viernes, 25 de febrero de 2011

CAP 27

Cap 27
Joder, la deseaba. Y le gustaba. Le gustaba jodidamente, mucho. Demasiado. Y había pasado los últimos días haciendo exactamente lo que se había dicho que no podía permitirse hacer más, especialmente en aquel momento. Había dado rienda suelta a su lujuria, estaba dejando que lo vieran en público con una mujer justo en el momento en el que lo acusaban de aprovecharse de las mujeres, y se había lanzado a todas las oportunidades que se le habían presentado con ella. Sin embargo, había algo en _________ que le hacía imposible parar. Puede que hubiera intentado actuar despreocupada por haber sido «algo más remilgada» antes de aquel momento, pero él todavía sospechaba que había sido mucho más remilgada de lo que confesó y de lo que había demostrado recientemente, y tenía la fuerte sensación de que fue él quien la había convertido en el animal sexual que era ahora. Él sabía que aquello lo hacía un bastardo arrogante, pero le llegaba al alma. Y que Dios lo ayudara, porque la amaba. Lo hacía sentirse como si fuera... un dios. Su dios. Pero también... quería cuidar de ella. Necesitaba hacerlo. Sentía casi como si la estuviera salvando de algo, y tuviera que seguir salvándola.
Normalmente, él no disfrutaba sintiendo ningún tipo de responsabilidad hacia una mujer, pero aquello era diferente, ella era diferente. No le exigía, ni siquiera le pedía, simplemente era así de sincera, había una parte genuina en ella que lo hacía desear mucho más. Quería seguir salvándola, seguir follándosela, seguir riéndose con ella, solo seguir estando con ella.
Por supuesto, en aquel momento, mientras entraban por la parte de atrás al ascensor abarrotado, todo lo que quería era echar un polvo. La necesidad era más que palpable.
Estaba de pie detrás de ella, y dejó que sus brazos se plegaran con ternura alrededor de su cintura, tirando de ella hacia atrás, sabiendo cómo de duro estaba su miembro y que ella podía sentirla presionando con insistencia contra su trasero suave y dulce.
A medida que el ascensor se elevaba, ella se estremeció en sus brazos, alimentando incluso aún más su deseo. Y mie*rda, aquella maldita cosa se detenía planta por planta. Había gente que salía y más gente que entraba. Él se frotó contra ella. No pudo evitarlo. Ella le cubrió los brazos con los suyos, lo apretujó, lo acarició, y al poco tiempo, le clavó suavemente las uñas.
Cuando el ascensor se detuvo al final en su planta, prácticamente saltaron hacia el vestíbulo y él, cogiéndola de la mano, tiró de ella por el silencioso pasillo que llevaba a su habitación.
—Dios mío —dijo ella, desesperada y sin respiración. —No puedo creérmelo.
—¿Qué?
—De verdad puedo sentirlo... descendiendo por mis piernas.
El estaba confuso.
—¿Qué? ¿Qué hay en tus piernas?
—Mi... humedad.
Él se detuvo, y la paró en seco, después su mirada bajó hacia la minifalda y más abajo aún. Estaba claro que había estado manteniendo cerradas las piernas en el ascensor, pero podía ver perfectamente la humedad a la que se refería, sobre la parte interior de sus muslos y bajo el dobladillo de la falda.
—Cielo santo.

Incapaz de mantener el control, siguió sus instintos, empujándola hacia una de las paredes lujosamente decoradas, cayó a sus rodillas, le abrió las piernas y con intensidad, le lamió la parte interior de los muslos.
El sabor dulce salado de su orgasmo recibía su lengua e hizo que el corazón le latiera con más rapidez, y que cada músculo de su cuerpo se tensara con un deseo puro e intenso. Parecía como si su miembro le quemara debajo de la cremallera; estaba ahora tan rígida que le dolía.
Le lamió un muslo, después el otro, y escuchó sus gemidos suaves e incontrolables, consciente de que todavía estaba temblando y ahora se aferraba indefensa contra la pared que tenía detrás, extendiendo los dedos sobre el papel y curvándolos hacia dentro como si pudiera agarrarse a alguna parte. Y él ni siquiera había llegado a ningún lugar cercano de su vulva.

—Dios, Tom. Vamos a la habitación. Ahora. Por favor. O voy a morirme.
Él casi le creyó. Tampoco se había sentido nunca tan atormentado por el deseo.
Recorrieron lo que quedaba de pared en el pasillo, pero tuvo que concentrarse para conseguir sacarse la cartera del bolsillo y sacar la llave tarjeta que había dentro.
Ella atravesó el gran vestíbulo y la zona del salón directamente hacia la habitación, con Tom pisándole los talones. Y entonces, justo cuando pensaba que ella no podía sorprenderlo más de lo que ya lo había hecho, lo hizo. Cuando entró en la habitación, ella se dio la vuelta, le agarró de los antebrazos y lo empujó con fuerza hacia la cama. Él se dejó caer sin dificultad. No había esperado nada de aquello. Después observó como la pequeña _________, excitante y hambrienta, se montaba a horcajadas sobre sus muslos y empezaba a desabrochar vorazmente la hebilla de su pantalón, justo como había hecho la noche anterior, sólo que ahora lo hacía con más fervor aún.
Unos segundos más tarde, liberó su hambriento miembro y él la ayudó a abrirse más los pantalones y bajarse los calzoncillos. Y entonces, ella lo montó, descendiendo su vulva húmeda, cálida y tensa hacia él con tanta rapidez e intensidad que ambos soltaron un grito.
Oh, cielos, justo como antes, la sensación de encontrarse piel contra piel casi lo abrumaba. Ella lo cabalgaba como una vaquera salvaje, al mismo tiempo que se sacaba la camiseta por la parte de arriba de la cabeza. Debajo de ella, llevaba un sexy sujetador de color rojo, de corte bajo, las redondas curvas de sus pechos se arqueaban hacia arriba. Un cálido placer la inundó, el puro placer del sexo, pero también el inesperado deleite que le producía ver a _________ conseguir lo que quería de él, tan grosera y sucia.
—Necesito más de esos hermosos pechos tuyos —le dijo a través de la mandíbula apretada, después tendió la mano para bajarle las copas con los bordes de encaje de su sujetador para que solo perfilaran los dos preciosos montes de carne. Ella jadeaba excitada, después gimió cuando él los cubrió con sus manos y los estrujó, modelando su exuberante suavidad, sintiendo aquellos pezones duros que señalaban hacia las palmas de sus manos.
Y entonces, los movimientos de _________ se volvieron más lentos, solo un poco, después más rítmicos, y cerró los ojos, y él supo en ese instante y así de rápido que pronto alcanzaría el éxtasis.
—Oh, Dios, cariño —le ronroneó ella, después con más suavidad—, sí. Ahora. Sí.
Echó la cabeza hacia atrás y él sintió cómo la golpeaba el orgasmo y observó sus pechos balancearse de un lado a otro, todo su cuerpo sacudiéndose ligeramente, una y otra vez. Joder, estaba preciosa cuando se corría.

Por supuesto, la mayoría de las mujeres lo estaban, pero cuando _________ alcanzaba el clímax, él no podía evitar ver a la formal chica de oficina en su mente, y el contraste entre aquella visión y la otra hacía que todo fuese incluso más increíble aún.
—Oh, vaya —suspiró ella, mientras su cuerpo se inclinaba ligeramente hacia delante, con una sexy sonrisa de alivio invadiendo su cara cuando se encontró con su mirada.
—Ha sido muy rápido —dijo él con una sonrisa, quedándose quieto durante un momento, solo para dejar que ella se recuperara.
—Ya te dije que estaba muy cerca.
—Me encanta que hayas estado excitada toda la maldita noche.
Ella asintió, sonrió y perezosamente se lamió los labios, confirmando, en realidad, que había sido así. Y por alguna razón, él se acordó de que ella había estado intentando aquella postura en la bañera la pasada noche, y casi lo ahoga, lo que él pensaba que era jodidamente atractivo.
—Este es un lugar mejor para que puedas estar arriba —le dijo, y apretó los dientes de nuevo, mientras empezaba a empujar hacia arriba contra su piel cálida y empapada.
Mientras ella comenzaba a recibir sus embestidas, su respuesta llegó entre jadeos, entre los golpes.
—Esta es... la primera vez... que lo hemos hecho... en una cama.
La respiración de Tom se volvió igual de irregular.
—No... le cojas tanto cariño... a la cama, nena.
—Es... una sorpresa —a Tom se le había ocurrido algo en la góndola, cuando habían empezado a hablar sucio, cuando él la había hecho fantasear con la idea de follársela en el bote.
—¿Otra sorpresa?
—Para mañana por la noche. Y te prometo... que te gustará. Ahora déjame... tocarte y disfrutarte
Ella se mordió el labio, se inclinó hacia delante, le puso los brazos a ambos lados de la cabeza, y dejó que sus hermosos pechos le colgaran sobre la cara. El capturó uno de los erectos pezones entre sus labios y dejó que la firmeza de su lengua le volviera loco mientras lo lamía, en un beso intenso; después succionó.
Sobre él, los gemidos de _________ inundaban la habitación y él entendió que sus pechos eran incluso más sensibles de lo que había imaginado. Se dirigió hacia el otro pecho, y tiró de su preciosa bolita con la boca, mientras todavía empujaba su miembro en la calurosa bienvenida de su vulva.
—Oh, cielo —le dijo ella entre jadeos, mientras él le chupaba con más intensidad aún, y cuando ella se arqueó, él recibió todo lo que pudo de su suave y femenina piel.


akii esta el otro capii nnas ojala les guste ;)

3 comentarios:

  1. OMFG!!!! ame este capitulo me has dejado asi =Ö:
    :Q_______
    Dios solo les peudo decir xD

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  2. :Q_____________- dios santo lo ame lo ame asi como mi amiga de arriba me has dejado asi 0.o

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