jueves, 24 de febrero de 2011

cap 25

El bar al que fueron después era un poco más selecto, lo que no desentonaba mucho con el Strip, con un patio exterior en el que había una joven mujer que tocaba la guitarra y cantaba. Mientras se quedaban allí observándola, hubo una camarera que reconoció a Tom y le preguntó si podía echarse una foto con él con la cámara de su teléfono móvil. _________ pensó que parecía avergonzado —y fue como acordarse exactamente de por qué su cara se estaba haciendo famosa fuera de Los Ángeles, debido a la mala prensa y las hirientes acusaciones— pero él estuvo de acuerdo, por lo que después la gente empezó a mirarlos; era obvio que estaban intentando adivinar quién era él, y _________ se sintió una vez más como la novia de un famoso.

—¿Qué te parece? —le preguntó acerca de la cantante.
Ella reflexionó un momento y le dijo:
—Me gusta. Es como... una Juliana Hatfield de otra época.
A su lado, Tom parecía impresionado, entonces le dijo:
—Es una buena comparación. Pero quizás sea ese el problema, la otra época. Incluso cuando canta canciones más actuales, hay un tono demasiado nostálgico en su voz. Nada en ella dice ahora o innovación.
Su respuesta sorprendió a _________, ya que hasta aquel momento, habían estado completamente de acuerdo en cada cosa que habían escuchado juntos.
—Pero es muy buena, Tom. ¿No te parece?
En lugar de responder a su pregunta, le dijo:
—¿Quién es su público? ¿A qué tipo de gente la venderías?
La multitud que había alrededor de ellos estaba formada estrictamente por adultos maduros con un aspecto más formal y distinguido, que iban desde los treinta hacia delante.
—La misma gente que escucha a Michael Bublé y a Jason Mraz —dijo ella.
Tom negó lentamente con la cabeza.
—Bublé y Mraz dicen ahora e innovación. Dan un giro fresco a su música, lo que la hace actual, incluso aunque no haya mucho sonido de pop moderno. No creo que esa chica esté a su altura.
_________ no pudo evitar sentirse algo decepcionada, como si quizás no tuviese realmente buen ojo para ver las personas que podían vender.
Vio que Tom tenía una expresión ligeramente refunfuñona.
—No parezcas tan deprimida. La música es subjetiva. Incluso la gente del negocio no está siempre de acuerdo en todo.
Ella escuchó cómo la honestidad hacía acto de presencia antes de que ni siquiera pudiera pensarlo.
—Hasta ahora, he sentido que realmente estoy pillándolo todo. Pero si tú no estuvieras aquí, si solo estuviera yo, probablemente me acercaría a esa chica y le diría que estoy muy interesada. Y si tú tuvieras razón, si no tiene lo que hay que tener, entonces significaría que estoy cometiendo un grave error.
Tom ladeó la cabeza.
—Todo el mundo toma una decisión errónea en algún momento. No sería el fin del mundo, ni siquiera el fin de tu trabajo.
—¿Has cometido tú alguna vez un error así?

—Claire Starr —le recordó con sinceridad. —Un error por muchas razones. Resultó ser alguien exigente e irracional con la que trabajar, pero aun así yo lo eché a perder todo. Y ahora estoy pagando por ello. «Más de lo que te piensas». _________ no pudo evitar pensar en aquello.
Antes de que abandonaran el bar, Tom se presentó y también presentó a _________ a la cantante, y le dijo que si deseaba enviarle algo más movido y actual, estaría encantado de escucharlo. La chica, que no tenía ni idea de que había estado siendo estudiada por los de Blue Night, pareció agradecida, incluso un poco avergonzada ante la crítica silenciosa de Tom. Y cuando se fueron, él le explicó a _________ que cuando alguien demostraba ser una promesa, prefería arriesgarse a herir sus sentimientos que a no darle algún tipo de guía que pudiera ayudarlos a tener éxito.
—Y por mucho que te guste, estoy deseando darle la oportunidad de que me enseñe algo más.
Pero cuando subieron al taxi y se dirigieron hacia el siguiente destino, _________ no estaba muy segura de poder hacer aquello, acercarse sin más a alguien y, efectivamente, decirle que lo que estaban haciendo no era lo suficientemente bueno, incluso aunque ellos no hubieran pedido nunca que ninguna discográfica los solicitara.
Había ciertas partes confusas que le hacían dudar, dudar acerca de cómo podría llevar a cabo exactamente las partes de su trabajo como las de estar cara a cara con los artistas, las partes que no implicaban solamente dar buenas noticias. _________ decidió hacer lo que se le había estado dando tan bien durante aquella semana. Dejó a un lado sus dudas y se concentró en las partes buenas de la noche: caminar del brazo de Tom, saber que más tarde estaría en su cama.
Su última parada de la noche fue en uno de los hoteles más antiguos del extremo norte del Strip, en un salón bar donde una cantante pelirroja cantaba canciones alternativas al piano. Después de unos quince minutos, Tom se inclinó sobre _________ y le dijo:
—Por favor, dime que no estás considerando a esta tía.
Afortunadamente, podía hacerlo.
—Tiene una voz lo suficientemente buena, pero... no. No estoy segura de cuál es la razón. ¿Porque está poniendo demasiado interés? ¿Porque su presencia en el escenario es demasiado violenta? Hay algo en ella que me hace sentir como... algo que ya he visto.
Al ver que Tom asentía, sintió que su confianza se restauraba.
—Sí, por todo eso. Es una imitadora barata de Tori Amos. Y no se puede imitar a Tori. Tienes razón, esta chica tiene una voz decente, pero es el vivo ejemplo del artista de sala de Las Vegas, y estará encerrada en lugares como este durante toda la vida.
—Eso... es algo triste —no pudo evitar decírselo.
—El negocio es así. —le dijo él, después le levantó la barbilla con uno de sus dedos. —Pero tú eres condenadamente dulce, ¿lo sabes?
Sus ojos estaban brillándole otra vez, derritiéndola como de costumbre, y ella se sorprendió al saber que él la encontraba dulce, después de todas las cosas que había hecho con él y cómo de sucia se había comportado. Le llegaba directamente al corazón, porque incluso si ella no se hubiera convertido completamente en una nueva _________, quizás eso significaba que la vieja _________ no se había desvanecido, y que quizás él estuviera puliendo la parte que quedaba de ella. La parte que era sensible, la parte que se preocupaba acerca de herir los sentimientos de los demás, la parte que... odiaba tanto las mentiras.
Aun así, cuando salieron a la noche iluminada por las luces de neón de Las Vegas, recomenzaba un nuevo tipo de pecado.
—Dime algo —le dijo Tom cuando le abrió la puerta del taxi.

Ella recibió su mirada bajo las brillantes luces. —¿Qué?
—¿Todavía tienes los muslos pegajosos?
Una nueva ola de lujuria la inundó mientras su cuerpo respondía a la pregunta.
—Mucho. Y espero que pronto hagas que estén incluso aún más pegajosos.
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Cuando salieron del taxi hacia las puertas principales del hotel Venecia —los numerosos carriles estaban abarrotados de coches, de gente que iba y venía, el mundo entero parecía concentrarse en aquel oasis del desierto— lo único en lo que _________ pudo pensar fue en meterse dentro y volver a los calzoncillos de Tom. Así que se sorprendió mucho cuando él la cogió de la mano y la llevó lejos de la lujosa entrada, lejos de la multitud, y se dirigieron a una ondulada acera.
—Eh, ¿dónde vamos?
Él le concedió una sonrisa misteriosa.
—Es una sorpresa. (Ella parpadeó)
—¿Qué tipo de sorpresa?
—Ya lo verás. Solo camina conmigo.
Sin pensárselo dos veces, _________ pasó el brazo por el de Tom y él subió la mano que le quedaba libre para cubrirle la suya. Y mientras paseaban por el camino hasta alcanzar finalmente una enorme escalera blanca que recibía a los peatones que venían del Strip, _________ se sintió... cerca de él. Románticamente cerca.
Lo que ella sabía que era terrible, rozando lo trágico.
Pero el cuerpo de Tom junto al suyo le daba una sensación tan cómoda y acogedora, y la noche parecía tan bonita, que no pudo hacer otra cosa que disfrutar de la situación. Y averiguar cuál era su sorpresa.
Todavía cogidos del brazo, él la llevó hacia el embarcadero de góndolas donde reinaba la más absoluta oscuridad y tranquilidad también, excepto por un gondolero que maniobraba una de las barcas grandes y decoradas de adornos.
—Pensé que quizás te gustaría dar un paseo en góndola —le dijo Tom.
Ella desvió la mirada de la concentración de estrechos botes hacia su cara. La idea era increíblemente tierna, pero...
—Creo que están cerrados esta noche.
Aun así, él ladeó la cabeza, en un gesto de seguridad.
—Para casi todo el mundo.
Ella enarcó las cejas.
—¿Para casi todo el mundo?
—Hice una llamada temprano, cuando tú estabas en el aseo de señoritas.
—Y...
A él le brillaban los ojos en la oscuridad.
—Me quedo mucho en este sitio y al parecer les gusto, a pesar de la mala publicidad que me dan. Aceptaron abrir el canal para un último paseo esta noche.
Justo entonces, el gondolero se dirigió a ellos.
—¿Señor Kaulitz?
—Sí, soy yo. Gracias por ser tan complaciente.

—Es un placer, señor... y señorita —dijo el joven hombre, haciendo una leve inclinación de cabeza, mientras Tom llevaba a _________ hacia el bote donde estaba el gondolero, con un palo en la mano.
Ella se dio cuenta de que aquella góndola en particular era incluso más grande que las demás, resplandecía con los lujosos adornos dorados que enmarcaban los asientos negros de felpa. Con discreción, Tom puso en el puño del gondolero lo que parecía un fajo considerable de billetes cuando _________ se acomodó en la tapicería de terciopelo.
—Pónganse cómodos y disfruten —les dijo el gondolero, y ella pudo distinguir el acento italiano cuando él empezó a entonar una elegante serenata operística que bloqueaba cualquier otro sonido, y al resto del mundo más allá del canal.
Tom se sentó cerca de ella y, a medida que el barco se alejaba del embarcadero, ella se inclinó para susurrarle al oído.
—Esto es tan maravilloso, Tom... gracias. Pero... no deberías haberte molestado tanto. Hubiera estado encantada con un paseo normal mañana, uno que apuesto que no te costaría un brazo y una pierna.
—Pero yo no hubiera estado encantado —le dijo él con intensidad.
—¿Por qué no?
—Porque a veces, me gusta hacer ciertas cosas en privado. Quería poder enrollarme contigo si me apetecía, y no creo que tú me dejaras hacerlo a plena luz del día.
_________ soltó una carcajada y le recordó:
—Acabo de darte placer en la cima de la alucinante Torre Eiffel.


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2 comentarios:

  1. aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
    que lindo el lado tierno de tom *-----------*!
    sigue que amo la fic *-*
    muero c:

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  2. wow quwe bonito aqui hay amor neta jajaja ok sube otro plis plis plis

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