boca.
—Así —llevó dos dedos hacia sus labios, y empujó, y después de solo un segundo de duda, ella los abrió y dejó que él los metiera dentro.
El sabor que notó en la lengua le pareció extraño, un poco salado, un poco dulce, de alguna manera algo agrio, y muy persuasivo. No le gustó, pero aun así la excitó compartir algo tan sumamente íntimo con él.
—¿Y bien? —preguntó él.
—Francamente... puaj —hizo una mueca de repugnancia y después tomó un gran sorbo de vino.
Él rió tranquilamente.
—Supongo que se parece un poco a la cerveza. Un gusto adquirido.
—¿Pero sinceramente te gusta? —ella sentía curiosidad, y un poco de fascinación.
Sus ojos le dijeron que aquella pregunta estaba haciéndola pensar de una manera que nunca antes había hecho.
—Definitivamente me excita —dijo él—, así que, sí, sinceramente me gusta. Pero... si igualo el sabor con el sexo... bueno, digamos que probablemente no lo utilizaría como una salsa para mi hamburguesa.
Ella soltó una carcajada rápida y fuerte, después le informó:
—Te estás poniendo un poco vulgar.
Él se inclinó hacia delante, todavía con aquella sonrisa sexy en los labios.
—Has sido tú quien ha empezado la conversación.
Ella dejó a un lado el vino, le pasó los brazos por el cuello y le dijo:
—Bueno, ahora voy a terminarla —y lo besó.

Por supuesto, ella también pudo saborearse en su boca, pero una vez más, la crudeza de todo aquello solo hacía añadir más a su deseo. Acababa de tener un orgasmo y sin embargo, todavía deseaba mucho más de él, particularmente la parte que había debajo de las burbujas. Y ya hacía mucho que había dejado de sentirse tímida.

Sumergió las manos en la espuma y rodeó con la mano toda la longitud de su dura miembro y entonces, lo escuchó gemir y vio cómo cerraba con fuerza los ojos. Ella había hecho lo mismo cuando habían estado en el almacén, pero una vez más, aquello era diferente.
Ahora tenía el tiempo de recorrer su pene con el puño arriba y abajo, apretujarlo, acariciarlo, explorarlo. Mmm, vaya, era enorme. Se había dado cuenta de aquello la pasada noche, pero aun así, un pene de aquel tamaño no era el tipo de cosa al que una chica pudiera acostumbrarse fácilmente.
—Esto es tan diferente de la última vez —dijo ella, dándole voz a sus pensamientos. —Aquello fue tan precipitado, tan apasionado. Y esto es tan... lento. Mejor.
Una expresión lasciva se dibujó en su cara.
—Esto es todavía apasionado, nena. Mucho.
Dejó que su lengua se deslizara con sensualidad a lo largo de su labio superior, encontró su mirada, y se dirigió hacia él para sentarse a horcajadas.
—¿Has encontrado algo que te guste ahí abajo, mi chica sucia?
—Mmm —ronroneó ella, y se colocó bien hasta que sintió la cabeza de su mango justo donde ella quería.
—Entonces, voy a dejar que juegues con ella —tras aquello, él le puso las manos en las caderas y empujó hacia abajo para enfundarla.
Ambos gimieron ante el impacto y _________ supo que nunca antes se había sentido tan llena ya que, en aquella posición, le daba la impresión de que la tenía más grande que la noche anterior.

—Es tan grande —murmuró.
—Dime que te gusta.
—Me encanta —le dijo ella entre suspiros, y empezó a moverse sobre él.

Tom dejó que las palmas de sus manos se cerraran alrededor de su trasero y bajo las burbujas, y después, se inclinó para darle un sensual beso con lengua que casi la derrite. Un beso que dio lugar a un segundo y luego a más y más, mientras _________ seguía el instinto de su cuerpo, moviéndose sobre él en círculos rítmicos que estimulaban su clítoris con cada excitante giro.

Pronto, comenzó a moverse más y más rápido.
Él la miró directamente a los ojos, y le susurró las mismas palabras que ella le había dicho la noche anterior.
—Fóllame, nena. Oh, sí. Fóllame. Justo así...

4 comentarios:

  1. wouuu mueroo es genial tu fic please sube pronto byee (:

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  2. quiero otro capi esta super genial no sabes me enamore de tu fic jajaja ya se suena loco pero es sumanete sexy jajajaja sube pronto vale biie kisses C:

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  3. jajajjaja tom pid mas jajaj es un nene muy sucio xDDDDD AHHHHHHHHHHHHH Q HOT HOT TODO :o___________ JAJAJJAJAJ s dan muxo amor :DD

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